Mucho y para bien me ha sorprendido el excelente aspecto que ha presentado la plaza de Las Ventas en esta tarde de sábado que, a nadie se le escapa, tenía un foco único y muy especial, la final de la Copa de Europa, el título más prestigioso del fútbol y que por décimotercera vez ha ganado el Real Madrid, el rey de reyes en España, en Europa y en el mundo al derrotar al Liverpool por tres a uno en Kiev, una noche histórica del mejor equipo de todos los tiempos. Pues a pesar de todo eso los aficionados hemos llenado unos dos tercios de plaza para ver una novillada en un día tan señalado, lo que da muestra que el toreo tiene mucho interés y que parranda está muerto, sobre todo si atendemos a la gran cantidad de jóvenes que esta tarde ocupaban los tendidos.
Y digo novillada porque así estaba anunciada y por la edad de los utreros, aunque la de era una auténtica corrida de toros por presencia, presentación, y seriedad. Seis novillos de Fuente Ymbro con hechuras de toros, de bellísima lámina para mi gusto, armónicos, proporcionados, agradables de cara, con mucha seriedad y de buen juego en general, cada uno con sus matices, con nobleza en general y un punto de clase.Una interesante y entretenida novillada, una buena novillada, una novillada de Champions para una terna formada por tres madrileños, Marcos, Alejandro Gardel y Francisco de Manuel. Hasta aquí todo bien, una preciosa tarde primaveral, por fin con un cielo azul y un sol radiante, novillos preciosos y con opciones, novilleros que han venido con la máxima entrega y disposición y para rematar el Madrid otra vez campeón de Europa. Pero por desgracia ha tenido que aparecer en escena una tarde más un personaje siniestro calentando el asiento del palco, de nombre Gonzalo J. de Villa Parro, que con su afán d protagonismo se ha vuelto a saltar el reglamente y ha negado una oreja a Francisco de Manuel pedida por abrumadora mayoría en el sexto, una oreja que significaba la Puerta Grande para el joven novillero, 18 añitos. Esto no puede seguir así ni un minuto más, lo del palco de Las Ventas es una vergüenza, seres miserables que se creen algo, que saltándose el reglamento son capaces de robar una oreja que a este chico le habrá significado un impulso tremendo a su carrera. No puede ser, nos quejamos de la falta de novilleros, y no me extraña. Si de por sí es complicado salir adelante aún más es si personajes secundarios dinamitan su progresión, les cortan las alas y les amputan la ilusión. ¿Qué pensará a estas horas Francisco de Manuel?. La vuelta al ruedo tras la muerte del sexto le ha sabido a gloria, solo había que verle la cara alegre y sonriente, pero ya en frío, en la habitación del hotel o quizás en su casa, se tiene que estar acordando del tal Gonzalo porque es plenamente consciente del enorme peso que una Puerta Grande de Madrid tiene para su futuro. Lo triste es que después de ver la desvergüenza y los desmanes de estos presidentillos comprobemos que no pasa nada, se van de rositas, ni una sanción y a los dos días vuelven a colocar sus posaderas en el palco. Una auténtica asquerosidad.
Marcos destacó con un inicio de faena al primero con doblones por bajo, genuflexo, con gusto rubricado con un pase de desdén cargado de sabor. Muy templado Marcos, llevando en largo al novillo, bajando la mano para someterlo y poniéndole la muleta en la cara para evitar la tendencia a salirse del lance. Por el pitón izquierdo resulta bastante deslucido, suelta la cara y no se entrega, sin fijeza, suelto, distraído. El cuarto fue un novillo al que recibe el madrileño por verónicas templadas, se emplea en el caballo metiendo los riñones y derribando en los dos encuentros apuntando buenas condiciones de nobleza, pero se vino abajo demasiado rápido. Faena con altibajos, alternado muletazos de buen trazo con otros más vulgares y deslucidos, a media altura, restando emoción al trasteo. Por el pitón izquierdo surgen los mejores muletazos, naturales con cierta hondura pero sin continuidad ni ritmo. Muy voluntarioso Marcos, entregado y apuntando buenas maneras, pero sin acabar de romper, silenciado en ambos toros.
Alejandro Gardel contó con un novillo de buenas cualidades demostradas desde salida. Saltó a la arena con brío, repite, bien movilidad y recorrido, aprieta hacia los adentros y Gardel lo saca lidiándolo por bajo, de manera muy torera, haciendo buena esa primera máxima del toreo: parar. Inicia la faena por bajo, doblándose, con gusto y temple, haciendo buena la segunda máxima del toreo: templar. Ya con la muleta en su mano derecha surgieron las primeras tandas en redondo adelantando la muleta, llevándolo largo, con ligazón por su buena colocación y todo por bajo, obligando al novillo y así hacer buena la tercera máxima del toreo: mandar. Buen novillo, noble, encastado y repetidor. Por el pitón izquierdo toma bien los vuelos pero acorta el recorrido y obliga al madrileño a perder algún paso, desluciendo un tanto la serie. Vuelve al pitón derecho pero el toro va a menos y la faena pierde fuelle e intensidad. Mata de entera algo vertical y desprendida para escuchar una ovación tras petición minoritaria. Con el quinto, el peor del encierro, no ha tenido ninguna opción. Suelto de salida, masa en el caballo, va y viene a su aire, sin fijeza, descompuesto en los primeros tercios, sin clase ni entrega en la muleta, faena deslavazada, con continuos enganchones por su tendencia llevar la cara alta, poca limpieza, todo a media altura, sin calidad ni emoción alguna. Mata de entera con facilidad y es silenciado.
Francisco de Manuel volvía a Madrid tras su buena actuación el pasado 1 de mayo al cortar una oreja y dar una vuelta al ruedo con su lote. El tercero humilla y repite en el capote, verónicas templadas del madrileño de origen venezolano, ganándole terreno, llevándolo a los medios para rematar con una media de clase. Banderillea el propio novillero con pureza, bien ejecutados cuadrando en la cara, reuniendo bien para salir con torería. Inicia la faena citando en largo, se le cuela por el derecho y le pega un susto. Lo prueba por el izquierdo, también se cuela. Novillo encastado y exigente, con genio y peligro al que creo que había que ponerle la muleta en la cara y tratar de llevarlo muy obligado. Así lo hace en dos buenas tandas en redondo haciendo un gran esfuerzo, tragando y exponiéndose una barbaridad ante los parones del utrero, reponedor, buscando los tobillos, mira y mide, tanto que acaba por enganchar a de Manuel y pegarle un palizón de órdago del que se levanta para volver a plantarle batalla, firme y valiente, tragando una barbaridad pero sin amedrentarse, poniéndole la muleta y tratando de llevarlo muy toreado, empresa enormemente difícil de culminar. Mata de un espadazo volcándose sobre el morrillo que genera una petición que el presidente atiende a regañadientes, casi sobre la bocina, con el novillo ya enganchado al tiro de mulillas, de fea y malas maneras, a punto de despreciar ese artículo del reglamento que dice bien clarito que la primera oreja es del público y el del palco no tiene nada que decir. Oreja al valor, el arrojo y la entrega. En el sexto cuaja Francisco de Manuel un vibrante y brillante tercio de banderillas en el que ejecuta la suerte con verdad, destacando el segundo y tercer par, de fuera a dentro, aprovechando la querencia del novillo, cuadrando en la cara. Inicia la faena en redondo, templado, con suavidad, muletazos largos, ligados con clase, por bajo, coreados con olés y uno de pecho para rematar la serie extraordinario. La segunda serie de derechazos es aún más reunida y acoplada, extraordinarios muletazos, con profundidad. Por el pitón izquierdo suelta la cara, protesta, complicado por ahí, casi imposible, pese a lo cual lo intenta poniéndole la muleta planchada, pero no pasa. Vuelve al derecho y el novillo protesta, pero a base de mando y mano baja lo somete sacando muletazos con profundidad. Se raja el novillo, se refugia en tablas y en esos terrenos, poniéndole la muleta en la cara, sin quitársela para taparle la salida saca redondos de mucha clase y mérito, entrega, ganas y disposición a raudales culminada con ayudados por bajo y un pase de desdén que levanta una gran ovación. Mata de una entera fulminante entrando recto y se le pide con fuerza una oreja que el del palco se niega a conceder, una vergüenza, otra más, que no será la última.
Y de los toros a casa, a tiempo de ver la segunda parte de la final de Kiev y disfrutar con otra Copa de Europa del Real Madrid, la decimotercera, después a Cibeles y ahora contándoles como he visto y vivido esta sábado de Champions que hubiera sido perfecto y redondo si no hubiera aparecido el del palco.
Antonio Vallejo
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