lunes, 28 de mayo de 2018

21ª de San Isidro: Suspendida, gracias a Dios


Ha imperado la lógica, cualquier otra decisión que no hubiera sido suspender la corrida de esta tarde no tenía cabida. Llevamos un mes de mayo pasado por agua, tardes y más tardes de lluvia y tormentas, en unas condiciones lamentables tanto en lo que al ruedo respecta como para los que nos sentamos en los tendidos. Es cierto que en las tardes anteriores el diluvio ha llegado una vez iniciado el festejo y, aunque se puede suspender una corrida una vez comenzada si el presidente considera que no se puede torear con garantías mínimas, que algún día, sinceramente, no se cumplían. Gracias a Dios y al Ángel de la Guarda que manda cada tarde a Las Ventas no ha ocurrido ninguna desgracia, pero los profesionales se han jugado la vida asumiendo unos riesgos brutales. Pero hoy ha sido distinto, durante toda la madrugada ha llovido sobre Madrid, también lo hacía por la mañana, luego ha parado, parecía que mejoraba pero aproximadamente una hora antes de la hora fijada para hacer sonar clarines y timbales ha comenzado de nuevo a caer agua, con lo que el fantasma de la suspensión empezaba a sobrevolar el ruedo venteño. La lluvia constante de madrugada ha impedido que los operarios que tras la corrida reparan el ruedo cada noche terminando a latas horas y preparan la arena para que al día siguiente luzca el sensacional aspecto con que lo hace cada día a las siete de la tarde, pudieran colocar la lona para proteger la arena de los aguaceros. El aspecto que presentaba el ruedo minutos antes de las siete era lamentable, impracticable a todas luces, un barrizal sobre el que los matadores y sus cuadrillas han probado la adherencia y han comprobado que se hundían la s zapatillas, que resbalaba y no era nada fácil mantener la verticalidad, eso haciéndolo con cuidado y sin un toro enfrente. Seguro que no ha sido fácil de tomar la decisión para los toreros. Javier Castaño, Sánchez Vara, que había entrado en el cartel en sustitución de Ricardo Torres, y Thomas Duffau son tres toreros muy necesitados de torear y en esta tarde tenían depositadas todas sus esperanzas, soñaban con cuajar a un toro y salir de Madrid con contratos. En esa situación y conociendo cómo son estos hombres que cada tarde se juegan la vida por crear arte siempre queda espacio para la duda sobre su posible decisión de tirar para delante y echar la corrida. Pero detrás de ellos hay unas cuadrillas, toreros de plata y a caballo cuya integridad peligra tanto o más que la del matador. No quiero ni imaginarme lo que podía haber sido poner banderillas en ese barrizal, una temeridad. El Presidente de hoy, D. Justo Polo, les reunió un cuarto de ahora antes de la corrida y le expuso claramente que el ruedo no estaba en condiciones, así como que su opinión era suspender la corrida, pero que iba a aceptar la decisión que tomaran los profesionales. Una postura, a mi modo de ver, muy elogiable. Porque no debemos pasar por alto un detalle sumamente importante que es ante qué toros tenían que vérselas en esta tarde. Cualquier toro es peligroso y cualquier toro puede herir o quitar la vida a un torero, por desgracia lo tenemos muy reciente, da igual su peso o que los pitones tengan tres o cuatro centímetros más o menos, el toreo encierra peligro en sí mismo. Pero es que hoy se anunciaban con una corrida de Partido de Resina , que es lo mismo que  decir Pablo Romero, ¡casi nada!, solo escuchar el nombre impone, ganadería mítica, hierro de los considerados duros, toros con mucha fuerza y que suelen presentar tremendas complicaciones y peligro. Por cierto, un encierro que en foto era preciosos de lámina, seis toros muy parejos, prácticamente iguales de hechuras los seis, cárdenos,  muy entipados, vueltos de pitones, con mucha seriedad, una corrida preciosa que a saber luego como habría salido. Ya saben que no soy muy optimista ante estas tardes toristas y duras, la mayoría de las veces convertidas en un circo romano intoreable, corridas a las que, como se debió haber hecho ayer, lo único planteable es una lidia a la antigua, macheteo por bajo y a matar. Ayer me quedé con las ganas de ponerlo pero por respeto a los tres gladiadores que se jugaron la vida a cara de perro e intentaron el toreo por ambos pitones, no lo hice. Por otromlado, imagínense la que hubieran montado los sabios duros, los toristas, los puristas, les hubieran dicho de todo, les hubieran llamado de todo,  se habrían roto las manos a aplaudir a las alimañas en el arrastre y seguro que alguno habría soltado su célebre frase: "Se han ido sin torear". 
Lo dicho, hubiera sido una auténtica locura celebrar la corrida. Incluso dejando a un lado el riesgo, hay que valorar que el toreo es, además de peligro y valor para enfrentarse a él, arte, belleza y sentimiento, y hubiera sido muy difícil, por no decir imposible, que la lidia aportara esas emociones. Así que la decisión de suspender la corrida, la única posible, ha imperado, aunque a alguno le haya parecido mal y un sector haya comenzado a silbar y protestar la decisión, llegando a tirar almohadillas al ruedo en una muestra más de la mala educación de muchos de los que viene cada tarde a los toros. De verdad, ¿que demonios pretendían ver sobre ese barrizal?, no lo entiendo, a algunos no les entiendo, afortunadamente, y cada día hago menos por intentar entenderlos. Hay gente pa tó.

Antonio Vallejo

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