Como me imagino que todos cuantos hayan leído mi entrada de ayer se habrán dado cuenta faltaba algo, una parte muy importante de lo que se anunciaba y que era otro de los grandes atractivos con que contaba la tarde. Una confirmación de alternativa es algo de máxima relevancia, tanto que solo tres plazas en el mundo tiene reservado ese privilegio: La México, el Coliseo de Nimes y la Monumental madrileña. Si además el que confirma alternativa es uno de los nuevos matadores que más está dando que hablar y al que en Las Ventas le hemos visto unas cuantas veces cortando orejas y dejando unas magníficas sensaciones, el reclamo para la afición es aún mayor. Un cartel con toros de Garcigrande y Domingo Hernández para una terna de auténtico postín formada por Enrique Ponce, Sebastián Castella y Jesús Enrique Colombo hace que se llene la plaza, como así fue.
Pero ayer les conté lo que sentí desde lo emocional, dejándome llevar por la pasión y el sentimiento que a mi me transmite esta afición, esta auténtica locura que son los toros. Lo de ayer fue una riada de emociones, de sentimientos fluyendo a velocidad de vértigo gracias a dos maestros, dos figuras del toreo que demostraron lo que es ser TORERO, sí, con mayúsculas y si pudiera lo escribiría con letras de oro. Toreros en su máxima expresión, asumiendo la máxima responsabilidad, jugándose el tipo como si fueran ellos los confirmantes, una lección magistral de pundonor y agallas para tapar muchas bocas. Toreros en la plaza, de todas partes y categoría, y fuera también, asumiendo su responsabilidad en la defensa de una Fiesta amenazada e insultada, dando la cara día a día, en la plaza y fuera, aquí y allí, algo de lo que alguno más proclive al star system y al show business debiera tomar nota. Por eso escribí guiado por la pasión y por eso decidí dejar aparte lo que respecta al venezolano, no veía claro que encajara en ese contexto de deliro que nos transmitieron Enrique y Sebastián. De la misma manera me parece injusto y una falta de sensibilidad omitir cualquier referencia a su actuación, que si bien no fue lo que esperan y lo que hubiera deseado sí que tuvo cosas para analizar quizás desde un plano más técnico que del arrebato que ayer me llenaba. Así que he decidido hacer esta segunda parte que completa lo anterior.
Lo primero de todo, este tío es un portento físico, con unas facultades propias de su edad y que en banderillas es un espectáculo. Cuajó dos grandes tercios en sus dos toros, para mi de menos a más, siempre de poder a poder, llegando a la cara del toro con facilidad pasmosa, cuadrando entre los pitones y reuniendo con pureza para dejar colocados los palos con limpieza ¡y con una potencia descomunal!. Tercios vibrantes, el primero de mucho mérito ante un toro que cortaba el viaje una barbaridad ante el que expuso lo indecible, de máxima emoción, pares preciosos, sobre todo los dos últimos al sexto, una monstruosidad, uno con la punta del pitón casi tocando el chaleco y el otro al quiebro paralelo a las tablas del 10. Puso a la plaza en pie en ambos tercios, y no fue para menos.
Lo que creo que tampoco se le puede negar al venezolano es su disposición, sus ganas y su entrega, con cosas que pulir, por supuesto, tomó la alternativa en noviembre de 2017, lleva 6 meses como matador de toros y ayer pisaba por vez primera la plaza de Madrid en esa condición, nada que ver con venir de novillero, tiempo al tiempo. Y más si le valoramos en función de su lote. Muy mala suerte con el toro de confirmación, suelto, desentendido, sin entrega, no le ayudó nada, corto de recorrido,sin humillar, a la defensiva, la cara alta, embestida descompuesta, sin clase. Lo intentó en vano Colombo, era su día y tenía que justificarse, pero no había de donde sacar tajada. El sexto tampoco fue un dechado de virtudes, se echó rodillas en tierra en el inicio de faena para citar en largo, el toro va como un cohete y le desarma dos veces, durante el trasteo lo haría dos veces más. Quizás se equivocara en un inicio de faena así, quizás le pudieron las ganas de agradar y darlo todo, sobre todo después de ver la colosal lección de pundonor y verdad de Ponce y Castella, espoleado por el sentimiento general que invadía los tendidos. Puede ser. El caso es que la faena no tomó vuelo, ante un toro a menos, de embestida bronca, rebrincada, soltando la cara, con escasas opciones para el confirmante, y para otros muchos. Quizás en algunas manos hubiera sido distinto el planteamiento, quizás un Ponce o un Juli hubieran sometido y corregido al de Garcigrande, especular es fácil y gratis, quizás dentro de un tiempo veamos a Colombo poder a un toro similar a ese, porque facultades tiene y argumentos para ello ha demostrado tanto como novillero como en su aún corta carrera como matador de toros. Tiempo al tiempo y a la suerte, que ayer no le sonrió. Dio lo que tenía, mucho o poco, habrá opiniones para todos los gustos, no puedo reprocharle nada y así me quedan las ganas d volver a verle torear y comprobar si lo que apunta se convierte en realidad o no.
Antonio Vallejo
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