viernes, 31 de mayo de 2019

17ª de San Isidro: ¡Fuera el 7!


Este parte médico con el que abro esta entrada es, para mi,  el triste resumen de lo que ha sido una tarde que venia precedida por una expectación máxima, una tarde de "no hay billetes" desde que salió a la venta más allá de los abonados, una tarde que podía haber supuesto la mayor expresión de la Fiesta, el valor y el arte cogidos de la mano para desenfundar los sentimientos más profundos y desenfrenar las mayores emociones. Sobre el papel los ingredientes suficientes para lograrlo, unos toros de enorme reconocimiento y que todo el mundo quiere ver y una terna compuesta por dos matadores que conocen este encaste a la perfección, Manuel Escribano y Román, con el aliciente de la presencia de la máxima figura del momento, del torero al que todo el mundo quiere ver, del que ha puesto patas arriba el escalafón, del que está llamado a liderar el toreo desde ya mismo, Andrés Roca Rey. Pero, ¡ay amigo!, que la que estaba llamada a ser una posible tarde gloriosa para el toreo me ha dejado un mal cuerpo y un desagradable sabor de boca por la falta de educación, la falta de respeto y la miseria de un sector minoritario de esta plaza que una vez más ha tenido durante toda la tarde un comportamiento mezquino a más no poder.
Para empezar, una vez más han montado el numerito de las pancartas contra D. Gonzalo de Villa Parro al romperse el paseíllo. Repito, tienen todo el derecho a pensar que la segunda oreja a Perera fue excesiva, para mi no, pero respeto su opinión. Tienen todo el derecho a quejarse como y cuando corresponde, que fue aquel día 15 con una pitada o una bronca monumental, como prefieran, tras el arrastre del toro y el juicio a toro y torero. Pero lo que me parece ya de choteo es que cada cinco días tengamos que aguantar su pataleta con las dichosas pancartas. Esos que hablan de la pérdida de seriedad de la plaza están consiguiendo convertir a la antes llamada primera plaza del mundo en un patio de corralas. Y lo más gracioso del mundo, mejor dicho, lo más triste de todo, es que sos mismos que mostraban las pancartas pidiendo echar del palco al presidente, han acabado aplaudiéndole puestos en pie en lo alto del 7 y algunos aledaños, que la falta de educación es contagiosa, cuando se ha negado a conceder una oreja pedida por clara mayoría para Roca Rey a la muerte del sexto. ¡Tócate las narices! ¡Eso es coherencia!. Aunque pensándolo bien es el resultado lógico de su acción. Matones de barrio que a base de coaccionar y amedrentar consiguen lo que quieren, en este caso acojonar, perdonen la expresión pero dentro del diccionario me parece la más acertada para describir lo que hacen, al palco y a gran parte de la plaza. Podría decirse que es como la pataleta de un niño caprichoso al que si no le das lo que quiere, le dices a todo que sí y que guapo es, monta una de mil demonios hasta conseguirlo, pero cuando estupor medio la vida de un hombre que se expone con toda verdad ante un toro bravo la cosa cambia y de niño rabioso pasa a ser tipo despreciable.
De entre sus muchos caprichos este sector tiene el de señalar en cada momento cual es el torero que vale, su protegido, y cuales no. Generalmente son las figuras las que primero caen en desgracia para esos sabios puristas del 7 alto. Que se lo digan a Manzanares, padre e hijo, que se lo digan a Ponce, que se lo digan a Juli, que se lo digan a Talavante, que se lo digan a Castella, que se lo digan a Perera, que se lo digan a Cayetano. Ellos tiene su lista negra en la que acaban de incluir a Roca Rey por su indiscutible condición de figura. Da igual lo que haga que le vana a recriminar todo, que su faena va a estar inundada de sus grititos favoritos, el de "hay que torear", el de "estás fuera", el de "muy mal", etc. Hoy ha sido igual, Roca Rey ha tenido que pelear contra los toros de Adolfo Martín y contra ese minoritario pero ruidoso y grosero sector que tiene enviados en andanada del 8 y 9 y alguno que otro emboscado en el 6. Ha dado igual que el peruano haya toreado al complicado y peligroso tercero con un mando, una decisión y una firmeza superlativa por el pitón izquierdo, el único potable del adolfo, ya que por el derecho era imposible, no pasaba y soltaba tornillazos con una violencia descomunal. A las de poder y bajas la mano le ha pegado tandas de naturales templadas con mucho empaque, sabiéndole perder los pasos necesarios, tirando del toro para que luciera más de lo que era, aguantando parones y miradas de un toro que tenía poco recorrido, que enseguida se daba la vuelta y rebañaba la tibia. Firme, sincero, honrado el peruano, jugándosela a cara de perro, con la verdad del toreo por delante. Toda la faena se la han pasado recriminándole la colocación, cuando la verdad es que en todo momento ha tomado el primer muletazo de cada tanda cruzado, pero para ligar con ritmo y emoción es imposible estar siempre cruzado, más aún con un toro que se volvía y reponía como hacía ese, deberían saberlo. Valiente y firme Roca Rey en ese tercero, por encima. Más de lo mismo ante el sexto, un toro bravo y con buenas condiciones de repetición y humillación desde que ha salido y ha tomado los primeros capotazos. Lo ha entendido y lo ha toreado a las mil maravillas el peruano. Directamente con la mano derecha, en largo, series rotundas en redondo, temple y mano baja, ligazón perfectamente colocado, emoción y belleza, todo despacio, todo con gusto, toreo reunido. Una y otra serie, cortitas, perfectamente medidas y administradas, inmensa claridad de mente de Roca Rey, se sucedían por ese pitón derecho, encajado, siempre en los medios, en un palmo de terreno, con cambios de mano   excelsos y pases de pecho eternos, acabados por la hombrera contraria. Toreo clásico, toreo puro, enroscándose al toro, de mucha belleza y transmisión, pero a algunos no les parecía bien y no han parado de soltar esos pitidos absurdos e inoportunos. Por el pitón izquierdo los naturales han costado más porque por ahí se desplazaba algo pero y protestaba porque ya se veía podido anteriormente, pero a base de mando y sometimiento por bajo ha acabado por componer tandas de naturales depsaciosos, con mucha hondura, templados, con recorrido, realmente magistral. Y también se oían algunas protestas acalladas por una abrumadora mayoría que seguíamos la faena con olés y ovaciones atronadoras. Todos ese toreo puro, clásico, templado, no ha estado exento de enormes dosis de valor, porque a medida que la faena avanzaba y el adolfo se sentía más y más podido, se defendía, acortaba el viaje y se paraba para medir. La última serie en redondo ha sido maravillosa, llevándolo muy toreado, cosido a una muleta que barría la arena y aguantando un arpón interminable que ha terminado en uno de pecho soberbio. Los adornos finales por bajo, cargados de torería, ponían la guinda a una faena que iba directa a las dos orejas de haber matado bien. Pero un pinchazo y un estoconazo arriba le han parecido al presidente motivos suficientes para violar el reglamento y negar una oreja a Roca Rey que ha sido pedida por clara mayoría. Y los del 7 van y se ponen en pie para aplaudirle. ¡Sinvergüenzas!.
Román se ha llevado  una oreja del quinto con todo merecimiento, una oreja de ley a otro buen toro de Adolfo Martín. Poderoso con el capote, verónicas genuflexo con gusto y recorrido y poderoso en la muleta ante un toro que había que someter y que tenía mucha dificultades. Faena de muchomñerito y cabeza despejada de Román, que ha sabido dominar a este toro que en principio no mostraba mucho recorrido aunque metía bien la cara y que reponía como es habitual en este encaste. Bajando la mano, tirando del toro, poco a poco lo ha metido en la muleta, con temple, despacio, la mano baja, profundidad y hondura por ambos pitones, Series rotundas, ligadas con gusto, siempre por abajo, enorme emoción que han tenido su culmen en unos redondos templadísimos, muy despacio, llevándolo muy toreado, arrastrando la muleta, alargando el viaje, una maravilla que ha puesto en pie a toda la plaza, como también lo ha hecho con una serie de naturales de máxima hondura, metiendo al adolfo en los vuelos, aguantando las venidas por dentro del toro que sabia perfectamente lo que se dejaba. Toreo encajado y profundo, con empaque y mucho valor a la vez. Adornos finales por bajo repletos de sabor y un estoconazo en todo lo alto han levantado una petición unánime que el usía no ha podido negar, hubiera sido escandaloso, pero ya estamos curados de espanto y cualquier cosa puede pasar en esta plaza que cada día pierde sensibilidad, dignidad, criterio, rigor y seriedad por esta infecta patulea que quiere imponer sus caprichos. Nada ha podido hacer el valenciano con el segundo, una alimaña que no tenía fondo alguno, que no se dejaba dar ni un pase, que se volvía y reponía, rebañando todo lo que encontraba su paso. Valentísimo Román, derrochando honradez, sinceridad, profesionalidad, y demostrando que tiene un par de huevos bien puestos  siempre mostrándole la muleta y tratando de llevarlo metido, pero el adolfo se cuela en cada pase, suelta la cara, a la defensiva, arreones a diestro y siniestro. Tanto arriesgo Román que en uno de esos tornillazos le prendió y le pegó una cornada de 5 cm en el glúteo, sin importarle nada porque volvió a la cara del toro, le pegó un pase de pecho de órdago y se tiró a matar dejando una casi entera traserita y vertical que precisó de un golpe de verduguillo para mandar a la alimaña camino del desolladero. Ovación con saludos para Román por su sinceridad y valor.
Manuel Escribano lleva toreadas ni sé las corridas de este encaste Albaserrada y de otros, como Miura, de los catalogados duros. Y en su historia siempre resonará el nombre de Cobradiezmos, el toro de Victorino que indultó en La Maestranza. Es decir, que es un hombre que conoce a la perfección a estos toros y que sabe lo que es alcanzar la gloria con ellos. No sé, la verdad, si lo de Cobradiezmos es la causa de que esta tarde el 7 y sus aledaños hayan estado todo el tiempo recrimnándole cuanto hacía. No lo entiendo porque no sé que más querían que hiciera el sevillano en la tarde de hoy. Al primero se ha ido a recibirlo a porta gayola con una larga cambiada, eso es disposición, digo yo, ¿no?. No ha renunciado a banderillear aún siendo que no era un toro excesivamente colaborador. Tres pares francamente buenos, el primero  en los medios con mucha pureza, el segundo de dentro a fuera, de tablas a la segunda raya cuadrando en la cara y un tercero al quiebro y violín cerrado en tablas de mucho riesgo y mérito. Y en la muleta ha sacado más de lo que era el toro, noble y colaborador pero soso y deslucido hasta decir basta. Muy templado el sevillano, llevándolo despacio, pero el toro no humillaba, se queda acorto y no transmitía ni lo mínimo. Eso por el pitón derecho, porque por el izquierdo además se revolvía con cierto peligro. Pues le censuraron hasta que se pusiera, aunque si hubiera cortado por lo sano seguro que alguno le hubiera gritado que "se va sin torear". La estocada en el sitio, perfecta, hundiendo el acero hasta la empuñadura es de apuntar para premio.
En el cuarto, un toro con una cornamenta brutal, una verdadera exageración, desproporcionada a su caja, es donde para mi se ha vivido lo más desagradable e inadmisible de la corrida, donde el 7 y sus acólitos han demostrado su falta de respeto al toreo, porque solo respetando la torero se respeta a este arte. Ha sido vergonzosa, indignante, la persecución durante toda la faena, gritos a destiempo diciendo auténticas bobadas, pitos a cada pase, descalificaciones impropias de alguien que se considere aficionado. Por poner un ejemplo, ha cuajado un extraordinario tercio de banderillas, primero con una par de mucha verdad de fuera a dentro, otro de mucha exposición desde las rayas del tercio hasta clavar cerrado en tablas y un tercero de un riesgo máximo, rayando en la temeridad, sentado en el estribo para levantarse en el último segundo y dejar los palos pegado a la barrera, casi sin sitio para escapar, imposible en apariencia. Pues estos puristas le han montado una bronca de mil demonios porque las dos últimas banderillas no han aguantado sobre el lomo del toro. Una falta de sensibilidad y una falta de respeto para mi inadmisible en una plaza de toros, lo digo sin reparos. Menos mal que la inmensa mayoría ha sabido reconocer la exposición y la honradez de Escribano con una ovación atronadora, todos en pie. Ha comenzado calado en los medios, dos cambiados por la espalda de infarto, los pitones rozando la chaquetilla, electrizante arranque. Aprovecha el buen tranco del toro para componer series en redondo repletas de temple y mando, llevando la muleta muy baja, ligadas a ras de suelo, con un gusto y una emoción inmensa. Series enganchadas por delante, tirando del toro, haciéndoselo todo a favor para que luciere aún más de lo que era, sin dejarse nada. Toreo encajado, reunido y rotundo. Por el pitón izquierdo la reunión es menor, no se entrega y humilla como en los derechazos, aguanta barones, uno de ellos interminable, como el de Román o el de Roca Rey, angustioso, con las puntas en la misma barriga, pero caba pasando y le pega uno de Pacho monumental. Un hombre jugándose la vida con toda transparencia, sinceridad y verdad y unos ahí arriba tarando de hacerle la vida imposible, recriminándole un centímetro más o menos ante ese toro de una amplitud de cuna auténticamente bestial. Pero Escribano ha seguido a lo suyo, torear, y de maravilla, otra vez por el derecho, siempre por bajo, siempre obligando al toro, alargando el viaje, y los del 7 sin callar, uno con lo de sin torear, otro que si estás fuera, sin respeto alguno. Me imagino que se habrán quedado contentos cuando el adolfo le ha metido el cuerno por el cara interna del muslo y se lo ha atravesado, eso es lo que querían, sangre, y si puede ser vísceras, mejor, como el circo romano, ahí lo tenían, lo ha conseguido a base de gritos y faltas de respeto, groserías descalificaciones y mala educació. Ahí tienen el parte médico, ese es su botín, ya pueden irse contentos a casa. Con que estaba fuera, ¿eh?, con que no se arrimaba, ¿eh?. Y ahora , ¿que?. Debiera caérseles la cara de vergüenza, pero no la tienen. Menos mal que una parte de la plaza ha, hemos reaccionado en contra de esos malos aficionados, en contra de ese cáncer que padecemos en la plaza de Madrid, en contra de quienes han conseguido que hoy la antes llamada primera plaza del mundo haya perdido toda credibilidad y rigor por culpa de pocos más que una treintena que quieren hacerse los dueños de Las Ventas. Que se vayan ya, ¡fuera el 7!.

Antonio Vallejo 

jueves, 30 de mayo de 2019

16º de San Isidro: Justo salvador


Justo al final, Justo en el último toro de una corrida que pasó capítulo a capítulo en tono gris, Justo salvador, Emilio de Justo al rescate de una victorinada que no cumplió como merecía en la conmemoración de una fecha tan emblemática como el centenario del debut  de el hierro de la A coronada en la plaza de Madrid. Fue un 29 de mayo de 1919 cuando los Albaserradas pisaron por vez primera el ruedo madrileño, desde aquel lejano día 100 años de historia que probablemente alcanzó su cenit con la famosa corrida de 1982 en la que Francisco Ruiz Miguel, Luis Francisco Esplá y José Luis Palomar salieron a hombros acompañados del ganadero, Victorino Martín, convertido en una de las mayores leyendas de la historia de la tauromaquia.
No me ha gustado la corrida de hoy ni por presentación ni por juego, muy dispar de hechuras, algunos de los que saltaron ciertamente terciados y otros fuera de tipo, aunque es cierto que todos fueron serios por delante y muy astifinos, alguno como el tercero con unos pitones descomunales para su caja y cara, muy desproporcionado en mi opinión, y que en general dieron poco juego, deslucidos, cortos de recorrido y con tendencia llevar la cara alta. De verdad, no entiendo qué se le ha visto por parte de algunos al primero y al quinto para aplaudirlos en el arrastre, puedo entender algo que segundo y cuarto recibieran palmas, pero tampoco me cuadra la ovación que se llevaron en relación a la censura a Chacón y Luque. Solo se me ocurre que hoy tocaba para algunos dejar claro que son los más toristas del mundo y que era día de gritar lo de "se va sin torear". Solo el sexto ha tenido verdadera clase y entrega, ha sido con diferencia el mejor de un encierro de nivel medio, aunque algunos parecía que estaban viendo la quintaesencia de la bravura. Pero esto es lo grande de la Fiesta, que cada uno la ve y entiende de una manera, siempre que se haga con respeto.
Octavio Chacón recibió al primero con un par de verónicas que toma desentendido, se da cuenta de que lo que necesitaba era mando y así lo lidió de manera soberbia echando el capote abajo, andándole hacia atrás, llevándoselo a los medios para fijarlo. En esos lances el victorino humillaba y llevaba el hocico a ras de suelo, aparentando lo que luego no fue. Empujó en el caballo aunque sin emplearse y en la muleta demostró que lo del principio fue un espejismo. Corto de recorrido, tomaba bien el primer y segundo muletazo de cada serie, al tercero se quedaba debajo y reponía, soltando la cara con peligro. Por el pitón izquierdo se venía por dentro, miraba, medía y buscaba, toro áspero y sin entrega ante el que el gaditano anduvo por encima, firme y seguro, con los recursos que atesora tras haberse forjado matando cantidad de toros como ese primero, una alimaña. Lo mató de entera desprendida y, algo incomprensible, el toro fue aplaudido en el arrastre. El cuarto fue un albaserrada puro, quizás el más bonito de hechuras para mi gusto, cornipaso, dos lanzas afiladas desafiantes, que apretó mucho hacia dentro de salida, que empujó en el caballo pero sin demasiada codicia, dejándose pegar y que en banderillas anduvo reservón. En la muleta tuvo tres tandas, las primeras por el pitón derecho en las que Chacón sacó redondos templados y ligados por bajo que el victorino tomaba con nobleza y clase, humillando, para rematar esas series cortitas con buenos pases de pecho. Para mi esa faena tuvo dos condicionantes, el viento que no le permitió torear en los medios donde quizás ese toro hubiera dado más y un muletazo por el pitón derecho en el que, precisamente por el viento, se quedó destapado y el toro inmediatamente hizo por él, enganchándole afortunadamente sin herirle, pero le pegó un buen susto del que se salvó de milagro. Estos toros no permiten la mínima duda ni el mínimo fallo y en un segundo desarrollan sentido. No sé si ese habrá sido el caso de este cuarto, pero a partir de ese instante se acabó lo bueno y la nobleza de las primeras embestidas desapareció, sacando a relucir el genio típico de su sangre. Cada muletazo acortaba el recorrido, se revolvía y rebañaba, con mucho peligro, pero se encontró a un Chacón firme y valiente que le plantó cara jugándosela entre la indiferencia general, como si allí no estuviera pasando nada. En fin, para mi firme y solvente el gaditano, llegando incluso a pegar tres naturales al final lentísimos y con mucha hondura que no tuvieron eco ni reconocimiento por esa indiferencia en la que incomprensiblemente estaba sumida la plaza. Por supuesto, tuvo que aguantar al pesado de turno con aquello de "otro que se va sin torear". Lo pasaportó con una entera fulminante pero ni siquiera eso fue suficiente para que se le reconociera el esfuerzo y lo bueno que hizo. Otra vez, para mi incomprensible, ovación al toro y pitos a Chacón. Señores, que ese toro no cumplió en los primeros tercios, nada, que en la muleta tuvo tres tandas, no más, ¡y eso se ovaciona!. O algunos tenían algo contra el gaditano o no lo entiendo.
Daniel Luque recibió al segundo a la verónica, temple en el capote, la figura compuesta, un par de ellas, tuvieron sabor. Un toro que echaba las manos por delante y soltaba la cara, que fue a su aire al caballo, empujó metiendo los riñones pero se le picó trasero, lo que pudo condicionar su comportamiento en la muleta. Los primeros compases de la faena hacían pensar en algo bueno porque por el pitón derecho parecía tener calidad y nobleza, lo que aprovechó el sevillano en tandas suaves, cuidando la altura, sin obligarle demasiado porque se venía abajo, logrando sacar tan solo algunos muletazos sueltos en los que el toro humilló y aguantó cuando Luque le bajó la mano. Pero a cada muletazo iba recortando el recorrido, se volvió andarín y reservón, especialmente por el pitón izquierdo. Enorme el tesón del de Gerena que consiguió meterlo en los vuelos en algunos redondos templados de mucho mérito y unos naturales robados de uno en uno que tuvieron empaque, como la serie por el pitón derecho con la que epilogó la faena, un par de redondos bajos y profundos y un pase de pecho con relajo mirando al tendido que fue una maravilla. No anduvo fino con la espada y hubo ovación para el toro y para el torero, aunque esto último no pareció gustar en el 7, que protestó airadamente. A mi tampoco me pareció un toro como para ovacionar en el arrastre como se hizo, pero me callo y ya está, no tengo por qué acallar a los que no piensan como yo. El quinto saltó echando las manos por delante y la cara por las nubes, lo paró Luque con clase para rematar con una buena media. Empujó en varas, sí, pero llegó parado al tercio de banderillas, esperaba para soltar la cara, dos grandes pares de Juan Contreras cuadrando en la cara, dejándose ver, con mucha exposición. Toro complicado en la muleta, que se iba por dentro por ambos pitones, que reponía y no pasaba. Muy firme Luque, poniéndole la muleta, tratando de conducir la descompuesta embestida del victorino, sin entrega. Consigue sacar naturales sueltos con cierta hondura, algunos derechazos tuvieron temple y calidad, sobre todo al principio de faena, con recorrido y buen ritmo, incluso una serie ya avanzada la faena tuvo profundidad y ligazón. Máxima la disposición del sevillano, firme y poderoso, llegando a torear muy despacio en algunos redondos de muchísima calidad, pero tenía al 7 en contra, le protestaban la colocación, le protestaban que siguiera toreando, si hubiera hecho lo contrario para abreviar también le hubieran protestado, todo se lo protestaban. Tampoco anduvo fino con la espada y yo alucino, algunos aplauden a este toro en el arrastre. En fin.
El tercero, como ya he comentado, me ha parecido absolutamente desproporcionado, con una cornamenta exagerada para su volumen, sin armonía. Además ha salido sin fijeza ante las verónicas poderosas de Emilio de Justo, genuflexo, el capote abajo. Empuja abajo en el primer puyazo, se emplea y se le castiga duro. Sale blandeando, dobla las manos, por lo que a partir de ahí se le cuida al máximo, muy medido el castigo en el segundo puyazo, capotes a más de media altura, mucho mimo y suavidad a la hora de dejar las banderillas, sin forzarle para que no pierda las manos. Sin fuerza en la muleta, sin recorrido, se queda debajo en cada pase, se revuelve y suelta la cara a la defensiva, una alimaña a la que era totalmente imposible darle un pase, y eso que el cacereño lo intentó por ambos pitones, pero nada de nada. Con buen criterio decidió abreviar. Faltaba el sexto, Director, un toro muy serio, abierto de cara, enseñando las puntas, buenas hechuras, con trapío. Lo recibió Emilio de Justo a la verónica, temple y compás, ritmo, suavidad, largura, lances bellísimos, acompañando con la cadera, ganando pasos para rematar el saludo con tres medias de locura. Posiblemente los olés más intensos de toda la tarde los hayamos escuchado en esas preciosas, armoniosas y emocionales verónicas. Como también se ha desbordado la emoción en el tercio de banderillas, extraordinarios pares de Morenito de Arles y Manuel Pérez Valcarce que, junto a un magistral Ángel Gómez en la brega sin dar un capotazo de más al llevarse al toro del caballo andando hacia atrás y que casi es cogido por un traspiés al llevar al toro hacia el burladero a punta de capote a una mano, han tenido que responder montera en mano a una plaza puesta en pie que se rompía las manos en aplausos. Impresionante. Y justo al final, justo con el último toro ha llegado el Justo salvador de la corrida, porque si no llega a ser por ese sexto y por lo sensacionalmente bien que Justo lo ha entendido y lo ha toreado, estaríamos hablando de un naufragio de Victorino en su centenario. Directamente al natural, la muleta en la mano izquierda, adelantada, primera series templadas y hondas, encajado, toreo reunido, la mano baja, ligando con gusto, mucha emoción, toreo bueno, y el toro va, humilla, con nobleza, con recorrido, y repite. Un pase de pecho con el que abrocha una de esas series al natural muy relajado, abandonado, con cierto desdén, tuvo un sabor torero de muchos quilates. Midió perfectamente la duración de la series y las pausas, calibró la altura necesaria en cada muletazo para adaptarse a la buena embestida del victorino y sacarle todo lo que llevaba. Por el pitón derecho una sinfonía de toreo profundo, llevándolo por bajo, con clase pero también con mucho valor, porque en las primeras tandas en redondo se quedaba y revolvía con peligro. Aguantó y consintió el cacereño, y al final lo pudo a base de mando y mano baja. La última serie por el pitón derecho es extraordinaria, toro sometido y torero entregado, toreo asentado, lento, largo, profundo, temple y ligazón que ponen a la plaza en pie, uno de pecho extraordinario, de pitón a rabo con una suavidad y naturalidad supremas. Arte y valor, cualidades que de Justo ha exhibido por ambos pitones, sumadas a la sincera verdad de los últimos naturales citando de frente, vaciándose, y otro d pecho con desmayo, redondean una faena que me ha parecido rotunda y de las más importantes que he visto al extremeño. Se tira recto a matar y deja un entera que no sé si cayó arriba o estaba algo desprendida, lo deduzco porque algunos protestaron no sé qué, pero me da igual, una oreja de peso, una oreja de mucho valor, una oreja ganada por entrega y arte, una oreja justa para el Justo salvador de la tarde, Emilio.

Antonio Vallejo 

P.D: Hoy he compartido la tarde con un buen amigo y gran aficionado, Jacobo. El pasado domingo me enseñó una acuarela que llevo hoy como ilustración de esta entrada. Le pedí permiso a él y a su autor para ponerla en este blog, y no pusieron pega alguna. Una acuarela en la que su autor refleja a las mil maravillas lo que es el toreo, belleza, armonía, plasticidad, dinamismo y emoción. El autor es su hijo Juan, de 16 años, que promete ser tan buen aficionado como su padre, solo así es posible plasmar la humillación del toro, la figura elegante del torero y la belleza de los vuelos del capote en el lance. Esta tarde le dije que iba a ponerla hoy puesto que era uno de los días en que me acompañaba a los toros, y me alegra que haya sido precisamente hoy. Esta va por ti, Jacobo. Un fuerte abrazo. 

miércoles, 29 de mayo de 2019

15ª de San Isidro: Un canto al valor


Con motivo del centenario del debut del encaste Albaserrada en Madrid se han programado pares martes, miércoles y jueves  a modo de homenaje tres corridas consecutivas con los hierros que hoy en día representan este encaste: José Escolar, Victorino Martín y Adolfo Martín. La primera de ellas, la de Escolar, se ha lidiado hoy con una buena acogida por parte de un público que ha llenado en algo más de tres cuartos los tendidos venteños. mañana con Victorino será algo más, seguro, y pasado mañana, con los Adolfos más el aliciente y el morbo de ver nada más y nada menos que a Roca Rey frente a ellos, capricho del bombo, el lleno de "no hay billetes" está asegurado. 
Lo que está muy claro es que con estos toros sobre el ruedo lo que está asegurada es la tensión, quizás más que la emoción, aunque si por emoción también entendemos estar más de dos horas con el corazón en un puño y el cuerpo contraído por los constantes sobresaltos, desde luego que la ha habido. De la corrida de hoy de José Escolar se pueden decir muchas cosas, pero lo único que no encaja es el aburrimiento. Imposible aburrirse, porque estos toros no dejan un segundo de respiro ni permiten la mínima distracción. Seis toros de desiguales hechuras pero todos con el sello de la casa, todos eran reconocibles como albaserradas, cualquiera que viera una foto de ellos no duda en encuadrarlos en su encaste. Por tanto, una corrida entipada en mi opinión, aunque en escalera, con un cuarto que para mi ha sido el más imponente de la corrida, cornidelantero y engatillado,  un quinto que a mi no me ha gustado por lo desproporcionado y lo exagerado de pitones, una auténtica brutalidad las dos velas que portaba, en nada acordes a su caja y cara y un tercero serio y astifino pero protestado por un sector por cierta falta de culata, un tanto escurrido por detrás. Pero en líneas generales ha sido una corrida muy seria, con presencia, abierta de cara como suele ser este encaste, engatillada, enseñando las puntas y muy astifina. En cuanto a comportamiento también creo que han sido muy reconocibles, fieras, auténticas alimañas, con ese socio fino y esa mirada con la que están constantemente calibrando al matador, esperando el mínimo fallo, la mínima duda, para reponer, rebañar y buscar por detrás de las telas. Una corrida con el recorrido habitual en los de Escolar, escaso, andarines, haciendo hilo con los capotes y la muleta, que exigían perder pasos para poder colocarse, incómodos, que no ha humillado mucho que se diga y que ha tendido a soltar la cara, exigentes y complicados, a los que había que lidiar mucho y bien para someter, y luego ya se verá si se puede torear. Una corrida que en general creo que ha cumplido con creces en el caballo, unos con más codicia y metiendo más la cara abajo, con más entrega que otros, con el cuarto y quinto protagonizando dos vibrantes tercios de varas en los que Victoriano García "El Legionario" y Juan Manuel Sangüesa han picado arriba  delantero, sin rectificar y midiendo el castigo a la perfección a dos toros que se arrancaban en largo y con buen tranco. Y también una corrida en la que los subalternos nos han brindado momentos de gran toreo, como Iván García en la brega del tercero, magistral, una brega que apunto como posible premio al final de feria, o como los pares de banderillas de Iván Garcia y Fernando Sánchez al sexto, con máxima exposición, andando saliendo del embroque con torería tras dejar los palos reunidos de manera espectacular, los pares de Raúl Ruiz y también Fernando Sánchez al tercero, con esa manera particular y bellísima, además de pura, que tiene Fernando de colocar los garapullos, o el sensacional tercio de banderillas al quinto a cargo de  Iván Aguilera y Pedro Cebadera, así como los dos magníficos pares de César del Puerto al cuarto. Así que no creo que la corrida haya defraudado a nadie por su comportamiento y el juego que ha dado, la gente que ha ido conocía de sobra este encaste así como lo que se iban encontrar los tres matadores de la tarde de hoy, y eso se ha notado hoy en Las Ventas donde se ha respetado y se ha reconocido el valor, la entrega, el compromiso y la sinceridad de la terna como hacía tiempo que no veía. Nunca es tarde, pero a ver si esta actitud se mantiene siempre, no solo días como hoy.
Una terna compuesta por tres madrileños, Fernando Robleño, Gómez del Pilar y Ángel Sánchez que en ningún momento han perdido la cara a la corrida. Se podrá discutir si ha estado mejor o peor en el toreo d etapa, o si los muletazos han sido más o menos profundos, pero lo que no se puede discutir es como se han puesto y cuanto han expuesto. Ante fieras, alimañas que se revolvían buscando con ahínco donde herir, se han plantado delante, poniéndoles la muleta en la cara, tratando de someterlos por bajo, con enorme tesón y un par bien puesto, aguantando miradas, los viajes por dentro, coladas y tornillazos con la cara arriba. Cuando han podido soltar las manos a la verónica lo han hecho, como Robleño en el saludo capotero al cuarto, verónicas genuflexas, poderosas y cargadas de gusto a un toro con movilidad y repetición, rematadas con una media también genuflexo de auténtico cartel, arrebujadito en el capote, una auténtica delicia, toreo barroco que enamora. Otras veces, como Gómez del Pilar, yéndose a recibir a su lote a porta gayola, hay que tenerlos my en sus sitio para aguantar eso, y los tres han sabido lidiar a toros que de salida han apretado hacia dentro y a los que han lidiado echando el capote abajo, llevándoselos con poder y torería hacia las afueras, andándoles hacia atrás, lidia sobre los pies, a la antigua, como quieran llamarlo, pero lidia, que era lo que precisaban. Y en la muleta más de lo mismo, han tragado lo indecible, siempre con la muleta adelantada, sinceros, llegando incluso a ligar series en redondo de mucho mérito. Así, por ejemplo, Robleño ha cuajado con el cuarto, el de mayor nobleza y clase del encierro, una faena que para mi era digna de una oreja. Una faena en la que nos ha dejado redondos de enorme profundidad, ligadas por bajo, especialmente las últimas al abrigo de las tablas del cuarto, terrenos en los que ha buscado el refugio del desagradable viento que hoy también ha azotado las muletas de los tres. Series en redondo de mucha intensidad, toreo reunido y de mucha emoción, llegando a torear muy despacio, como en dos redondos ya al final del trasteo que han durado una eternidad, jugándose el pellejo al natural, por donde le toro cortaba una barbaridad, pero que al final lo ha metido en los vuelos y ha dibujado un serie de naturales con hondura y mano baja realmente maravillosa que ha rematado como lo ha hecho en todas las series, con pases de pecho largos, echándose todo el toro por el costado. La estocada hundida hasta la yema valía por sí sola una oreja, pero la petición o ha debido ser insuficiente o muy justa a juicio del palco, y después de los numeritos de pancartas de estos días a ver quién es el guapo que saca el pañuelo blanco a no ser que la mayoría, como decía aquella escena de la película Pretty Woman, sea irreverente o realmente escandalosa. la vuelta al ruedo de Robleño me ha sabido a oreja y creo que él debe sentirse muy satisfecho por lo sensacional que ha estado con este toro, porque con el primero bastante ha tenido con salir indemne, un toro que reponía y rebañaba, buscando los tobillos, que se iba por dentro con violencia, imposible a todas luces, ante el que he estado valiente y firme, siempre intentándolo por bajo hasta que no ha quedado más remedio que machetearlo por bajo y quitárselo de en medio. Igual que Gómez del Pilar, que se ha batido como un gladiador ante el segundo, toro parado y reservón, sin recorrido, reponiendo y soltando la cara en cada pase. Trata de llevarlo toreado, muy sincero, sin guardarse  ni reservar nada, siempre intentando llevarlo por bajo, incluso al final ha sacado un par de redondos absolutamente mágicos, templadísimos, muy lentos, la mano baja, enormes. Sumamente valeroso, entregado, firme y capaz frente a ese segundo. El quinto ha sido exigente y con mucha mala leche. Entraba bien en la muleta, metía la cara, pero a mitad de recorrido el muy cabrón se volvía y buscaba con desesperación donde herir. Una alimaña con mucho sentido desarrollado, que miraba y medía, que se acostaba por ambos pitones sabedor de lo que dejaba atrás y que en cada muletazo soltaba la cara con fiereza. Integro, firme y valiente Gómez del Pilar que al final sacó algunos redondos templados y bajos de muchísimo mérito. Además lo mató por derecho de casi entera y descabello poniendo fin a una más que digna actuación. En la misma línea y siguiendo los mismos registros ha estado Ángel Sánchez con el tercero, un toro que tragaba los dos primeros muletazos en redondo, metía la cara y pasaba, pero al tercero decía que nanay, que no se dejaba someter y se revolvía con peligro, buscando detrás de los vuelos. Así por ambos pitones, y Sánchez (Ángel, no el otro impresentable sectario) tragando la fiereza del albaserrada. Enorme mérito aguantar al toro y tratar de llevarlo toreado por bajo, llegando a cuajar al final del trasteo una serie de naturales de inmenso valor, con empaque y uno de pecho para rematarlo de gran clase y belleza, y una última de derechazos mágica bajando la mano y ligando con gusto. Mata de una casi entera en todo lo ato que hace que el de Escolar ruede sin puntilla como una pelota. El sexto también ha resultado deslucido, aunque tenía movilidad y su mejor cualidad ha sido la repetición, pero iba justo d fuerzas y en cuanto le obligaba se venía abajo. Cuando lo ha llevado a media altura ha trenzado redondos con temple y calidad, pero la falta de profundidad ha restado emoción al conjunto. Y daba igual un pitón que otro, su comportamiento ha sido muy similar, condicionado por las escasa fuerzas y el maldito viento. Mucha más entrega en Ángel Sánchez que en el toro, que se colaba a la mínima duda del joven matador. Posiblemente era un animal que pedía mando y poder, pero cuando ha tratado de obligarle no aguantaba. 
Ya sabemos como se las gasta este encaste, o les puedes y les enseñas quien manda a base de hacer muy bien todo, o se te suben a las barbas y a ver quien es el guapo que les mete mano después. Hoy han salido como lo que son, lo esperado, no han sorprendido, han cumplido con su fama, fieras, alimañas, pero enfrente han tenido a tres hombres madrileños que han interpretado un épico canto al valor.

Antonio Vallejo

martes, 28 de mayo de 2019

14ª de San Isidro: Interesante novillada de La Quinta


Lunes de resaca tras una jornada de domingo que a muchos en Madrid nos tuvo en vela y en vilo en la noche electoral de ayer en la que el mundo del toro se jugaba lo suyo. De haber salido ganador el Frente Popular en las elecciones autonómicas -elecciones que detesto porque estos Reinos de Taifas que son los gobiernos autonómicos son el mayor cáncer de España y mi sueño es que desparezcan todas esta absurdas autonomías- no sé cual sería el futuro de los toros en Madrid. Bueno, ni el de los toros ni ninguno, porque con los comunistas en el poder solo se puede esperar una cosa, miseria, de todo tipo, económica, moral y social, además de la política de exterminio que siempre les ha caracterizado. Pero no fue así y lo que llaman la coalición de centro-derecha dio la vuelta al resultado como Sergio ramos dio la vuelta a la historia Del Real Madrid co aquel gol de Lisboa en el minuto 93. Luego llegaron tres años de bonanza y gloria, de éxitos que ojalá se repitan en nuestra región, que es como yo entiendo a mi España, un país constituido por regiones y provincias, nada de "países". La falta de descanso por las altas horas a las que se conocieron los resultados que dieron el vuelco electoral han debido hacer que muchos abonados - recordemos que las novilladas son obligadas en el abono y no se puede renunciar a ellas- hayan decidido no venir hoy a Las Ventas para ver la segunda de las novilladas programadas. Muy pobre el aspecto de los tendidos, media plaza por los pelos para ver a los santacolomas de La Quinta, me parece realmente poco.
Una novillada en la que a excepción del sexto todos estaban ya cerca de cumplir los cuatro años, en octubre ya los habrían cumplido dejando su condición de utreros para pasar a ser toros. Seis novillos que a mi me han parecido extraordinarios de presentación, todos en tipo, Santa Coloma de pitón a rabo, serios y astifinos, de buenas hechuras, proporcionados,  sin exageraciones ni excesos, que en líneas generales y excepto el cuarto que no ha valido para nada han tenido movilidad, nobleza y cierta clase no exenta de exigencia y complicaciones, como corresponde a este encaste, y que a mi modo de entender ha contado con varios de serias opciones no sé si para triunfar y salir catapultado de Madrid, pero sí para hacer algo importante porque se han movido, han tenido transmisión aunque les haya faltado un punto de humillación y entrega, así como de duración, y que llevándolos más templados y tratando de someterlos por bajo creo que hubieran lucido más. Basta decir que segundo, tercero, quinto y sexto han sido ovacionados en el arrastre, aunque también, para ser sinceros, la plaza hoy ha tomado partido claramente a favor de los novillos, dejando pasar algunas cosas que otros días no se dejan pasar. A lo mejor lo que pedían era primero poderles y luego torear, como quizás también hubieran lucido más si se hubieran picado bien porque ¡qué mal se ha picado esta tarde!. Y eso que primero, segundo, quinto y sexto se han arrancado en largo al caballo, han peleado, unos con más entrega que otros, y han empujado con codicia.Siempre lo repetimos, el tercio de varas no está por capricho, tiene una vital importancia para que el toro llegue en las mejores condiciones a la muleta, pero hoy en día es más un trámite que cumplir que algo básico para la lidia. Por el contrario, una tarde más hemos disfrutado con excepciones tercios de banderillas, ejecutados con torería y verdad, espectaculares pares a cargo de Miguel Martín y Álvaro López "Azuquita" en el primero, Lipi y Víctor Pérez en el segundo, Iván García y Fernando Sánchez en el tercero y Juan Carlos Rey y de nuevo Fernando Sánchez con el sexto. Lo he comentado varias veces y vuelvo a hacerlo porque creo que los buenos toreros de plata merecen su reconocimiento y su mención; vivimos un momento de oro en este escalafón, la pléyade de nombres es a cual mejor y cada tarde es rarísimo no ver una magnífica brega o pares de banderillas de auténtico lujo. 
Una terna compuesta por el sevillano Ángel Jiménez, el mexicano André Lagravére "El Galo" y el madrileño Francisco de Manuel que ha sido el que me ha dejado más sensaciones de torero hecho, con más aplomo y empaque que sus compañeros. Me ha encantado su toreo de capote, los lances de saludo a su lote han sido extraordinarios, templados, acompasados, meciendo al toro, acompañando el viaje con la cintura, verónicas cargadas de gusto, despacio, una la sexto ha detenido el tiempo, una maravilla, como las medias de remate, especialmente la que ha abrochado el saludo capotero al sexto, una media de cartel, desmayada, mirando al tendido, gloria pura, toreo eterno. Tampoco ha renunciado a sus quites, uno a la verónica bellísimo al segundo que por el pitón derecho hacía el avión a las mil maravillas y otro también por verónicas al quinto, muy templadas, rematado por otra media desmayada para quitar el sentido. Con la muleta le he visto muy firme y seguro, con la cabeza despejada y la mente clara. Muy buen toreo en redondo, derechazo stemplados, largos, con profundidad, bajando la mano, para rematar con buenos de pecho. Clase y mando en su toreo, pero también entrega y valor, porque tanto tercero como sexto se han apagado antes de lo deseado y han comenzado a defender, especialmente por el pitón izquierdo ambos casos, cortos de recorrido, quedándose debajo, sin completar el viaje, para revolverse con peligro y desarrollando sentidos, con la exigencia propia de este encaste. Muy seguro y dispuesto Francisco de Manuel ante los parones y las miradas de unos novillos que sabían lo que se dejaban detrás. Las dos ovaciones con saludos desde el tercio creo que reflejan perfectamente la grata sensación que el madrileño me ha dejado en la tarde de hoy.
André Lagrevére, toreo mexicano aunque no lo parezca, apodado El Galo por ser hijo de franceses emigrados al país azteca, me ha dejado una sensación distinta a la del madrileño. Voluntad y entrega a raudales, pero creo que aún le falta por mejorar. En mi opinión ha tenido en el segundo un muy buen novillo, un novillo con mucha movilidad y transmisión, aunque sus embestidas no siempre fueron por abajo, humillaba en unas y en otras soltaba la cara, pero tenía fondo de raza, y bravura. Un novillo exigente y que a mi entender exigía mando y firmeza, como el quinto, otro con bastante que torear y que, precisamente por esa exigencia, han destapado las carencias del mexicano, lógicas por otro lado en su condición de novillero. Quizás haya estado un tanto acelerado el mexicano, queriendo demostrar mucho, quizás el comienzo de faena al segundo, genuflexo, alargando el recorrido por bajo, templado, haya sido lo más notable del trasteo. Me ha parecido que en los dos novillos de su lote le ha costado encontrar el sitio y la distancia que pedían los de La Quinta, que le ha faltado serenidad para pararse y plantar la muleta en la cara, un tanto acelerado y embarullado, con bastantes toques a las telas, como queriendo hacer mucho en poco tiempo, cuando   el toreo, como  realmente nos lleva al cielo de la emoción es cuando se ejecuta despacio. Y si el novillo, como ha sido ese segundo, tiene movilidad e incluso cierta violencia en su embestida, se puede aprovechar esa inercia para conseguir dibujar muletazos de trazo largo que van cargados de transmisión. Pero repito como tantas veces he dicho, es muy fácil verlo desde el tendido, ahí abajo el mundo cambia y las ansias de agradar y mostrar todo lo que llevan dentro estos jóvenes cargados de ilusión pueden volvérseles en contra. Pero voluntad y entrega no le puedo negar, aunque le haya faltado más acierto, como refleja el tercio de banderillas que ha protagonizado él mismo con el quinto, más entrega que acierto. Tiempo tendrá de serenar el ánimo y templar el toreo.
El sevillano Ángel Jiménez, por su parte, ha dejado muestras y detalles de su concepto clásico del toreo, impregnado de aromas al azahar de su tierra. Ha toreado con gusto y temple al primero, un novillo noble y que humillaba pero al que le faltaba un punto de chispa para llegar al tendido. Redondos suaves, templados, con gusto, pero con poca emoción al no poder bajar la mano, naturales bien ejecutados, limpios, alargando el viaje, pero sin la emoción suficiente por la sosería del de La Quinta. Una pena porque ese novillo con un poquito más de empuje creo que le hubiera permitido mostrar ese toreo profundo que tan solo ha podido apuntar. Con el cuarto, el peor del encierro, nada ha podido hacer más que intentar lo imposible. Toro sin fijeza, con marcada querencia, que no se ha entregado en ningún tercio, descompuesto en su embestida, parado, sin recorrido, sin emoción alguna a pesar de los intentos del novillero por sacar algo por uno u otro pitón. Sucesión de pases sin ligazón, trasteo sin argumento, sin ritmo alguno ante un toro sin fondo alguno y que ha acabado rajado. Donde no hay no se puede sacar, por más voluntad que haya puesto el sevillano.
Por lo menos hoy hemos podido disfrutar de esta interesante novillada de la Quinta, y mañana de otra corrida de toros, y pasado otra, y otra, y otra.... así hasta el 16 de junio. Y luego llegarán los domingos de julio, agosto y septiembre, y después la Feria de Otoño, y acabará la temporada, y vendrá la de 2020, y volverá otro San Isidro, no sé si con bombo o sin él, pero vendrá porque, gracias a Dios, Madrid no va estar regida por los comunistas que entre otras muchas ruinas de todo tipo nos querían imponer la prohibición de ver toros, porque sí, porque odian a España y todo lo que les suene a español, y los toros los son, y mucho. Por lo menos lo poco que hemos dormido la pasada noche lo hemos hecho tranquilos porque los toros no van a peligrar en nuestra ciudad ni nuestra región... o eso espero.

Antonio Vallejo

domingo, 26 de mayo de 2019

12ª de San Isidro: La sangre del valor


Otra vez el numerito bochornoso de los del 7, otra vez las pancartas, ayer eran ya seis, pidiendo "echar" del palco a D. Gonzalo J. de Villa Parro, otra vez la bronca antes d ella corrida, otra. vez los gritos y el alboroto. Cansinos y aburridos estos de la manada del 7, siempre repetitivos, llevan años con las mismas cantinelas, que si "ufff, ¡petardo!", que si "toros, toros" según los hierros, claro, que si "miau", este año parece que aún no lo han desempolvado  que si "crúzate" que si "hay que torear", que si "picador ¡que malo eres!", y a sí un año y otro, muy pesados. Hasta ahora también nos tenían acostumbrados a los pañuelos verdes que agitaban con desesperación, luego fueron ganando tamaño y llegaron a ser auténticas sábanas verdes, pero este año la manera de dar la nota y llamar la atención es lo de las pancartas. ¡Qué cruz!, si cada 5 días, como según el turno rotatorio del palco correspondería a D. Gonzalo,  vamos a tener que soportar el esperpéntico, ridículo, patético y vergonzante numerito de la manada del 7, que van a los toros cargados de prejuicios y juicios premeditados, que quieren dominar a la plaza e imponer sus caprichos, maleducados y malos aficionados, que se autoproclaman como los valedores y únicos poseedores de la verdad del toreo, cuando luego, en la mayoría de las ocasiones, quedan en evidencia y con las vergüenzas al aire con sus protestas injustificadas, un auténtico cáncer para la Fiesta. Es gracioso que esta manada del 7 también se autoproclame defensora de la seriedad de la plaza y que monte este numerito porque a Miguel Ángel Perera, si hubiera tenido el nombre de los que ellos consideran en cada momento "su" torero otro gallo hubiera cantado, se le concedieron dos orejas el 15 de mayo, algo que según ellos resta seriedad a Madrid. Más seriedad resta el numerito circense que están montando, más propio de verbena de pueblo que de la primera plaza del mundo. Sobran de Las Ventas, que se vayan de una vez o que alguien les invite a irse, por favor, y que vuelva la cordura y el orden de una vez, por favor.
Más allá de las algaradas callejeras de la manada del 7 lo importante es que ayer se lidió una corrida de Pedraza de Yeltes en la que hubo bravura, raza y sangre.... por parte de los matadores, porque los toros tuvieron justo lo contrario, una profunda falta de bravura, sin recorrido, quedándose en los vuelos, rebañando a medio viaje, además de una justeza de fuerzas que limitó aún más su juego y acrecentó sus defectos, sin que tampoco fuera una corrida especialmente dura y peligrosa, es más, podría calificarse como noblota y manejable en general, pero carente de emoción y transmisión. Tan solo el tercero y el segundo en los primeros tercios permitieron cierto lucimiento. Un encierro de este hierro salmantino de procedencia Domecq por vía de El Pilar que para mi gusto estuvo correcto de presentación, toros altos, serios y en el tipo de la casa, astifinos, bien armados pero sin exageración de pitones, protestados primero y segundo por los inconformistas habituales al parecer por supuesta falta de presencia, quizás porque eran estrechos de sienes aunque tuvieran dos puntas desafiantes, o porque fueran ligeramente estrechos de culata, puede ser, con esta gente nunca se sabe.
Una corrida en la que, a mi modo de ver, estuvieron muy por encima Octavio Chacón, Javier Cortés y Juan Leal, valientes y comprometidos, firmes y tratando de hacer las cosas bien siempre, sin perderles la cara e intentando en todo momento el toreo por bajo. Pero por más que lo intentaron resultó casi imposible que llegaran a los tendidos ante la nulidad general de sus oponentes.
Octavio Chacón demostró su dotes en el toreo de capa con las templadas verónicas al primero, con gusto pero carentes de emoción, y en el quite por chicuelinas con el que replicó al de Cortés por suaves delantales. Muy poco tuvo este primero en la muleta, con poco recorrido y mucha sosería, a media altura porque si le obligaba lo mínimo se venía abajo, suave, tratando de llevarlo conducido a media altura con enorme técnica, pulcro el gaditano, muletazos limpios pero carente de emoción a pesar del buen trato que le dio. Poco más o menos el cuarto, un toro que pasó con pena y sin gloria por lo primeros tercios, sin decir nada en el capote, sin emplearse en varas y con poca movilidad en banderillas. Gazapón en la muleta, haciendo hilo sin salirse de los vuelos, Chacón trata de someterlo pro bajo, perdiendo uno o dos pasos en cada muletazo, quedando bien colocado pero restando emoción al trasteo, técnica y mando en las series en redondo, toro con cierto fondo e nobleza e incluso algo de clase por ese pitón derecho, manejable pero sin gracia, escasa emoción y transmisión. Más valor y firmeza por el pitón izquierdo, naturales con menor recorrido, con el toro quedándose debajo y revolviéndose, rebañando los tobillos, muy seguro y poderoso Chacón, sin renunciar al toreo por bajo a pesar de las dificultades y el riesgo. Bravura y raza de torero, no se puede decir lo mismo del de Pedraza de Yeltes, al que exprimió y sacó lo poco que tenía dentro por el pitón derecho. Un estoconazo arriba fulminante le vale una merecida ovación. Por la cornada sufrida por Leal en el tercero tuvo que matar Octavio Chacón el sexto, un toro precioso, de una belleza superlativa, de magníficas hechuras, con dos velas por pitones, mucho trapío. Se frena en los lances de saludo, mete el hocico pero no pasa, lo lidia por bajo, echando le capote al suelo, andándole hacia atrás para sacarlo a los medios, con mucha torería. En varas protagoniza Daniel López cande un sensacional tercio, dos puyazos agarrados arriba con el toro arrancándose en largo por la excelente lidia del gaditano que con dos garbosos recortes con el capote repletos de torería lo dejó en suerte a la perfección. Gran ovación para el picador. También muy bueno el tercio de banderillas protagonizado  por Agustín de Espartinas y Manuel de los Reyes, que clavaron de poder a poder, en la misma cara, saliendo del encuentro con torería, sobre todo Manuel, llegando a la cara al más puro estilo Fernando Sánchez y saliendo andando hacia atrás, dando la cara al toro, sensacional. Gran ovación para los dos banderilleros de la cuadrilla del herido Juan Leal y que no respondieron desmonterados por respeto hacia su matador, según me apuntó mi gran amigo y mejor aficionado Raúl, atento siempre a cada detalle, un maestro. No sé si fue un guiño al maestro Esplá o lo hace habitualmente, pero Octavio Chacón toreó de muleta con la montera puesta, algo que el alicantino hacía con cierta frecuencia, rescatando imágenes de antaño. Toro sin fijeza y falto de recorrido por ambos pitones, justo fuerzas, al que tuvo que llevar siempre a media altura, mimándolo para que no se derrumbara con estrépito, que además repone al quedarse a medio pase, ante el que una vez más el gaditano demostró su facilidad técnica y su mando, pero resultó imposible todas luces cualquier lucimiento. Faena carente de ritmo y transmisión en la que el toro fue apagándose a cada serie y que acabó en un arrimón de verdad que no tuvo eco en los tendidos, poco reconocido y valorado por un público que miraba el reloj y solo quería irse ya. Este miércoles 29 podremos volver a ver al gaditano con los victorinos, seguro que con mejor suerte que ayer.
Javier Cortés tuvo en el segundo uno de los toros que permitieron algo en la tarde de ayer, al menos en los primero tercios apuntaba buenas cosas. Con bríos de salida, buen tranco, repite y humilla en el capote del madrileño, buenas verónicas de saludo, con gusto. Toma dos varas arrancándose en largo, galope ágil y alegre, metiendo la cara abajo, empuja con codicia, dos puyazos extraordinarios de Juan Francisco Peña, agarrados arriba, delanteros, que arrancan una sonora ovación para despedir a este buen picador. ¡Qué bonito es el tercio d varas cuando se ejecuta bien!, ¡y que importante para la lidia!. Buen quite por chiquilinas de Juan Leal y sensacional tercio de banderillas a cargo de Antonio Molina y José Antonio Prestel con este segundo que parecía más de lo que luego fue. Porque a la muleta llegó con el depósito en reserva, con la fuerzas muy justas. Por el pitón derecho no llegó a entregarse, pasaba con la cara a media altura, algo descompuesto, sin poder obligarle porque en cuanto le bajaba la mano se iba al suelo, además saliendo desentendido del muletazo, deslucido. Lo probó y lo intentó Cortés siempre con la muleta plana y adelantada, pero no había manera, pasaba pero no tenía la mínima chispa para encender la mecha de la emoción. Por pitón izquierdo se entregó más, naturales con hondura, por bajo, ligados, con empaque, pero en una única tanda, porque a la siguiente el de Pedraza de Yeltes volvió por sus fueros, quedándose corto y revolviéndose como sus hermanos. Voluntarioso y por encima Javier Cortés, para mi sin duda. Ante el quinto se la jugó el madrileño con mucha verdad con poco reconocimiento de un público indiferente y como ausente a lo que estaba haciendo el torero, sin darle la importancia que tuvo su faena a ese toro. Un ejemplar de Pedraza de Yeltes deslucido y sin juego en el capote, sin entrega en varas y con poca movilidad en banderillas, espera y corta en un tercio resuelto con oficio por Abraham Neiro "El Algabeño" y José Antonio Prestel. Llega muy corto de recorrido a la muleta, repone y rebaña, inicia el trasteo genuflexo, con gusto, trata de someterlo por bajo, buenas serie en redondo, con cierta profundidad, obligándole, con temple y autoridad, muy firme y valiente, aguantando los derrotes que suelta el animal, que embiste como por oleadas, lo que le da cierta emoción, la emoción del riesgo, tanto que en uno de ellos, un pase de pecho, logra engancharle afortunadamente sin consecuencias. Por el pitón izquierdo aún peor, mucho peligro, aguantando y tragando barones y arreones, firmeza y valor, siempre poniéndole la muleta alante, siempre tratando de llevarlo toreado con temple, siempre por bajo, sensacional Cortés, jugándosela de verdad en cada muletazo por querer torear con la verdad por delante. Faena de bravo y enrazado...el torero. Faena que para mi debió recibir más reconocimiento y valoración precisamente por eso, el valor, pero que transcurrió entre cierta indiferencia general a juzgar por el silencio con el que se despidió su actuación, algo poco comprensible, la verdad que creo que merecía más premio, que menos que una ovación por el compromiso y su arrojo.
Juan Leal tan solo pudo matar al primero de su lote, a la postre el mejor de la tarde. Un toro más bajo que sus hermanos, hondo, muy serio y más abierto de cara que sus hermanos, al que el francés recibió con suavidad en el capote, sin demasiada entrega pero con buen sabor en los primeros lances. Se entrega más en le segundo puyazo, empujando con más codicia y en banderillas muestra movilidad, permitiendo a Marc Leal y Manuel de los Reyes cuajar un extraordinario tercio de banderillas, com Marc reuniendo y clavando en la cara con potencia, saltando entre lo pitones, espectacular, y Manuel como ya he dicho, al más puro estilo Fernando Sánchez, andando hacia la cara con los brazos bajos, los palos escondidos, para arrancarse en las cercanías y dejar el par perfectamente reunido, saliendo de la suerte andando hacia atrás, mirando al toro, dejando claro quien manda. No sé si era la mejor manera de iniciar la faena pero así lo hizo el francés, de rodillas, en los medios, intenso y emocionante comienzo, en largo, tirando del toro, redondos profundos y con la mano muy baja, metiendo los riñones, pleno de entrega. Ya en pie sigue toreando por el pitón derecho, series en redondo con temple y mano baja, el toro humilla y repite con clase y nobleza, derechazos ligados cargados de emoción y que despiertan los pocos olés que ayer se escucharon. Lo lleva muy tapado, cosido a la muleta, ligando en una baldosa, redondos lentos y cada vez más bajos. Cambia al pitón izquierdo,  series comprometidas por cuanto el toro por ahí no se desplazaba igual, más corto, reponiendo y rebañando. En una de estas series el toro se va por dentro y desarma a Leal, avisa, y al siguiente muletazo le empitona por el glúteo - después supimos de la cornada de 25 cm que afectaba al recto - al quedarse a medio viaje y soltar la cara con violencia. El gesto de dolor del matador, la mancha de sangre en su taleguilla que iba en aumento y la notoria dificultad para caminar hacían presagiar que la cornada era fuerte, como se demostró, pero a estos superhombres poco les frena. Yo no sé como pudo mantenerse en pie y aún menos seguir toreando, con le dolor que tenía que tener. Pues se pegó un arrimón de aúpa ante un toro ya muy parado y a la defensiva, soltando tornillazos, exponiendo una barbaridad el francés, al que aún le quedaron arrestos para pegar un circular y unos últimos pases por le pitón derecho cargados de torería y valor para entra a matar por derecho y dejar un espadazo en todo lo alto que pasaportó al mejor toro de la corrida. Una mar de pañuelos blancos, a excepción del 7 donde reina la manada, y el presidente que no se decidía a sacar el pañuelo blanco, seguramente influido por esa minoría insignificante pero amedrentadora. Cuando ya estaba el tiro de mulillas a punto de enganchar al de Pedraza de Yeltes por fin sacó el pañuelo, otra cosa hubiera sido un despropósito. Oreja a la bravura y la raza de un torero, que pagó su entrega, sinceridad y verdad con la sangre del valor.

Antonio Vallejo

sábado, 25 de mayo de 2019

11ª de San Isidro: La pasión de la ilusión


Sentimiento, emoción, pasión, la esencia del toreo. Valor, disposición, entrega, ilusión, los ingredientes necesarios para lograrlo. Todo eso se reunió ayer en Las Ventas, en una tarde en la que se coló un extraño que parecía querer cargarse la corrida de Juan Pedro Domecq, el viento, el maldito viento, el mayor enemigo de los toreros. Una pena que Eolo decidiera ayer darse una vuelta por Madrid porque la corrida de Juan Pedro, de magnífica presentación, buenas y bellas hechuras, toros proporcionados, armónicos y muy serios, pero sin las exageraciones que otras veces hemos visto, hubiera lucido mucho más de lo que lo hizo si se hubiera podido torear en los medios, porque hubo varios toros con posibilidades. Por lo menos tercero, cuarto hasta que se partió una pata y fue devuelto, quinto y especialmente el excelente y bravo sexto destacaron en una corrida con nobleza y clase en general aunque a algunos les faltara un punto más de fuerza para subir enteros en duración y emoción. Una corrida manejable en general que, repito, estoy seguro que en los medios habría dado más juego.
El sentimiento afloró desde el principio, ya con la tremenda, cariñosa y emotiva ovación tras romperse el paseíllo a Paco Ureña con toda la plaza en pie. Un torero muy querido y respetado en Madrid que tuvo la desgracia de perder su ojo izquierdo el pasado mes de septiembre en la feria de Albacete. Ureña era la la base de la Feria de Otoño madrileña, su ausencia fue muy lamentada y ayer Madrid quiso reconocer su valor y compromiso al no dudar en volver a ponerse delante de un toro con la merma física que supone la pérdida de un ojo, y además venir a San Isidro, con lo que eso supone. La ilusión también afloró a lo largo de toda la tarde. La de Paco Ureña por sentirse de nuevo torero en la primera plaza del mundo y la de un hombre mucho menos conocido que llegaba a Madrid a confirmar alternativa y que ha sufrido un auténtico calvario tras una grave cogida en agosto de 2017 en Toro. La de David de Miranda es la historia olvidada o no conocida de muchos matadores cuyo nombre no suena a nadie. Tomó la alternativa en agosto de 2016, un año después sufrió una espeluznante cogida en la plaza zamorana, primero enganchado por el muslo, volteado para caer de mala manera, con el cuello totalmente doblado, inconsciente en le suelo, temiéndose lo peor. La lesión cervical hizo temer no ya que no volviera a torear, Sini incluso que pudiera andar. Una año de sufrimiento en el anonimato, de intervenciones, tratamientos y rehabilitación para reaparecer en 2018, demostrando una vez más la capacidad de superación de estos superhombres a los que algunos cómodamente sentados en un tendido, con una o varias copas encima, algunas veces ningunean, minusvaloran, desprecian e incluso insultan. En ese 2018 toreó ocho tardes, que sumadas a las seis de su primera temporada hacen un bagaje de 14 festejos en su carrera, y fíjense en qué plazas: Valverde del Camino (Huelva), Sabiote (Jaén), Almazán (Soria), Cortegana (Huelva), Almodóvar del Campo (Ciudad Real), Palos de la Frontera ( Huelva) y Toro (Zamora). Con eso llegaba ayer a Madrid para confirmar alternativa. Bueno, con eso y una maleta repleta de ilusión, entrega, verdad y valor que acabó convirtiéndose en emoción y pasión ante un toro soñado, el sexto de Juan Pedro.  Para mi esa es la grandeza del toreo, la verdad con la que ayer se presentaron en Madrid Ureña y de Miranda, acompañados por un Juli que ayer tuvo que batallar contra sus toros, contra el viento y contra un público que, arrastrado por un sector que siempre trata de reventarle haga lo que haga, no valoró nada lo bueno que hizo, aunque en mi opinión fuera una error tremendo forzar al presidente a devolver al cuarto cuando ya estaba en la faena de muleta y se partió una pata, algo que, si no me equivoco, va contra el reglamento. Ese toro, por desgracia, tenía que haberlo matado Juli aunque se quedar sin poder torerarlo. Una ilegalidad que además le vino peor al echarse a la plaza encima. Pero también hay que decir que por mucho que Juli mirara y pidiera el cambio de toro el presidente debió haberse mantenido firme y no sacar jamás el pañuelo verde.
Juli es uno de mis toreros predilectos, le considero un maestro de época, un nombre de los que escriben en oro la historia del toreo, al que admiro por su mando y su poder, por una técnica portentosa y una facilidad estratosférica delante de la cara del toro, algo que bastantes veces  ha restado importancia a todo lo que hace. El que hacía segundo no le permitió ni un lance de saludo, las manos por delante y la cara alta, sin emplearse en el caballo. Ureña quitó por gaoneras ceñidas en las que el juampedro le desarmó en un derrote y replicó Juli por chicuelinas templadas, bajando las manos, enorme clase y mucho gusto, para rematar en los medios con una media desmayada de cartel, que fue lo único que pudo sacarle, porque en la muleta resultó imposible, a media altura, sin poder obligarle porque se derrumbaba, no pasaba y para colmo Eolo azotando la muleta como si fuera una vela. Hizo lo que había que hacer, machetera por bajo  y entrar a matar entre la incomprensible incomprensión de cierto sector. El que hacía cuarto le permitió torear de capa como sabe hacer el madrileño, verónicas suaves, templadas que remató con una media plagada de sabor. Toro manejable que jamás sabremos lo que hubiera rendido en la muleta con la capacidad del maestro Juli para resucitar toros, pero se partió la pata y se montó la mundial, y con razón, al devolverse una vez iniciada la faena de muleta, algo ilegal. En su lugar saltó un sobrero de Luis Algarra muy largo, serio, suelto de salida, sin fijeza, sin emplearse en los primeros tercios y que llegó a la muleta andando, corto de recorrido, sin humillar, que pasaba, sí, con cierta nobleza, puede, pero sin transmisión alguna, soso y deslucido. Personalmente creo eu Juli anduvo claramente por encima, le midió la distancia, le buscó la altura, le puso la muleta adelantada, buscándole por ambos pitones, desarrollando una faena repleta de técnica y recursos para cuidar, mimar lo poco que tenía el toro. Llegó a sacarle muletazos de gran mérito, redondos templados y muy lentos en terrenos del 5, bajando la mano hasta donde aguantaba el de Algarra, con más recorrido del esperado, naturales al final del trasteo con hondura, por bajo, mucho temple, incluso adornos por bajo, trincherillas y pase de la firma con aromas toreros. Mucha fue la superioridad de Juli, mucha fue la técnica, mucha fue la facilidad y el mando, mucha fue también la actitud en contra de una parte del público y muy poca la capacidad para reconocer y valorar la lidia del maestro. Una faena intimista de las que algunos nos guardamos como ejemplo de estar ante un toro de esas condiciones, aunque careciera de continuidad y emoción, pero  creo que siempre hay que juzgar al torero en función del toro, y ahí lo tengo claro.
Paco Ureña fue lo contrario, tuvo casi todo a favor. Un público, especialmente un sector, que le quiere y le tiene como uno de sus toreros, al que se le tolera más que a otros, dicho sea de paso, y dos toros que tuvieron condiciones de sobra para el lucimiento. Tan solo el viento sopló en su contra, todo lo demás le empujaba a favor, pero buscó el abrigo del tercio del 5 y en esos terrenos cuajó dos faenas con su sello y toreo tan personal que de no haber sido por el mal manejo de la espada en el tercero creo que le habría valido la Puerta Grande. No lo creo, estoy seguro, solo por el empuje de su sector valedor. Al tercero lo recibió por verónicas templadas, con el compás abierto, con ritmo, ganando pasos para rematar con una media suprema. Se empleó el juampedro en el caballo, empujando con celo, metiendo los riñones, con movilidad en banderillas para que Víctor Hugo Saugar "Pirri" y Álvaro López "Azuquita" cuajaran un sensacional tercio, con pureza y verdad. Se puso a torera sin preámbulos por el pitón derecho, primero genuflexo, por bajo, poderoso, derechazos largos y templados, para proseguir con otras tandas en redondo ya vertical , con es apostura un tanto encorvada tan peculiar en le murciano. Temple y despaciosidad en los redondos, muletazos de gran envergadura junto a otros quizás un punto menos lucidos, algún enganchó inoportuno probablemente por acción de Eolo. Buen toreo, con muletazos para crujir pero a las tandas quizás le faltó un poco más de ritmo y continuidad. Toro con mucha clase y humillación que probablemente se hubiera entregado más en  terrenos de afuera, una pena no haberlo podido ver. Por el izquierdo citó de frente, de nuevo impregnados con su sello, incluso a veces un tanto forzada la postura, surgieron naturales hondos, lentos, bajando la mano, sometiendo mucho, de nuevo impregnados con su sello, incluso a veces un tanto forzada la postura, siendo también las tandas por ese pitón un tanto  cortas,  lo que sumado a algunos enganchones restaron ritmo a la faena. Pero los olés acompañaron a todo el trasteo, esta vez no hubo tiempo para valorar si había o no centímetros de defecto d colocación al ligar algunos muletazos, la pala se volvió más comprensiva y tolerante, o simplemente fue razonable, al menos cierto sector que ojalá midiera así a todos, sin diferencias.  No anduvo fino con la espada y se escapó una más que segura oreja. El quinto, Milagro, un precioso colorado, cornidelantero, imponente de serio, con caja, muy bien hecho, un auténtico torazo, no se entregó en el capote y tampoco dijo mucho en el caballo. Pero las avivadoras parece que hicieron honor a su nombre porque ahí se movió, cada vez más y permitió a Curro Vivas y "Azuquita" completar un tercio con facilidad y limpieza, de magnífica ejecución, y el toro fue a más. Los muletazos de tanteo resultaron poderosos, dobla´adose por bajo, tirando del toro por ambos pitones. Un poco desconcertante la primera tanda, engancha la tela a la primera, pasa sin entrega, con la cara alta. Enorme el tesón y la paciencia de Ureña, las ganas y la ilusión de verse de nuevo en Madrid y tener la capacidad de triunfar, más aún tras su primer toro. Le puso la muleta, le buscó la distancia, despacio, sin prisa, poco a poco, pase a pase, tragando y aguantando barones y miradas, muletazo a muletazo, tanda a  tanda fue a mejor, enseñándole el camino, metiéndole en los vuelos para que acabara rompiendo a noble y entregado. La segunda mitad de la faena fue, sencillamente, magistral, robando muletazos de uno en uno, y el toro metía la cara, redondos profundos, naturales dando el pecho, hondos, el trazo largo por ambos pitones, la mano baja, poderoso, aunque faltara ligazón había mucha emoción y pasión en cada pase, y eso lo vale todo. Ureña entregado, Ureña puro, Ureña de verdad y con verdad, como en las manoletinas finales, jugándosela sin trampa, y un remate por bajo preñado de torería. Estoconazo fulminante aunque desprendido que no fue obstáculo para que se pidiera la oreja con rotundidad y el palco la concediera, no podía ser de otra manera. Oreja de ley, oreja de peso, oreja en reconocimiento al tesón, el compromiso y el valor, además de la calidad y la emoción, oreja por encima de unos centímetros más allá en la colocación de la espada, lo que afortunadamente ayer no se tuvo en cuenta, ojalá con todos cierto sector siguiera siempre el mismo criterio. Yo lo mantengo, para mi el toreo es emoción y arte por encima de la geometría y unos centímetros, me hubiera parecido de justicia y me hubiera encantado ver salir a Ureña por la Puerta Grande después de sus actuación porque lo que hizo me llegó muy dentro, y eso que tuvo algunos peros.
Como decía, el onubense David de Miranda llegaba a Las Ventas lleno de ilusión, era su tarde, la tarde para echar la moneda, para jugársela a cara o cruz saliera lo que saliera por chiqueros, la tarde de los sueños para tantos que buscan dejar atrás el olvido del anonimato y ven en Madrid el camino hacia la gloria y los contratos. El toro de su confirmación, Molador, me lo pone fácil. Moló mucho por hechuras, hondo, bajo, muy serio, veleto, proporcionado, mucho trapío, pero no moló su juego, sin fondo y sin fuerzas. Esa ilusión la mostró nada más tomar el capote, al recetar unas verónicas templadas, con gusto, ganando pasos, firmeza y decisión. Toma un buen primer puyazo pero en banderillas espera, parado, reservón, con el que se la jugó José Antonio Carretero en un tercer par sensacional. Parado en la muleta, sin recorrido, se quedaba debajo, no pasaba, se revolvía con peligro, soltaba la cara. Lo intentó de Miranda, se la jugó con verdad, sin guardarse nada, la ilusión podía y era su tarde, daba igual si le cogía, veía a triunfar y a embestir él si era necesario. Nada pudo hacer pese a su empeño y las veces que le plantó la muleta por ambos pitones, pero Molador, simplemente, no moló nada. Solo le quedaba una bala, la sexta del tambor, un toro de 605 Kg y de nombre Despreciado, una oportunidad para no despreciar, otro facción juego de palabras, pero es que Juan Pedro lo puso a huevo. Un toro precioso, bajo, cuajado, muy serio, al que saluda David de Miranda por tijerillas, ¡toma ya!, un toro que se mostró bravo en el caballo, con codicia, metiendo los riñones, un toro al que prueba el propio matador a la salida del caballo en un quite por chicuelinas vibrante por lo ceñidas, un toro que en la muleta mantuvo el ritmo y bravura que demostró en los primero tercios. Faena de ilusión y entrega, faena con la emoción que da la bisoñéz y la verdad de la inocencia, sin importarle el viento ni nada. Entendió a la perfección al toro y supo aprovechar la barras condición del juampedro, desde los estatuarios de inicio, cambiados por la espalda, a milímetros de la chaquetilla, rematando con uno de pecho larguísimo. El toro humillaba, tenía prontitud, movilidad y repetición, iba en largo, con alegría y mucha clase. Sensacional el toreo en redondo, derechazos con la muleta puesta alante, temple, ni un toque, sin quitársela de la cara, muy toreado, muletazos largos, profundos, enroscados a la cadera, emoción a raudales. Al natural le costó algo más acoplarse, los primeros naturales no salieron con la calidad de los redondos, pero las ganas lo pueden todo y por sus coj... que lo iba meter en los vuelos. Y así fue, en la última serie por ese pitón izquierdo, una tanda de naturales con hondura, ligados por bajo, firme y encajado, levantando a los aficionados de sus asientos. La plaza entregada a la emoción del toreo entregado del onubense, olés tan profundos como los muletas, empujando en cada muletazo como empujaba el toro y tiraba el torero para alargar el magnífico viaje del bravo juampedro. Las bernardinas finalespor ambos pitones, cambiando el viaje cuando el toro prácticamente le llegaba al pecho, de infarto, despreciando al miedo, y dos de pecho ligados uno por cada  pitón, larguísimos, vaciándose  al final, de locura, hacían estallar en una ovación con todos los tendidos en pie de las que se escuchan pocas veces en La Monumental. Todo quedaba para la espada. Se tiró recto, por derecho, hundiendo el estoque hasta la empuñadura, arriba, un volapié perfecto de ejecución y colocación que hizo rodar sin puntilla a Despreciado, un bravo toro de Juan Pedro Domecq para apuntar y tener en cuenta al final de la feria. Dos orejas sin discusión y la Puerta Grande de Madrid abierta de par en par, de Madrid al cielo con la verdad de la inocencia y la pasión de la ilusión.

Antonio Vallejo

viernes, 24 de mayo de 2019

10ª de San Isidro: Deslucidos jandillas


Tras la tempestad llega la calma. Iba a decir que aún con la resaca de ayer pero no, me niego a usar un término que implica mal cuerpo y dolor de cabeza. Empiezo de nuevo. Aún inmersos en el delicioso estado de embriaguez con el que el apoteósico toreo de Roca Rey  invadió nuestro cuerpo y nuestra alma - mejor así, ¿no? - llegaba otra de las tardes esperadas en este San Isidro 2019. Si ayer el lleno era de "no hay billetes" hoy la plaza registraba una excelente entrada, un casi lleno, con tan solo algunos claros en los altos del 5. Los corrillos previos a la corrida eran, como pueden imaginar, monotemáticos, solo se hablaba del éxtasis torero vivido ayer, y se seguirá hablando por mucho tiempo, especialmente si llegan mucha tardes como la de hoy. Decía que había expectación por esta corrida de Jandilla programada para este jueves, no era para menos si echamos la vista atrás un par de semanas y nos trasladamos a la Maestranza y las seis orejas que cortaron Morante, una, Roca Rey, otra, y Pablo Aguado cuatro, en la que se anunciaban Sebastián Castella, figura contrastada, Emilio de Justo, "descubrimiento" y revelación de la pasada temporada y muy esperado en Madrid, y Ángel Téllez en el día de su confirmación de alternativa. Pero si la corrida de ayer aún nos tiene embriagados, la de hoy sí que es posible que nos deje una resaca puñetera, resaca de garrafón, con el estómago revuelto y el cuerpo sin ganas de nada. Deslucido y falto de fuerzas el encierro  de Jandilla, bien presentado y serio, sí, para mi gusto primero, tercero, quinto y sexto de sensacionales hechuras y bellísima lámina, pero que ha dado muy poco juego, con las manos por delante desde salida y la cara alta prácticamente hasta el final. 
Exceptuando al sexto todos han salido parados, distraídos, sin emplearse en los capotes, con poco recorrido y esas dos características que ya he apuntado, echando las manos por delante y la cara por las nubes, muy deslucidos. Trató Emilio de Justo torear a la verónica al tercero, templado, con suavidad y gusto, pero la acondiciones del toro privaron al saludo capotero de emoción, pero al menos se dejó pegar tres o cuatro lances. Solo el precioso sexto se entregó en el capote de Ángel Téllez, que lo recibió a la verónica, con temple y cadencia, a compás, ganando pases para rematar con una buena media más allá de las rayas del tercio. Poco más hubo con los capotes, tan solo destacar un quite de Castella por chicuelinas al cuarto, ceñidas, pasándose al toro rozando los muslos, pero el jandilla reponía una barbaridad y al tercer lance se revuelve y engancha al francés de la parte baja de su taleguilla, susto morrocotudo del que sale airoso gracias a su veteranía y la cantidad de recursos que eso le aporta, amén de su enorme calidad y técnica como figura del toreo que es, y un electrizante y acongojante quite por saltilleras de Téllez al sexto de las que cortan la respiración por lo ajustadas. Y que yo haya anotado en mi cuadernito, nada más.
Tampoco ha lucido la corrida en el caballo. Fea pelea del primero, la cara a la altura de la rodilla del picador y mucho ruido de estribo, dejándose pegar sin emplearse segundo, tercero y cuarto, dormidos en el peto, y tan solo un primer puyazo delantero al quinto bien agarrado arriba por Félix Majada  con el toro empujando con celo, metiendo los riñones y otro muy buen puyazo de Diego Ochoa al sexto, también agarrado arriba y delantero y el jandilla empujando con codicia. Y que yo haya anotado en mi cuadernito, nada más. 
Tampoco se han entregado los de  Jandilla en banderillas, la cara siempre arriba, parados en general, esperando, aunque algunos banderilleros han podido dejar buenos pares por su extraordinaria capacidad y oficio. Así quiero destacar a José Chacón en el segundo, quien recibió una gran ovación tras aguantar el parón del toro, llegar hasta la cara, dejarse ver y, de poder a poder,  colocar los palos con precisión y reunión, o los dos sensacionales pares de Morenito de Arles al tercero, respondiendo montera en mano la fuerte ovación del público tras dos majestuosos pares asomándose al balcón, reuniendo con mucha verdad y gran pureza, o la facilidad y torería de Rafael Viotti al parear al cuarto. El resto han pasado sin pena ni gloria por este tercio, de sobaquillo unos cuantos, pasados otros y en algún caso con bastante pena, poniendo las banderillas de una en una, de mala manera, olvidándose que los rejones son el domingo. Por cuestión de educación y el respeto que me merece quien se viste de luces para ponerse delante de un toro bravo voy a omitir nombres, pero ha habido algunos que no han estado a la altura de lo que exige una plaza como Madrid y una feria como San Isidro, por lo menos en actitud. Y que yo haya anotado en mi cuadernito, nada más. 
Y queda la muleta, quedan las faenas. Si tengo que elegir calificativos, además de deslucidas, hablaría de sosería en general, sin entrega, sin empuje, sin recorrido y sin duración. Inició Ángel Téllez el trasteo al toro de su confirmación genuflexo, probándolo  por abajo, alguno de los muletazos tiene gusto, suavidad y temple en estos primeros compases. toro aplomado, soltando la cara, sin recorrido, complicado y deslucido, gazapón, viniéndose por dentro. Muchas ganas, exposición  y entrega del confirmante pero no hay emoción ni trasmisión, nulas opciones. Con ambas rodillas en tierra comienza la faena de muleta al sexto, en largo, con el toro arrancándose con agresividad, casi se lo lleva por delante, susto de los gordos. Toro como el anterior, parado, reservón, sin recorrido, que cortaba el viaje y se revolvía, también andarín y gazapón, sin dejarle al madrileño encontrar la distancia, muy incómodo, sin opciones a pesar de la inmensa voluntad de Téllez por sacar algo, pero a esa alturas cualquier intento iba en su contra, la gente sólo quería que se lo quiera de en medio y volver a casa cuanto antes. Por lo menos mató de una fulminante estocada hundiendo el acero hasta la yema y eso le permitió despedirse con una cariñosa ovación por su entrega y ganas. 
Sebastián Castella creo que hoy ha vuelto a demostrar que es figura del toreo. Genuflexo de inicio ante el segundo, doblándose para someterlo por bajo y tarta de domar los arreones soltando la cara del jandilla. El toro tuvo tres series por el pitón derecho, eso fue lo que duró, ni una más, y Castella las aprovechó y exprimió lo que llevaba dentro. Tres series en redondo con temple, largura, ligadas por bajo, poderosas y mandonas, rematadas por sensacionales pases de pecho. Técnica, temple, dominio y poder, cualidades que desplegó con maestría mientras hubo toro. Luego se fue al izquierdo y por ahí no pasaba el toro, protestaba y soltaba la cara, auténticos tornillazos, pese a lo que logró robar un par de naturales sueltos de magnífico trazo, aunque un pequeño sector le censuró la colocación al tratar de ligar los muletazos a este toro que se iba al final del pase. Toro a menos, parado, apagado, ante el que apareció el Castella vertical, en una baldosa, pasándose al toro por ambos pitones, con exposición pero sin llegar a los tendidos. Mal con la espada. Brinda al público el cuarto, clava las zapatillas en la boca de riego y comienza con cambiados por la espalda como los del peruano ayer, de infarto, hilvanando con un redondo, un natural y uno de pecho con el que sufrió un derrame que emborronó lo bueno anterior. Como su primer toro este también tuvo dos tandas por el pitón derecho y poco más. Tandas poderosas, la mano baja, encelando al toro en los vuelos, templado, encajado, con un cambio de mano supremo y uno de pecho larguísimo que supo a gloria. Y ahí se acabó el toro, por el izquierdo no tenía ni recorrido ni entrega, naturales sueltos, carentes de ritmo y continuidad. Faena a menos a pesar de los intentos y los recursos técnicos del francés, pero no encontró eco en los tendidos, al revés, se le censuró que prolongara. Me imagino que si hubiera tomado la espada a las primeras de cambio los mismos le habría dicho que se iba sin torear. Ya saben, Castella es uno de los que tienen en su punto de mira esos que se imaginan. Silencio en ambos como balance final aunque para m estuvo por encima de sus oponentes.
Emilio de Justo ha dejado detalles de ese toreo con poder y clase con el que la pasada temporada conquistó a Madrid. El tercero tuvo mucho brío y agresividad en los primeros compases de la faena, lo que generó cierta emoción, arreones en cada arrancada, la cara a media altura, lo aguanta de Justo, adelanta la muleta y para las oleadas, le baja la mano y lo somete por bajo, mandón, además de poner gusto y torería en cada muleta por bajo con el trata que humille el jandilla. Pero el toro se defiende, se siente podido y suelta más la cara, repone y busca con riesgo evidente. Firmeza y valor del cacereño que aguanta los violentos derrotes del toro a base de bajarle la mano, con inmensa voluntad y entrega, más no se le puede pedir con lo que tenía enfrente. El quinto fue aún más deslucido que el anterior, que al menos en su agresividad inicial tuvo algo de emoción. Toro soso, con la cara a media altura, pasando sin decir nada, que a medida que avanzaba el trasteo y se venía aún más abajo se defendió más, soltando la cara con brusquedad. De nuevo lo intentó Emilio de Justo ponerle la muleta y llevar conducida la embestida, imposible, no había de donde rascar. Al igual que Castella se despidió con silencio en ambos.
Y que yo haya anotado en mi cuadernito, nada más. 

Antonio Vallejo