domingo, 20 de mayo de 2018

12ª de San Isidro: Expectación y decepción


Se anunciaba lluvia para esta tarde, lo que nunca es bueno para una corrida de toros, aunque suelen decir los profesionales que es peor enemigo el viento, sin duda que así es, y afortunadamente ni una ni otra inclemencia han hecho acto de presencia. Tampoco hay duda que nada como una tarde primaveral y soleada como la que finalmente ha presidido la corrida de hoy invita más a ir a los toros, lo que claramente ha contribuido para el sensacional aspecto que ha lucido la plaza de Las Ventas en esta tarde de sábado, otro lleno que llama al optimismo de cara al futuro de la Fiesta. Si Madrid no se llena en San Isidro algo falla y se me ocurren dos posibilidades: que no se dé a los aficionados el suficiente atractivo, o que la afición va en declive. Personalmente me inclino por la primera opción, porque si sobre la mesa se ponen toros de categoría y nombres de la parte alta del escalafón queda demostrado una y otra vez que el público responde. Y quizás por eso sería conveniente replantearse si realmente es necesario que el ciclo isidril sea tan largo, 34 festejos, con unos cuantos días de medianía por no decir escaso interés incluso para el aficionado, o confeccionar un ciclo más corto pero con carteles más rematados y con gancho y tirón para el público. Y el de este sábado es un claro ejemplo.
Corrida de Alcurrucén, encaste Nuñez, toda cinqueña como curiosidad, muy seria y para mi gusto excelente de presentación, entipada, pero de juego decepcionante en general, con poca entrega, aunque la movilidad y complicaciones de alguno de los ejemplares lidiados ha puesto su punto de emoción en algunas fases. Hierro de postín, de los de máximas garantías, para una terna compuesta por Curro Díaz, torero muy querido en Madrid, con dos Puertas Grandes a sus espaldas, Joselito Adame, la máxima figura del toreo mexicano y que en Madrid ya ha dejado patente su categoría, y Juan del Álamo, joven matador pero ya de considerable experiencia, con gran cartel en Las Ventas y unas cuantas temporadas, siete en concreto, en la que cada actuación en esta plaza se contaba por oreja, culminando con la Puerta Grande del pasado año.
Muy serio el primero, un pedazo de toro, imponente presencia, abierto de cara, astifino. Suelto de salida, se frena en el capote de Curro Díaz, echa las manos por delante, deslucido en los primeros tercios, aunque empuja con la cara abajo en el caballo, con fuerza. Quite de Adame por chicuelinas sin excesivo lucimiento, el toro va un tanto desentendido, no se entrega, la cara arriba, sin que tampoco mejore en banderillas, espera y aprieta hacia dentro, no humilla, deslucido tercio que resuelven con profesionalidad Juan Carlos García y Manuel Muñoz "Lebrija". Complicado en la muleta, la cara arriba en los primeros muletazos, templa el jienense y saca un par de tandas en redondo con cierta clase, aguantando los arreones del toro, bajándole la mano para hacerle humillar. Por el pitón izquierdo va rebrincado y arrolla en al primer natural a Curro, volteándole sin consecuencias. La faena no toma vuelo, el toro no humilla, suelta la cara, engancha la muleta y desluce el buen hacer de Díaz, pese a lo que saca algún natural suelto con mucha calidad y la torería que caracteriza al jienense. Toro y faena a menos, sacándole los pase de uno en uno, sin continuidad ni ligazón, para matar tras derramar  detalles de su toreo artista en unas trincherillas con mucho sabor de una entera caída que liquida al alcurrucén. cariñosa ovación respondida con saludos  desde el tercio por Curro Díaz. El cuarto porta dos velas que asustan, sale frío, rehuye los capotes, desentendido, lo para el jienense con torería, metiéndole en los vuelos con suavidad, pero el de Alcurrucén apunta a manso, busca la salida a la mínima oportunidad, marca querencia, no quiere ver al caballo, cuando entra se duerme y se deja pegar, no se emplea. Oscar Castellanos coloca dos buenos pares con mucha facilidad sin que el animal tampoco haya colaborado en este tercio. Inicio genuflexo en paralelo a las tablas tratando de hacerle humillar, pero no termina de romper, protesta, cabecea, engancha las telas con las puntas, muy deslucido, que aguanta uno o dos muletazos, al tercero suelta la cara y lanza tornillazos a diestro y siniestro. Corta pronto la faena Curro Díaz con acertado criterio vista las nulas condiciones del animal y se lo quita de en medio con una media desprendida suficiente para que las mulillas se lo lleven al patio de arrastre y los matarifes le manden a Toribio materia prima de sobra para unas cuantas raciones de rabo de toro, que es para lo único que ha servido este de Alcurrucén.
Muy abierto de pitones, serio, largo, el segundo. No se entrega de salida, poco lucimiento en el capote, pero al menos parece que humilla y mete la cara con clase. Pelea bien en el primer puyazo de Oscar Bernal, con codicia, bien agarrado, delantero, más medida la segunda vara, cumpliendo un buen tercio. Quite discreto de Juan del Álamo a la verónica, el toro llega bien al embroque pero sale distraído, sin fijeza y desluce el conjunto. Miguel Martín y Fernando Sánchez protagonizan un gran tercio de banderillas dejándose ver, de poder a poder, andando con torería, ¡que dos grandes toreros de plata!, teniendo que responder desmonterados a la gran ovación que reciben. Inicio por estatuarios sin inmutarse, el toro responde con movilidad y emoción, humillando en los trincherazos con los que lo saca los medios, cargados de torería y que despiertan los primeros olés. Primeras series en redondo, encajado, muy templado, ligando por bajo, dejándole la muleta puesta, el toro humilla y toma bien el engaño, lo lleva muy toreado el de Aguascalientes. Transmisión y emoción por ese pitón derecho, con detalles de mucho gusto como un pase de desdén para cerrar una de las tandas. Al natural baja un punto, suelta la cara y engancha la tela, más deslucido, por lo que vuelve al pitón derecho pero el alcurrucén va a menos y la faena pierde intensidad, aunque sigue presentándole la muleta por delante, conduciendo la embestida con suavidad, sin quitársela de la cara siempre muy metido para encontrar cierta ligazón. Mata de una entera desprendida y el mexicano recibe una calurosa ovación tras petición insuficiente que recoge saludando desde el tercio, algo que algunos, muy pocos la verdad, protestan. ¿Por qué?, ¿está prohibido recoger la ovación y responder con la cortesía que se merece el público?, ¿también van a decidir cuatro pintamonas como y donde hay que saludar las ovaciones?. En fin, sin comentarios, pero es que ya cansa. Veleto el quinto, estrecho de sienes, poco rematado por detrás, lo que genera protestas en algunos  sectores. Se frena en el capote de Adame, no se entrega en el recibo, suelto y desentendido, siguiendo la tónica general de la tarde. Sale como un resorte del caballo de César Morales, huye hacia terrenos de chiqueros como quien viera al diablo y allí se encuentra a Oscar Bernal, que guardaba puerta. Agarra un magnífico puyazo delantero, muy bien picado, sensacional. Tomás López y Fernando Sánchez buscan más la eficacia que el lucimiento en banderillas ante un toro que espera y corta, complicado. Sin probaturas el hidrocálido con la derecha, le pone la muleta en la cara, trata de llevarlo muy toreado, sin quitársela de la cara para taparle la salida y que no huya, pero traga un o dos muletazos y al tercero se va suelto, no hay maneara y parece que la faena se va a acabar rápido. Cambia los terrenos tras esas tandas desilusionantes  por la huidiza condición del alcurrucén, se lo lleva con torería por doblones hacia chiqueros y allí, con tesón y paciencia, poco a poco, le saca unas series extraordinarias en redondo dejándole la muleta en la cara, sin quitársela, templando, ligando por bajo, rematando con unos de pecho sensacionales. Ahí el toro responde, en esos terrenos se encuentra a gusto. Colosal el mexicano, lección de conocimiento del toro y los terrenos, planteándole batalla a este manso en el único sitio que se podía, culminando la faena con más doblones y ayudados por bajo cargados de sabor que preceden a una estocada superlativa en todo lo alto que vale una oreja indiscutible a mi modo de ver. Por supuesto, unos pocos que desde que saltó el toro no pararon de protestarlo todo también han recriminado que una mayoría inmensa pero al parecer totalmente ignorante haya pedido la oreja, quizás porque les han dejado en evidencia y han destapado su ridículo al no saber que a un toro manso se le puede sacar una faena cargada de emoción como ha sido esta.
Muy parado sale el tercero, un ejemplar acapacahado, bizco del izquierdo, bajo, cuajado, buenas hechuras que se frena en el capote y no permite nada  al salmantino Juan del Álamo. Fea pelea en el caballo de Juan Francisco Peña, sale rebrincado, mansea, rehuye el enfrentamiento, tercio deslucido, solo se le pica de verdad una vez, el primer puyazo tapándole la salida, los otros dos simplemente señalados. Banderillean con oficio Domingo Siro y Javier Gómez Pascual sin que el toro colabore demasiado, parado, cerrado y esperando. Embestida descompuesta y brusca, doblándose el salmantino en los primeros compases para tratar de someterlo, llevándolo largo para obligarle y mostrarle quien manda. Pero no mejora, corto de recorrido, sale desentendido, sin fijeza, con la cara arriba, deslucido, sin clase y sin emoción alguna, absolutamente imposible, por lo que decide abreviar con buen criterio y despacharlo con habilidad de entera traserita y desprendida. El sexto, de Lozano Hermanos, segundo hierro de Alcurrucén, parece mostrar algo más de fijeza en el capote aunque no se entrega en las verónicas de saludo de Juan del Álamo y rehuye la pelea en el caballo de Alberto Sandoval, echa la cara arriba, hace sonar el estribo, sale rebrincado, apuntando también mansedumbre. Roberto Martín "Jarocho" y Javier Gómez Pascual colocan los pares con soltura y oficio a este toro parado y sin entrega. Lo saca el salmantino por bajo con torería hacia los medios, templado, con ritmo, rompiendo la embestida del animal. Mejor en los primeros compases, metiendo bien la cara, templa del Álamo y dibuja muletazos de buen trazo en las primeras series en redondo, con algo más de recorrido y entrega, pero a medida que avanza la faena va a menos por su mansedumbre, se vuelve soso y el trasteo no pasa de intrascendente pese a la firmeza y voluntad del de Ciudad Rodrigo. Mata de entera tendida y  varios golpes de verduguillo para poner fin a una corrida de Alcurrucén que se esperaba con mucho interés, al menos yo la tenía marcada como una de las imprescindibles, pero que no ha respondido a lo esperado por su falta de entrega y su mansedumbre y que ha hecho bueno ese dicho de corrida de expectación, corrida de decepción.

Antonio Vallejo


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