Vaya por delante que a mi modo de ver la corrida de ayer debía haber sido suspendida en el cuarto o a lo sumo en el quinto toro de la tarde ante el diluvio brutal que inunda Madrid y dejó el ruedo de Las Ventas hecho una piscina de barro y los tendidos prácticamente vacíos, solo unos pocos valientes aguantaron el temporal estoicamente, mientras los demás nos refugiábamos en las gradas y andanadas si cabían o en los pasillos alrededor de las pantallas de televisión. Una tarde más, otra más y ya son muchas en lo que llevamos de feria, ¡qué hartura!, estoy hasta los mismísimos de la lluvia, menos mal que los agoreros del cambio climático nos aseguraban que este año íbamos a convertirnos en lagarto de un desierto, cuando en realidad empiezan a salirme escamas y las escápulas toman forma de aletas, vamos a acabar convirtiéndonos en peces y a respira con branquias como siga cayendo agua de esta manera. El comentario general de todos, al menos en el grupo de aficionados con los que cada día nos reunimos en el tendido 1, era unánime, había que suspender la corrida, no se podía seguir lidiando en esas condiciones, un riesgo para los profesionales y unas condiciones indecorosas para los que pagamos nuestra localidad cada tarde. Si Noé hubiera pasad por Las Ventas en la tarde de ayer seguro que había embarcado en su arca a los toros que restaban por lidiar, a los lagartos que iban a reinar en un desierto insistente según dicen los especialistas en meter miedo y quien sabe si a alguno de la especie humana que va a Las Ventas cada tarde a fastidiar con sábanas verdes, palmas de tango y consignas orquestadas haciéndonos un gran favor a los que queremos disfrutar y gozar con el Arte. Eso decía la lógica, eso es lo que marcaba la razón. Pero, ¡ay amigos! si ha ya algo que aún teniendo normas y una lógica se hace realmente grande cuando escapa al dictado de la razón y se deja llevar por el del corazón es el toreo. El toreo es sentimiento, el toreo es alma, el toreo es pasión y el toreo es emoción, y ahí no vale la lógica, ahí no hay reglas. ¡Cuanto debemos agradecer a esos auténticos héroes que ayer fueron JuanBautista, Alejandro Talavante y Alberto López Simón que ayer decidieran seguir con la corrida en esas condiciones lamentables!. Arriesgada pero acertadísima decisión que nos permitió disfrutar de algo mágico, de una tarde para la historia que quedará en la memoria grabada con letras de oro y plata, el de los bordados de los matadores y sus cuadrillas que desafiaron al temporal y elevaron al toreo a la máxima expresión, honrándolo con una lección de profesionalidad y vergüenza torera.
Dicho todo esto, ayer vivimos algo que me resulta casi imposible contar, algo que solo viviéndolo en primera persona se puede expresar. Veníamos aún con el recuerdo de la antológica obra maestra de Juli al toro de Alcurrucén el jueves, en el recuerdo la sensacional corrida de Nuñez del Cuvillo el pasado día 16, ayer repetía ese mismo hierro, y se anunciaba a Talavante en sustitución de Paco Ureña, recién operado de una lesión vertebral. El extremeño precisamente había cortado una oreja con sabor a dos en esa corrida, por lo que el reclamo era máximo y los tendidos venteños registran otro lleno, ¡qué maravilla es contemplar ese aspecto de la plaza!, para que luego digan que los toros no tienen gancho, el espectáculo que más espectadores lleva cada año en toda España por encima del fútbol, los conciertos, el teatro y no digo el cine.
Una corrida de Nuñez del Cuvillo para mi gusto muy bien presentada, quizás a alguno de los toros les hubiera rebajado algunos kilos, muy seria y aspirina a más no poder, ofensiva, de buenas hechuras, que salvo el tercero devuelto por blandura en cuyo lugar salió un sobrero de conde de Mayalde noble, con ritmo y expresión, dio un notable juego, con un segundo extraordinario, un sexto también de nota alta, primero noble pero sin transmisión, corto noble pero sin terminar de rematar y un quinto noble y obediente aunque le faltara humillación. En resumen, un muy buen encierro de Cuvillo que tras el magnífico del día 16 tiene muchísimas papeletas para llevarse los premios de este San Isidro. Y lo d ayer con le handicap del diluvio y el estado del ruedo que influye mucho en el comportamiento y el juego de los toros, quien sabe lo que hubieran dado en otras condiciones.
Com tampoco sabremos lo que hubiera hecho Paco Ureña con ese segundo extraordinario. Seguro que si vio la corrida por televisión debía estar tirándose de los pelos por su mala suerte. Lo único que sabemos es que fue un acierto de la empresa contratar a Alejandro Talavante porque, si el toro fue magnífico, él aún lo fue más. Así es la crudeza del toreo, uno firma la tarde y al final es otro quien se lleva la gloria, tristeza y éxito, dos caras de una moneda que cada día es capaz de ilusionar y hacer soñar con la grandeza del toreo, esta bendita afición, esta pasión, esta auténtica locura, ayer convertida en éxtasis con dos héroes saliendo a hombros entre el delirio de los aficionados.
Alejandro Talavante firmó ayer una tarde cumbre en su carrera, quizás la más importante, sumando la quinta Puerta Grande en Madrid, cifra al alcance de pocas figuras del toreo. Lo hizo al desorejar al segundo, un toro entripado, abrochadito de pitones pero muy serio, que mostró la nobleza y la clase que llevaba dentro desde sus primeras embestidas en el capote del extremeño, a pies juntos, suaves lances. Cumple en el caballo y aprieta a Juan José Trujillo en banderillas, hace hilo con el subalterno pero el capote salvador de Juan Bautista aparece como un milagro para sacarle del apuro. El inicio de faena es un derroche de torería, genuflexo, adelantando la muleta, llevándolo en largo, acompañando el viaje, por bajo, culminado con un cambio de mano extraordinario. En el ambiente se respira es runrún que anuncia que algo grande puede llegar. El toreo en redondo de Talavante levanta olés sonoros, sentidos, secos, nacidos del alma, como su toreo, templadísimo, la mano muy baja, con largura, encajado, metiendo los riñones, perfecto de colocación para ligar las tandas, derechazos profundos, supremos, a los que el de Cuvillo responde con nobleza y clase, persigue la muleta con fijeza, repite, humilla, no se cansa, olisqueando la arena, de dulce, tandas en redondo cada una superando la anterior, transmisión y emoción "in crescendo", comunión perfecta, toro-torero-afición, la magia del toreo, el sueño hecho realidad. Un remate con un cambio de mano larguísimo, eterno, que casi acaba en un circular pone la caldera de Las Ventas en ebullición y todo el publico en pie rompiéndose las manos a aplaudir. Por el pitón izquierdo una sinfonía de toreo acoplado, naturales templados, con hondura, ni un toque a la tela, bajando la mano, series reunidas y ligadas, máxima plasticidad, belleza celestial en los vuelos, enroscándose al de Cuvillo a la cintura, los de pecho de remate gloria bendita. Más y más, naturales dándole el pecho, de frente, metiendo los riñones, series rotundas y la plaza patas arriba. Obra maestra de Talavante, el toreo entregado, la plaza rendida, que acaba como empezó, genuflexo, alargando el viaje, por bajo, y el toro responde, con nobleza, con fijeza, con clase, grande el toro, maestro el extremeño, que remata con otro cambio de mano cargado de aromas a toreo del sur y uno de pecho que hace crujir los corazones. Estocada monumental, en dos tiempos, en todo lo alto, entrando por derecho, volcándose sobre el morrillo que fulmina la toro, rueda sin puntilla y los tendidos se inundan de pañuelos blancos pidiendo las dos orejas, en mi opinión bien concedidas por el palco y también bajo mi punto de vista merecidas y de total justicia para abrir por quinta vez la puerta de los sueños, la que conduce al Olimpo del toreo, la que lleva a la calle Alcalá. Otra oreja más hubiera caído de no haber fallado con la espada ante el quinto, un toro cornidelantero, muy ofensivo, de asustar, un auténtico tío. No humilla en el capote, cumple en varas sin más y protagoniza un tercio d banderillas en le que compromete a Valentín Luján y Julio López quienes resuelven la papeleta con tremenda profesionalidad, oficio y pasmosa facilidad teniendo en cuenta el estado del ruedo. Inicio el toreo en redondo sin probaturas, templado, bajando la mano para someter a un toro al que le cuesta humillar. La segunda tanda de derechazos es, sencillamente, magnífica, por bajo, sometiendo al de Cuvillo, enseñándole a embestir. Por el pitón izquierdo le cuesta más, Talavante le presenta la muleta, tira del toro, baja la mano y dibuja naturales hondos, con exquisito temple que son seguidos por los olés de los valientes que aguantan el temporal en los tendidos. El remate garboso con un molinete cosido a un sensacional pase de pecho elevan la temperatura y la caldera vuelve a rugir, a punto de ebullición. Elogiable la capacidad del extremeño a la hora de medir la faena, una serie más en redondo ligando por bajo, con mucha calidad, derechazos profundos y unos adornos finales cargados de sabor a toreo caro son el metraje perfecto del trasteo. Una lástima que se atascara con la Tizona, tenía otra oreja para redondear aún más la tarde, pero la gran ovación que recoge vale por ello. Inmensa dimensión de Talavante, encumbrado a ese Olimpo del toreo donde solo llegan los elegidos. Y de ahí, con uno de sus capotes, rumbo a ese otro Olimpo del fútbol que le espera en Kiev, dispuesto a ver como el Real Madrid conquista la decimotercera y Sergio Ramos le pega al aire de Ucrania unas verónicas que harán temblar a los Urales. La felicidad total para Talavante.
Alberto López Simón también ha firmado otra tarde, no s me atrevería a decir cumbre, pero sí de suma importancia en su carrera. Como Talavante también ha sumado su quinta Puerta Grande en Madrid, cifra de figura, pero ha tenido un significado muy especial para el matador y para los aficionados. Tras su eclosión hace 3 años en la que cada actuación se convertía en una salida a hombros le hemos visto en la pasada temporada y parte de la 2016 en un estado más bajo de lo habitual, preocupante porque parecía abatido y psicológicamente afectado, como superado por la vorágine en la que había entrado su carrera tras los repetidos triunfos. La tarde de ayer puede haber significado un punto de inflexión en su carrera, ayer volvimos a ver al López Simón suelto, quieto, ese que se pasaba los toros con una emoción arrebatadora, encajado, seguro, firme, como el resurgir del Ave Fénix. Tuvo que lidiar un sobre de Conde de Mayalde al ver devuelto tercero por falta de fuerzas. Toro muy hondo, abierto de cara, muy serio, suelto de salida, sin fijeza, mostrando querencia. Empuja en el primer puyazo sin demasiada codicia y mansea en el segundo, no se emplea en banderillas y resuelven con solvencia y facilidad Vicente Osuna y Jesús Arruga. Inicio de faena prometedor, estatuarios marca de la casa, sin moverse, un cambio de mano con enorme torería y un remate por bajo que arranca los olés. Toma bien la distancia al de Mayalde, templado, toreo suave, relajado, con largura, corriendo bien la mano, por bajo, series en redondo ligadas con clase, el toro es noble, repite con ritmo y transmite, López Simón torea reposado, se le ve a gusto, remata las series con magníficos pases de pecho, molinete para coser una tanda a otra, perfecto de colocación toda la faena, muy metido, pasándose al toro milímetros, tanto que en uno de los muletazos hace por el de Barajas y le pega un palizón de aúpa del que milagrosamente sale ileso. Se envalentona, vuelve a la cara y le planta batalla, adelanta la muleta, lo encela y no se la quita, series monumentales ligadas por bajo, volvía el López Simón de los triunfos, enormes y pausados los de pecho, largos, olés de esa afición deseosa de su recuperación anímica y torera. El epílogo de faena citando de frente, entregadísimo, derechazos profundos, enroscándose al de Mayalde, deja todo en manos de la espada. De nada ha importado que matara a la segunda, lo hizo despreciando a la muerte, encunándose entre los pitones para salir despedido como un muñeco de trapo, la plaza s inundó de pañuelos blancos y la oreja cayó con toda justicia. Le queda cortar otra, la del sexto para acompañar a Talavante en su viaje a hombros al más bello cielo, el de Madrid. Este fue un jabonero muy abierto de cuerna, muy serio, una barbaridad, quizá´s incluso exagerado de kilos y pitones, una auténtica bestia. Verónicas desmayadas de saludo, con gusto, el toro humilla y apunta clase y nobleza. Cumple en varas sin entregarse demasiado y permite a Juan Bautista lucirse en un quite por chicuelinas y revolera de mucha categoría. Brinda al público que ha aguantado el diluvio para ver al de Barajas, gran expectación y ganas de verle triunfar. Primero muletazos por bajo, doblones ganado pasos, sometiendo al de Cuvillo. Por el pitón izquierdo se muestra complicado, pide mando y que le puedan, dominarlo por bajo. Por el derecho, en cambio, es otra edición, humilla, tiene recorrido y fijeza. Grandes series en redondo del madrileño, templado, ligando los muletazos con la mano baja, llevándolo muy metido, cosido a la tela, los remates de pecho, largos, está cargados de gusto, las trincherillas con la que abrocha alguna de la series son de escándalo. Vuelve a tomar la muleta con la izquierda, ahora el toro va, naturales hondos, ligados, vaciando el muletazo, el cuvillo va a más, humilla, la muleta arrastrada por el barro, gran intensidad y transmisión, rematando la faena con una última serie de derechazos con profundidad que ponen la plaza en pie. Otro estoconazo magnífico sirve para hace rodar al toro de Nuñez del Cuvillo y sirve para esa oreja que le abre la puerta más anhelada por López Simón.
Juan Bautista ha contado con pocas opciones ante su lote. ha mostrado su capacidad lidiadora, su tremenda técnica, su facilidad para hacer pasar a los toros, bien colocado, templado, haciendo las cosas bien, pero la falta de entrega y emoción de sus toros ha impedido mayores logros. Y eso que ante el quinto ha dejado fase de toreo acoplado, series y muletazos de gran calidad, templados y ligados, pero sin continuidad, con altibajos, lo que no he permitido que las faenas tomaran altura. Solvente y entonado pero sin llegar a conectar con los tendidos, algo fríos con el francés, un torero que a veces, quizás por esa gran técnica, parece academicista, todo pulcro y aseado pero un tanto mecánico y previsible, falto de transmisión. Una ovación con saludos a la muerte del quinto premian la buena labor de Juan Bautista durante la tarde de ayer.
La imagen de dos toreros hombros son la mejor muestra al mundo de la verdad del toreo, la imagen de la alegría, del triunfo, antípodas de la crispación y la barbarie. Una tarde para salir toreando al aire y gritar ¡Qué grande es el toreo!.
Antonio Vallejo
Alberto López Simón también ha firmado otra tarde, no s me atrevería a decir cumbre, pero sí de suma importancia en su carrera. Como Talavante también ha sumado su quinta Puerta Grande en Madrid, cifra de figura, pero ha tenido un significado muy especial para el matador y para los aficionados. Tras su eclosión hace 3 años en la que cada actuación se convertía en una salida a hombros le hemos visto en la pasada temporada y parte de la 2016 en un estado más bajo de lo habitual, preocupante porque parecía abatido y psicológicamente afectado, como superado por la vorágine en la que había entrado su carrera tras los repetidos triunfos. La tarde de ayer puede haber significado un punto de inflexión en su carrera, ayer volvimos a ver al López Simón suelto, quieto, ese que se pasaba los toros con una emoción arrebatadora, encajado, seguro, firme, como el resurgir del Ave Fénix. Tuvo que lidiar un sobre de Conde de Mayalde al ver devuelto tercero por falta de fuerzas. Toro muy hondo, abierto de cara, muy serio, suelto de salida, sin fijeza, mostrando querencia. Empuja en el primer puyazo sin demasiada codicia y mansea en el segundo, no se emplea en banderillas y resuelven con solvencia y facilidad Vicente Osuna y Jesús Arruga. Inicio de faena prometedor, estatuarios marca de la casa, sin moverse, un cambio de mano con enorme torería y un remate por bajo que arranca los olés. Toma bien la distancia al de Mayalde, templado, toreo suave, relajado, con largura, corriendo bien la mano, por bajo, series en redondo ligadas con clase, el toro es noble, repite con ritmo y transmite, López Simón torea reposado, se le ve a gusto, remata las series con magníficos pases de pecho, molinete para coser una tanda a otra, perfecto de colocación toda la faena, muy metido, pasándose al toro milímetros, tanto que en uno de los muletazos hace por el de Barajas y le pega un palizón de aúpa del que milagrosamente sale ileso. Se envalentona, vuelve a la cara y le planta batalla, adelanta la muleta, lo encela y no se la quita, series monumentales ligadas por bajo, volvía el López Simón de los triunfos, enormes y pausados los de pecho, largos, olés de esa afición deseosa de su recuperación anímica y torera. El epílogo de faena citando de frente, entregadísimo, derechazos profundos, enroscándose al de Mayalde, deja todo en manos de la espada. De nada ha importado que matara a la segunda, lo hizo despreciando a la muerte, encunándose entre los pitones para salir despedido como un muñeco de trapo, la plaza s inundó de pañuelos blancos y la oreja cayó con toda justicia. Le queda cortar otra, la del sexto para acompañar a Talavante en su viaje a hombros al más bello cielo, el de Madrid. Este fue un jabonero muy abierto de cuerna, muy serio, una barbaridad, quizá´s incluso exagerado de kilos y pitones, una auténtica bestia. Verónicas desmayadas de saludo, con gusto, el toro humilla y apunta clase y nobleza. Cumple en varas sin entregarse demasiado y permite a Juan Bautista lucirse en un quite por chicuelinas y revolera de mucha categoría. Brinda al público que ha aguantado el diluvio para ver al de Barajas, gran expectación y ganas de verle triunfar. Primero muletazos por bajo, doblones ganado pasos, sometiendo al de Cuvillo. Por el pitón izquierdo se muestra complicado, pide mando y que le puedan, dominarlo por bajo. Por el derecho, en cambio, es otra edición, humilla, tiene recorrido y fijeza. Grandes series en redondo del madrileño, templado, ligando los muletazos con la mano baja, llevándolo muy metido, cosido a la tela, los remates de pecho, largos, está cargados de gusto, las trincherillas con la que abrocha alguna de la series son de escándalo. Vuelve a tomar la muleta con la izquierda, ahora el toro va, naturales hondos, ligados, vaciando el muletazo, el cuvillo va a más, humilla, la muleta arrastrada por el barro, gran intensidad y transmisión, rematando la faena con una última serie de derechazos con profundidad que ponen la plaza en pie. Otro estoconazo magnífico sirve para hace rodar al toro de Nuñez del Cuvillo y sirve para esa oreja que le abre la puerta más anhelada por López Simón.
Juan Bautista ha contado con pocas opciones ante su lote. ha mostrado su capacidad lidiadora, su tremenda técnica, su facilidad para hacer pasar a los toros, bien colocado, templado, haciendo las cosas bien, pero la falta de entrega y emoción de sus toros ha impedido mayores logros. Y eso que ante el quinto ha dejado fase de toreo acoplado, series y muletazos de gran calidad, templados y ligados, pero sin continuidad, con altibajos, lo que no he permitido que las faenas tomaran altura. Solvente y entonado pero sin llegar a conectar con los tendidos, algo fríos con el francés, un torero que a veces, quizás por esa gran técnica, parece academicista, todo pulcro y aseado pero un tanto mecánico y previsible, falto de transmisión. Una ovación con saludos a la muerte del quinto premian la buena labor de Juan Bautista durante la tarde de ayer.
La imagen de dos toreros hombros son la mejor muestra al mundo de la verdad del toreo, la imagen de la alegría, del triunfo, antípodas de la crispación y la barbarie. Una tarde para salir toreando al aire y gritar ¡Qué grande es el toreo!.
Antonio Vallejo
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