sábado, 12 de mayo de 2018

4ª de San Isidro: Un toro bravo, la verdad de Fortes y un canalla


Es una pena, una auténtica pena, y por desgracia no va ser la última vez que lo padezcamos. Es una pena que salga un toro bravo, encastado, con movilidad y emoción. Es una pena que enfrente de ese toro haya un torero que ha estado de verdad, en estado puro, jugándose la vida sin esconder ni dejarse nada atrás. Es una pena que cuando toro y torero ponen de acuerdo a todos los tendidos agitando sus pañuelos pidiendo una oreja más que merecida venga un personaje indigno, un auténtico impresentable cuya única misión es calentar un asiento del palco y por capricho, por afán de notoriedad o, simplemente, porque es un bobo de solemnidad, viole gravemente el reglamento y le niegue, le robe como un vulgar delincuente, el trofeo que se había ganado a base de exponer su vida ante los pitones de un gran toro. Es una pena que esta Fiesta tan grande pueda estar en manos de un don nadie carente del mínimo sentido y vacío de sensibilidad. Ese personaje inmundo que hoy debutaba como presidente -¡te has lucido, macho!- tiene nombre y dos apellidos, José Magán Alonso Delgado, tal y como viene publicado en el programa de mano que se reparte cada día a la entrada de la plaza, aunque en estos tiempos de eufemismos, de respetar algunas "sensibilidades" y en los que hay que cogérsela con papel de fumar a la hora de llamar a las cosas por su nombre para no "herir"   otras, entre la protección de datos y no sé cuantas chorradas más fruto de lo políticamente correcto puede que te busquen las cosquillas por llamar por su nombre a una persona.   Debe saberse quien es y como se llama, por supuesto, porque quien infringe la ley, y el reglamento lo es en la plaza de toros, no puede irse de rositas como si nada. Pero no es el único que hoy se ha comportado de manera miserable negándole a Fortes la oreja del sexto. A su lado calentaban otros dos asientos un tal José Luis González González en calidad de Delegado y un tal José Cabezas Porras "Calderón" en calidad de Asesor. No me creo que ninguno de estos dos sujetos le haya dicho al presidente que tenía que conceder la oreja, que no hiciera tonterías y cumpliera el reglamento, no me creo que se la hayan dicho y el otro no les haya hecho caso, no me lo creo. Así que nadie puede quedarse al margen de su responsabilidad y su culpa. Es una pena, una auténtica pena, que estos personajes de tercera, accesorios y totalmente prescindibles en una corrida de toros, malos aficionados, tengan la capacidad de tirar por tierra la casta de un toro, el valor y los sueños de un torero joven y la ilusión de una afición. Que se vayan y no vuelvan.
Fue en el que cerraba plaza, el mejor del encierro de Pedraza de Yeltes, una corrida que para mi gusto no fue bonita de presentación ni de hechuras, salvo este sexto. Me explico y lo hago desde mi total subjetividad. No digo que no estuviera bien presentada, era muy seria, tremenda por delante en algunos casos, pero me parecieron muy altos, largos,bastos en general, alguno, como el tercero, vareado y un tanto desproporcionado, con una cornamenta a mi modo de ver nada acorde a la cara y la caja, sin aparentar los 591 Kg que marcaba la tablilla, incluso escurrido por detrás. Pero repito, todo esto es subjetivo porque en cuanto a lámina a mi me gusta el toro bajo, reunido, armónico y proporcionado, serio pero sin excesos, pero a muchos aficionados les gustará más otra tipología de toro y no es mejor ni una ni otra, simplemente son diferentes, como al que le gustan más las rubias o las morenas, valga el tópico si me lo permiten. Curiosamente para mi gusto el sexto fue el más bonito de hechuras dela corrida y también el de más clase y bravura de la corrida. casualidad o no, pero una vez más se cumple la máxima de que los que embisten casi siempre tienen buenas hechuras. Un toro precioso, más bajo que sus hermanos, armónico, cuajado, veleto, astifino a más no poder, muy serio,  con cara, todo un tío que además ha sido bravo, ha tenido movilidad, clase pero al que también, como a todos sus hermanos, le ha faltado algo más de duración, dentro de la tónica general de la corrida que para mi ha sido la falta de fuerzas. 
Antes de entrar con este sexto quiero reseñar el buen hacer de Manuel Escribano ante sus dos toros, sosos y deslucidos, con pocas opciones, a la defensiva, pero ante los que estuvo muy dispuesto, al quinto lo recibió a porta gayola como en él es habitual, firme, aplicando altas dosis de técnica, siempre a favor del toro, cuidándolos con suavidad para que no se vinieran abajo por la justeza de fuerzas, pulcro y aseado podríamos decir, poniendo la muleta y templando para lograr sacar tan solo algunos muletas sueltos de calidad, pero sin continuidad, sin que sus faenas llegaran a tomar vuelo ni emocionaran.En banderillas hubo varios pares a toro pasado pero colocó al primero un par al quiebro y al violín junto a las tablas y al cuarto un par espeluznante al quiebro, citando sentado en el estribo, levantándose en el último segundo para quebrar con la espalda apoyada en tablas y dejar los garapullos en lo alto, tremendo de riesgo y enorme de emoción y que puso a la plaza en pie. Para mi gusto el sevillano estuvo por encima de su lote. 
Lo mismo puedo decir de Daniel Luque, excelente capotero como demostró en un extraordinario quite a la verónica en el cuarto rematado con una media bellísima, marca de la casa. Muy templado y firme ante sus dos toros, también deslucidos, que no humillaban, cabeceando, a la defensiva, a los que les puso la muleta en la cara sacando al segundo algunos naturales suelto con hondura, toreo con la mano izquierda con empaque, de muchos quilates, pero sin poder hilvanar las series y dar continuidad a la faena por la falta de condiciones del animal. Al quinto le dio la distancia y el sitio que pedía, sacó algunos redondos de clase pero igual, sin continuidad, acabando acortando las distancias y llegando a los pitones para robar al de Pedraza de Yeltes lo poco que guardaba en su interior. Al igual que Escribano, también por encima de su lote sin que pudiéramos saborear el extraordinario momento que atraviesa.
Y vamos con el sexto, el de la infamia, el de la canallada cometida por José Magán Alonso, a secas, sin el Don por delante, no se merece ese tratamiento. Un toro para mi gusto de muy buenas hechuras, descarado por delante como ya he comentado, hecho cuesta arriba, altivo, que salió frenándose en el capote, algo descompuesto, echando la cara arriba y desarmando a Fortes. Pero en el caballo todo cambia. Se arranca en largo, galopa con alegría, mete la cara abajo y empuja con celo y codicia el peto de la cabalgadura De Francisco de Borja Ruiz en un sensacional primer puyazo, mete los riñones y pelea con bravura. Lo saca el propio matador del caballo primero andándole hacia atrás con torería y luego en un quite vistísimo por tafalleras rematado con una media monumental que arranca una tremenda ovación. Como la que se gana José Antonio Carretero al banderillear con pureza y mucho oficio a este toro, o como la que dedicó el público a Juan Contreras tras dos sensacionales pares al quinto, o como la dedicada a Raúl Caricol en el segundo. ¡Qué extraordinario momento vivimos en el toreo de plata! repleto de extraordinarios profesionales. El inicio de faena del malagueño destila torería por los cuatro costados, doblones por bajo, preciosos, ganado pasos, llevando al toro hacia los medios. El de Pedraza de Yeltes responde con nobleza, mete la cara con clase y va bien, se desplaza, se viene en largo, le da distancia. Toma la muleta con la diestra y compone dos tandas en redondo con profundidad, templando, ligadas por bajo, despertando a los tendidos que responden con olés. Torea de verdad Fortes, sin esconderse ni dejarse nada atrás, tanto que recibe una voltereta tremenda de la que sale milagrosamente ileso. No se descompone a pesar del susto, sigue igual, firme, relajado, seguro, con una entrega y una voluntad infinita, poniéndole la muleta por ambos pitones para sacar muletas de mucho valor. Es cierto que el toro pedía distancia, se la dio al inicio, pero a medida que la faena avanzaba se vino a menos y ahí surgió el Fortes valeroso, arrojado, jugándose la vida si. trampa ni cartón, acortando las distancias, metido entre los pitones pero tan relajado y firme como  en los redondos y naturales del inicio. Enorme dimensión del malagueño por calidad, por entrega, por valor, por todo, con pureza, mostrándose con integridad, sin taparse, sin esconder nada, transparente y claro de ideas, seguro que por su cabeza estaba pasando el sueño de triunfar en Madrid, esa plaza en la que hace no mucho recibió una gravísima cornada en la que por poco pierde la vida, algo que un don nadie tampoco debía saber a tenor de la nula sensibilidad que ha demostrado tener. Todo esto debía pasar por la mente de Fortes al tirarse a matar por derecho y dejar un estoconazo fulminante que hace rodar al toro sin puntilla. A partir de ahí el despropósito. Las Ventas se tornaron en un mar de pañuelos blancos, oreja pedida por unanimidad, sin discusión alguna, por TODOS los tendidos. Pero en el palco un personaje indigno, sin la mínima vergüenza, un miserable, un enemigo de la Fiesta que responde al nombre de José Magán Alonso, que nadie olvide este nombre para el futuro del palco, si es que el individuo lo tiene y espero que no aparezca jamás, que dice que no y que no, que él es muy chulo y que se pasa el reglamento por el forro de sus caprichos negándose a sacar el pañuelo blanco que concedería la oreja ganada por entrega, arrojo, valor y torería que Fortes debía haber paseado por el anillo venteño. Me hierve la sangre de tener que soportar que personajes inmundos roben la pureza y la esencia de la Fiesta, que es el sentimiento y la emoción, eso que TODA la plaza mostraba con su sonora y evidente petición. Son los perores antitaurinos que existen, son una plaga maligna para el toreo, hay que hacer algo ya para acabar con estos presidentillos de tres al cuarto que tantas tardes quieren copar el protagonismo que no tienen. La bronca fue monumental, imagínenselo, poca para lo que merecía, rayando en altercado público y con razón.  Pero lo que no pudo quitar a Fortes fue el honor, eso está muy por encima de un oreja, no le pudo quitar las dos apoteósicas vueltas al ruedo que dio entre el clamor de cuantos nos negábamos a abandonar la plaza atónito por la canallada cometida por el del palco, ni nos podrá quitar el gusto y el sabor a torero íntegro que nos dejó el malagueño, torero en el ruedo y caballero al retirase, ni un mal gesto de reproche, ni una palabra altisonante, diciendo que lo importante era lo que había sentido toreando. ¡Olé, maestro!, todo un señor. 

Antonio Vallejo

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