Ha costado, se ha dejado querer la primera oreja cortada en este San Isidro, ha tenido que llegar la sexta corrida para que veamos pasear un apéndice por el anillo venteño. Unos días porque los toros no han permitido el triunfo, porque los toreros no han cuajado faenas o han fallado con la espada y otro por el motivo que ya todos sabemos y que no hay que olvidar pero el caso es que pasaba una tarde tras otra y no caía el preciado trofeo. La ha cortado en un domingo isidril un madrileño, de Fuenlabrada en concreto, Francisco José Espada, a un toro de Baltasar Ibán, ganadería madrileña que pasta en El Escorial, uno de esos encastes minoritarios, Contreras, que sobreviven gracias a la ilusión y el enorme trabajo de la madrileña familia Ibán, una concatenación de hechos que tiene su significado. Por todos es sabido que los domingos de San Isidro son días peculiares, carteles que invitan a ceder el abono tomar un respiro dentro de un ciclo tan largo y que, por tanto, cuentan con un público distinto, para lo bueno y para lo malo. También es sabido que Francisco José Espada no es de los matadores que más tardes se anuncian a lo largo de la temporada. He leído un dato que es altamente significativo; desde que tomó la alternativa en agosto de 2015 en Cuenca ha lidiado tan solo diez corridas de toros, salvo una en Avila y su confirmación en 2017 en Madrid las siete restantes en plazas de tercera. Y también es sabido que los toros de Baltasar Ibán, con tanto cartel en los años sesenta del pasado siglo, con sus peculiaridades en cuanto a comportamiento no son precisamente los preferidos por las grandes figuras, mas aún si cabe tras la terrible muerte de Iván Fandiño en junio del pasado año cuando toreaba de capote a Provechito, perteneciente a este mismo hierro, algo que inconscientemente pesa como una losa y que marca a la ganadería. ¿A qué viene todo esto?. Viene a la discusión que se ha hecho de la oreja cortada por Francisco José Espada, si era merecida o excesiva, pero la gente la ha pedido y el palco ha hecho lo que debía, no como el viernes, y no voy a discutir si quienes han sacado sus pañuelos blancos estaban o no acertados, da igual, les ha gustado lo visto y han pedido la oreja. A lo mejor lo han hecho porque han seguido un principio a mi modo de ver fundamental en el toreo, que a cada torero hay que juzgarle en función del toro que tiene enfrente, en este caso uno de Baltasar Ibán que pocas figuras posiblemente quieran matar, a lo que me permito añadir que pienso que también hay que medirle en función de su posición en el escalafón y de lo que toree a lo largo de cada temporada. Igual que decimos que a un novillero hay que juzgarlo como tal y no como matador, a estos hay que aplicarles también esa norma y no se puede exigir lo mismo a Ponce, a Juli o a Talavante que a Espada, me parece de pura lógica. Y no creo que con ello desmerezcamos a la Fiesta, a su pureza o su integridad, para nada, incluso creo que en cierto modo humanizamos un poco el toreo y volvemos a otros tiempos en los que se tenía muy en cuenta este hecho.
Así que no me parece que haya lugar para la polémica, sinceramente, no lo entiendo. Máxime tras verle torear al tercero de la tarde, un toro muy serio, amplio de pitones, bajo, cuajado, un auténtico tío y que no le ha puesto las cosas fáciles al madrileño. Toro noble, con movilidad y recorrido, repetidor, pero andarín, gazapón al inicio de la faena, muy incómodo, difícil de encontrar la colocación y el sitio, reponedor. Sin embargo, a pesar de unos primeros m muletazos un tanto dubitativos se ha acoplado en dos series reunidas por el pitón derecho, con temple, alargando el viaje, llevándolo por bajo, un toro al que había que someter para hacerse con él. Bien el fuenlabreño, seguro y firme, sin descomponerse a pesar de un voltereta sin consecuencias, toreando con gusto, sobre todo con un extraordinario cambio de mano repleto de torería, lentísimo, para rematar la segunda serie en redondo poniendo a los aficionados en pie, o el de pecho que es casi un circular para rematar otra serie, sensacional. Por el pitón izquierdo también tiene recorrido pero es cierto que le cuesta más, protesta algo y cabecea, por lo que el conjunto resulta menos lucido. Lo prueba pero no consigue acoplarse y con buen criterio vuelve a la diestra pero el de Baltasar Ibán se apaga pronto, comienza a pararse y acortar el recorrido, repone cada vez más y obliga a Espada perder pasos para poder ligar los muletazos, se para, mira, mide y traga el madrileño. Enorme entrega, disposición y valor, sin dudar a la hora d exportar las distancias y meterse en terrenos comprometidos con los pitones rozando la taleguilla. Las ajustadas manoletinas que sirven como colofón a la faena demuestran cómo ha venido a Las Ventas alguien que quiere ser algo en el toreo, lo que es de agradecer y que creo que se debe valorar y tener en cuenta en su justa medida, especialmente a un torero con tan poco bagaje de festejos a sus espaldas y que, aunque con las carencias lógicas y algunos defectos que pulir y que en otras manos posiblemente el toro hubiera lucido más , para mi ha estado francamente bien. No es lo mismo torear diez tardes en tres años que cincuenta en uno, no hay que olvidarlo. Para colmo se vuelca al entrar a matar y deja una casi entera arriba que pasaporta al de Baltasar Ibán sin puntilla. La petición de oreja es muy mayoritaria, no hay duda alguna y el presidente hace lo que tiene que hacer, no como el impresentable José Magán Alonso; sacar el pañuelo blanco conceder la oreja. Sí, oreja pedida por el público, aunque muchos consideren que era un público de domingo, me da igual, es el que manda. Y a lo mejor prefiero esa posible "injusticia" que significa tener sensibilidad y ser generoso con el que lo necesita, y que ha hecho méritos para ello, que tantas injusticias que vemos cada tarde sobre todo por parte de algunos van a la plaza de toros predispuestos contra alguien por su nombre o apellido o contar los toros según el hierro. La Fiesta es alegría y sentimiento, lo que reflejaron quienes con fuerza pidieron la oreja, por mucho que otros les quieran despreciar.
Antonio Vallejo
Así que no me parece que haya lugar para la polémica, sinceramente, no lo entiendo. Máxime tras verle torear al tercero de la tarde, un toro muy serio, amplio de pitones, bajo, cuajado, un auténtico tío y que no le ha puesto las cosas fáciles al madrileño. Toro noble, con movilidad y recorrido, repetidor, pero andarín, gazapón al inicio de la faena, muy incómodo, difícil de encontrar la colocación y el sitio, reponedor. Sin embargo, a pesar de unos primeros m muletazos un tanto dubitativos se ha acoplado en dos series reunidas por el pitón derecho, con temple, alargando el viaje, llevándolo por bajo, un toro al que había que someter para hacerse con él. Bien el fuenlabreño, seguro y firme, sin descomponerse a pesar de un voltereta sin consecuencias, toreando con gusto, sobre todo con un extraordinario cambio de mano repleto de torería, lentísimo, para rematar la segunda serie en redondo poniendo a los aficionados en pie, o el de pecho que es casi un circular para rematar otra serie, sensacional. Por el pitón izquierdo también tiene recorrido pero es cierto que le cuesta más, protesta algo y cabecea, por lo que el conjunto resulta menos lucido. Lo prueba pero no consigue acoplarse y con buen criterio vuelve a la diestra pero el de Baltasar Ibán se apaga pronto, comienza a pararse y acortar el recorrido, repone cada vez más y obliga a Espada perder pasos para poder ligar los muletazos, se para, mira, mide y traga el madrileño. Enorme entrega, disposición y valor, sin dudar a la hora d exportar las distancias y meterse en terrenos comprometidos con los pitones rozando la taleguilla. Las ajustadas manoletinas que sirven como colofón a la faena demuestran cómo ha venido a Las Ventas alguien que quiere ser algo en el toreo, lo que es de agradecer y que creo que se debe valorar y tener en cuenta en su justa medida, especialmente a un torero con tan poco bagaje de festejos a sus espaldas y que, aunque con las carencias lógicas y algunos defectos que pulir y que en otras manos posiblemente el toro hubiera lucido más , para mi ha estado francamente bien. No es lo mismo torear diez tardes en tres años que cincuenta en uno, no hay que olvidarlo. Para colmo se vuelca al entrar a matar y deja una casi entera arriba que pasaporta al de Baltasar Ibán sin puntilla. La petición de oreja es muy mayoritaria, no hay duda alguna y el presidente hace lo que tiene que hacer, no como el impresentable José Magán Alonso; sacar el pañuelo blanco conceder la oreja. Sí, oreja pedida por el público, aunque muchos consideren que era un público de domingo, me da igual, es el que manda. Y a lo mejor prefiero esa posible "injusticia" que significa tener sensibilidad y ser generoso con el que lo necesita, y que ha hecho méritos para ello, que tantas injusticias que vemos cada tarde sobre todo por parte de algunos van a la plaza de toros predispuestos contra alguien por su nombre o apellido o contar los toros según el hierro. La Fiesta es alegría y sentimiento, lo que reflejaron quienes con fuerza pidieron la oreja, por mucho que otros les quieran despreciar.
Antonio Vallejo
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