Maldita espada, maldita mala suerte, era una faena histórica, eran dos orejas, era una Puerta Grande segura, pero no una más , era una Puerta Grande apoteósica, antológica, histórica. D. Julian López "El Juli", un maestro de época, uno de los grandes de la historia del toreo ha escrito esta tarde sobre la arena de la primera plaza del mundo una de las obras maestras del toreo, una oda al Arte, al sentimiento y a la emoción, al mando y al poderío, a la elegancia, la clase y el gusto. Juli nos ha hecho vibrar, Juli nos ha hecho soñar, Juli nos ha llevado al cielo de la pasión, Juli nos ha hecho vivir el toreo en su máxima expresión, enorme Juli, maestro Juli, figura Juli. Ha sido con el tercero de la llamada Corrida de la Cultura, un toro de Alcurrucén muy serio, cornidelantero, algo acapachado, muy en tipo, magníficas hechuras, que en los primero tercios ha tenido un comportamiento muy propio del encaste Nuñez. ¡Y algunos, los cuatro de siempre, lo han protestado!. Geniudo en el capote, embistiendo a arreones , pero había algo en él que hacía pensar para bien, tenía movilidad y de su embestida algo bronca se desprendía emoción, repetía en el capote. No pelea bien el caballo, no se emplea, y en banderillas tampoco da facilidades. Pero, ¡Ay en la muleta!, ha roto con bravura, clase, nobleza, transmisión y mucha emoción. Lo veía claro Juli desde el tercio mientras observaba como Álvaro Montes y Fernando Pérez colocaban los garapullos. No tenia dudas, con la muleta en la mano ordenó despejar el ruedo y comenzó sin probaturas, un inicio de faena pletórico por bajo, doblones inmensos, , trincherillas de sabor interminable, remate por bajo que ponen a la plaza en pie. Por el pitón derecho el toro es de lujo, y Juli aún más. Tres tandas en redondo monumentales dándole distancia, templadísimo, adelantando la muleta, con suavidad exquisita, un ritmo portentoso, alargando el viaje, por bajo, perfectamente colocado para ligar los muletazos, encajado, metiendo los riñones. El toro se desplaza con alegría, humilla, persigue la tela con fijeza, repite, gran toro, bravo, noble, con clase y duración. No va tan claro por el izquierdo pero ahí surge el Juli poderoso, le muestra el camino y saca naturales con hondura, de una belleza superlativa, suaves, acariciando la embestida del alcurrucén, ligados, la mano baja, muy baja, el compás abierto, grandioso. Toro y torero entregados en una apasionada melodía coreada con olés nacidos del alma, ese alma que toro y toreo están quebrando a cada muletazo. Todo fluye de manara natural, la magia del toreo, eso inexplicable que solo quienes nos dejamos llevar por esta pasión somos capaces de sentir. Más tandas de derechazos, tan largos y profundos como antes, ahora con la muleta cosida a los pitones, un pase de pecho que caba casi en un circular, los cambios de mano, los desplantes, la plaza en pie, remates por bajo que son torería pura, todo es belleza, todo es Juli, mando, poder, dominio, técnica, conocimiento, clase, gusto, en definitiva, Arte y una tauromaquia al alcance de muy pocos. Una media trasera no empaña la obra maestra de Juli en esta tarde de mayo madrileño que quedará para la historia. La oreja que pasea en una vuelta al ruedo apoteósica en la que unos cuantos, sobra decir quienes, han tenido que agachar la cabeza ante el ridículo que han hecho una vez más, porque la Autoridad es Juli.
Pero no ha sido esto lo único que ha tenido la tarde, ni mucho menos. Ha habido mucho más, para desgracia de los que hoy también venían dispuestos a hacerse notar y montar el show reventador con su palmas de tango y sus repetidos soniquetes nada más saltar a la arena el primeros, un toro de magníficas hechuras, muy serio, astifino, musculado, proporcionado y armónico, abrochadito de pitones. ¿Por qué han protestado? Vayan ustedes a saber, expediente X, así son estos sabios. La única explicación es su hierro, Victoriano del Río, es decir, sus fobias una vez más. Un toro en le que hemos visto un apasionante pique en quites, como a la antigua usanza, ambos matadores en sana rivalidad. Primero Juli con uno por tijerillas y delantales con una suavidad exquisita y una media de remate de auténtico lujo entre las protestas a no sé qué del 7 y ese personaje de sainete que se sienta cada tarde en la andanada del 9 y que gasta su dinero en ir a los toros para que veamos que sabe dar palmas de tango. Será que le sobra y eso le entretiene, hay gente pa tó. Replica Ginés Marín con uno por gaoneras dándole distancia al toro y pasándoselo ajustadísimo para rematar con una revolera que levanta los olés. Pero el maestro Juli quiere dejar claro su jerarquía y en su contrarréplica pone en pie a toda la plaza con uno por chicuelinas muy templadas y bajas con el compás abierto y la cintura quebrada que son una sinfonía de belleza y elegancia para rematar con una media suprema que genera el delirio. En este primero hemos podido ver al Juli dominador ante cualquier toro, incluso el que no humilla y carece de recorrido y emoción. Temple y técnica magistral son la receta para acabar metiendo al de Victoriano del Río en la muleta en un par de tandas al natural templadísimas, despaciosas, ligadas por bajo, con hondura y ejecutadas en paralelo a las tablas del 7, para que se entera quién manda aquí, levantando los olés de la inmensa mayoría de la plaza, poderoso Juli, maestro Juli, tampoco exento de valor y de un par bien puestos, como ha demostrado ante el quinto, un toro de Domingo Hernández que no se ha empleado en ninguno de los tercios y que ha llegado lastimado a la muleta, encogido, acobardado, reponer, buscando los tobillos o lo que hiciera falta para herir, soltando gañafones a diestro y siniestro, peligroso, un toro imposible. Juli valeroso, Juli profesional, poniéndoselo y exponiendo sin necesidad, sin posibilidad alguna de lucimiento, solo por vergüenza torera y quien sabe si para callar las pocas bocas que aún se permitían echarle en cara no sé qué. Pero es que no hay quien entienda a ciertos sectores, afortunadamente. El espadazo con el que ha finiquitado a este quinto debía haber sido en el tercero, pero así es la Fiesta y por eso se llama suerte suprema a la de matar. La tremenda, cariñosa y merecida ovación saludada desde el tercio por Juli tras la muerte de este quinto ha puesto un broche de oro al paso por este San Isidro de uno de los grandes de la historia del toreo, D. Julián López "El Juli", la verdadera Autoridad en la plaza.
Y aunque hasta ahora pueda parecer lo contrario no ha estado solo Juli en esta tarde de la Cultura. Junto al madrileño hacía el paseíllo el triunfador del pasado San Isidro, el jerezano Ginés Marín. Un paseíllo en el que ambos se han presentado en Madrid como merecida una corrida de tanto relumbrón como la de la Cultura, perfecta y elegantemente vestidos. El madrileño con un terno azul mahón y oro y el jerezano con un capote de paseo negro que en combinación con el color rojo, sangre de toro, del vestido componía un conjunto que junto con mi amigo Jacobo, con el que he compartido esta tarde de toros, hemos bautizado como Falange y oro, precioso terno y mejor definición si cabe. No han podido elegir mejor la combinación de colores ambos matadores, solo con eso la tarde empezaba bien.
No se le puede reprochar absolutamente nada al jerezano. Tremenda actitud, máxima entrega y total disposición, con el capote, como he comentado en los quites del primero, con la muleta, intentándolo con el imposible segundo, un toro reservón, sin clase alguna, que pierde las manos a la mínima, poniéndole la muleta en la cara, tratando de conducir la inexistente embestida del de Victoriano del Río, tragando parones y miradas del toro sin inmutarse ante eso ni ante la falta de respeto de los puristas que han coreado con olés du guasa, chuscos y burdos, los intentos de Marín por sacar algo de ese toro. No se puede caer más bajo ni ser tan mal aficionado. Deberían saber que lo mínimo y más básico es el respeto a quien se juega la vida ante un toro, igual ue han hecho con el primero de Juli, una vez más con esos "miaus" ridículos con los que tratan de burlarse según quien toree y según la divisa que luzca el toro. Y me ha gustado mucho la actitud y el carácter de Marín en el cuarto, un toro con el que Jesús Díez "Fini" brilló en banderillas con dos pares de poder a poder y que Marín brindó al público con decisión, aunque no había demostrado buena condición en los primero tercios y sin importarle nada algunos reproches, como tampoco le importó como cayera la montera, él lo que quería era torear. Así empezó la faena, torero, por bajo, con mando, estor humillaba y repetía pero a medida muletazo soltaba la cara, toro exigente y con peligro, sabiendo lo que se dejaba atrás. Total entrega de Ginés, se pone y se expone, a cuerpo limpio, al toro le cuesta pasar y mide, tanto que en uno de los barones prende al jerezano milagrosamente sin consecuencias, pero hemos vivido segundos de angustia a merece del toro. Se repone y le planta cara envalentonado. Más no se puede pedir y así se lo reconoce la plaza con una fuerte ovación tras la muerte del toro. Ni en el sexto decayó el ánimo de Ginés que lo recibió con verónicas templadas y acompasadas. en este toro hemos vivido la emoción y la belleza del tercio de varas cuando se ejecuta con rectitud. Coloca al toro en largo, este se arranca con galope alegre y brío llamado por el magnífico toreo de Agustín Navarro que mueve su cabalgadura y cita a la perfección, mete la cara abajo, empuja con celo, mete los riñones, agarrando dos extraordinarios puyazos, delanteros, en el sitio, midiendo el castigo perfectamente, dos puyazos de premio, serios candidatos al final de feria. La despedida a Navarro ha sido apoteósica, los tendidos haciendo la ola a su paso, la ovación atronadora, grandísimo tercio. El inicio de faena invita a soñar. El toro de Victoriano del Río tiene movilidad y repetición, humilla con clase, muy templado gines Marín, le presenta la muleta planchada, se la pone en la cara, no se la quita y saca dos tandas en redondo de enorme profundidad, muy acoplado, con un cambio de mano para perder el sentido. Al natural no va igual, traga dos y al tercero se va del muletazo, si bien algunos tiene una hondura brutal, por lo que vuelve a la diestra. Pero el toro va a menos, se para y s epone a la defensiva. De nuevo alarde de entrega y valor de Ginés Marín, entre los pitones, dejándose llegar hasta la barriga, tragando parones y miradas una vez más, muy firme y dispuesto, mayor actitud imposible. Por si faltaba algo se despide con unas manoletinas espeluznantes pasándose al morlaco a milímetros del vestido para rematar una tarde en la que ha estado muy por encima de sus toros y dejando claro que su triunfo del pasado año no fue flor de un día ni pura casualidad.
Juli, leyenda, historia viva, es la Autoridad, en toda la plaza, en el ruedo ante el toro y en los tendidos poniendo a bastantes en su sitio. Hoy lo ha vuelto a demostrar.
Antonio Vallejo
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