martes, 21 de mayo de 2019

7ª de San Isidro: Novillos y novilleros


Primera de las novilladas programadas en este San Isidro la de Conde de Mayalde programada para este lunes. Una novillada para mi gusto extraordinariamente presentada, seria, de buenas y bonitas hechuras, proporcionados y con un juego variado que en conjunto me ha parecido bueno, cada utrero con sus matices. Una tarde en la que he visto a tres novilleros madrileños de diferente corte y personalidad, Rafael González, Marcos y Fernando Plaza que para mi han tenido una cosa importantísima en común, que han venido a Madrid como siempre sea dicho y como debe ser, en novilleros, llenos de ganas y actitud, a comerse el mundo. Novillos y novilleros, ingredientes fundamentales, pero no los únicos. También una tarde en la que he visto demasiado cemento y mucho frío en los tendidos, más allá del climatológico, como desentendidos de todo lo que pasaba. Como muestra un botón, los sensacionales tercios de banderillas que se han vivido y ha tenido que ser en el quinto cuando por fin Fernando Sánchez, que no es un principiante ni un cualquiera en esto del toreo, ha conseguido que la ovación rompiera y tuvieran que saludar montera en mano. Tantas veces hemos comentado lo difícil que está hoy en día este escalafón, lo que les cuesta, en todos los sentidos, a estos jóvenes cargados de ilusión llegar a vestirse de luces y soñar con ser toreros. Difícil y caro, porque cada vez son menos las plazas que programan novilladas, solo Madrid, Sevilla y creo que Valencia lo hacen a lo largo de la temporada, el resto o anuncian una en su respectiva feria o ninguna, lo más frecuente, por una sencilla razón, porque no encuentran el respaldo del público. ¿La culpa?, ni idea. Me imagino que de todos, cada uno  en su parcela, pero el hecho es que atraen poco, sólo bastaba ver el aspecto de los tendidos de Las Ventas la tarde de hoy, en pleno San Isidro, cuando hace 15 años se llenaban a reventar las tardes de novillada. Así es difícil que estos muchachos salgan adelante, más aún con la frialdad y, a mi modo de ver, el rigor con el que se les mide. De verdad, hoy se han visto muchas cosas buenas en el ruedo venteño, de capote y de muleta, y me ha llamado enormemente la atención la frialdad de la plaza, por momentos parecía anestesiada, como ajena a lo que sucedía sobre la arena, con un severidad, una dureza y un criterio que no me parece sea el adecuado para estos jóvenes, casi niños a veces. Han venido cargados de ilusiones y se encuentran con reproches y mía reproches a la mínima, quieren ligar las tandas y ya están pitándoles con el famoso "estás fuera", la cantinela del cruzado mágico que tanto repten los de siempre. Que tienen defectos lo sabemos todos, que tienen que pulir cosas, por supuesto, para eso son novilleros, que muchos matadores con años de alternativa también tienen mucho que aprender y flaquean por distintos flancos, ojo, pero me parece vergonzoso que se les exija como a las figuras, igual que me parece indigno que se les racanee una oreja. No digo barra libre y pasarles por alto todo, ni calvo ni tres pelucas, digo que se les debe exigir lo que son, novilleros, y también ser generosos y darles incentivos para que sigan adelante con ilusión y ganas, no hundiéndoles con críticas ante el mínimo defecto, que los tienen y es más, tiene que tenerlos, que nadie nace aprendido ni sabio. Si la situación ya es de por sí complicada, no vengamos a empeorar aún más las cosas, por favor.
Rafael González me ha dejado una gratísima impresión cuajado, firme, seguro, solvente, con las ideas claras y la sensación de estar preparado para tomar la alternativa. Ganas y disposición toda la del mundo, desde que ha salido por la tronera del burladero para ir a recibir a porta gayola a su primer novillo. Me ha encantado con el capote, creo que lo maneja a las mil maravillas, vistoso y variado, verónicas y delantales a pies juntos, galoneara, caleserinas, revoleras, chicuelinas, en el saludo capotero a sus dos novillos y en los quites, larga cordobesa para dejarlo frente al caballo en el cuarto, todo un repertorio capoteáis con gusto y clase. Y buen concepto del toreo de muleta, concepto clásico, enganchando alante a los novillos, conduciendo la embestida con largura, la mano baja, temple y ligazón, en el sitio, relajado y asentado, firme, dominador, con sabor a toreo bueno aderezado con el gusto y los aromas de trincharazos y pases por bajo de bello trazo. Redondos profundos y naturales con hondura, pases de pecho sensacionales para abrochar las tandas, largos, de pitón a rabo, pero al mismo tiempo con detalles sinceros de novillero, como el inicio de faena al primero andándole despacio, el mentón hundido, llevándoselo a los medios, recordando al maestro Antonio Ferrera, o el arrebatado comienzo ante el cuarto, de rodillas, decidido a triunfar sí o sí. De verdad, no sé qué más se le puede pedir a un joven como Rafael González que se ha llevado una merecidísima oreja con el cuarto, que también hubiera sido otra más de haber matado a la primera al que abría plaza. Pero repito, su paso por San Isidro me ha dejado una magnífica sensación y un aire fresco de ilusión para el futuro.
Marcos ha lidiado el peor lote con diferencia pero en ningún momento les ha perdido la cara. Otro con ganas de triunfar como ha demostrado salirse también a porta gayola con el quinto, dos largas cambiadas vibrantes, sobre todo la primera y un toreo de capote variado y vistoso, verónicas templadas, delantales a pies juntos y una revolera para rematar. Técnico y pulcro en la muleta con el segundo tras un inicio por estatuarios y cambiados por la espalda como muestra de la disposición del madrileño. Novillo con nobleza pero al que le faltó empuje y fuerzas para humillar y trasmitir más. Templado y firme Marcos pero la faena no llegó a despegar por la sosería del utrero. Con el quinto, algo rebrincado aunque también con nobleza, movilidad y repetición, creo que le costó encontrar la distancia en la que más podía haber lucido el novillo. Faena a la que le faltó, a mi modo de ver, ritmo y continuidad, alternando algunos muletas buenos con fases de cierto desacople, con el toro a media altura y algo corto de recorrido. Quizás dándole más distancia en las primeras tandas, templando y bajando más la mano pudiera haber mejorado esos defectos del animal, pero sentado cómodamente en el tendido es muy fácil hablar por hablar y decir a veces auténticas barbaridades, hay que verse allí abajo para entender muchas cosas. Y repito, su lote fue, con diferencia, el de menos opciones, que a los toreros lo primero es juzgarles en función del enemigo que tienen enfrente, más aún a un novillero. 
Fernando Plaza también me ha dejado buenas sensaciones tanto con el capote como con la muleta. Al igual que sus dos compañeros de terna, ganas e ilusión a raudales,sin renunciar a nada, entrando a los quites como uno por tafalleras y cordobinas y otro por saltilleras de remate que consiguieron levantar al aletargado público. seguro, firme y relajado en la muleta, vertical y poderoso ante el tercero, por encima del novillo, soso y deslucido, escaso de recorrido, sin humillar, reponiendo y soltando la cara. No se amilanó el madrileño y siempre le puso la muleta, trató de llevarlo bien, tiró de técnica, algunos muletazos sueltos tuvieron empaque, ceñidos, con hondura, pero faltó transmisión y emoción pese a las buenas maneras de Plaza. Con el que cerraba plaza compuso una faena en la que combinó las ansias de triunfo propias de un novillero en Madrid con un arranque explosivo de rodillas para terminar toreando al natural en tandas de las que dos de ellas tuvieron un gran empaque. Naturales encajado, hondos, la mano baja, templados, despaciosos, algunos llenísimos, interminables, vaciando la embestida por abajo, aprovechando a las mil maravillas la sensacional calidad del novillo por ese pitón izquierdo, coronando las series con unos de pecho superlativos. Fue al final de faena cuando en redondo cuajó otra soberana tarde en redondo ligada por bajo, temple y mando, con gusto y clase. No sé que querían algunos que hiciera a la vista de las protestas de algunos inconformistas puristas a los que nada les parece bien, a esos que les molesta la ligazón y solo creen en el cruzado mágico y el monopase, a esos a los que Plaza ha callado con un arrimón final de auténtica verdad, en novillero, pero con personalidad. 
En definitiva, que la primera de las novilladas me ha dejado un magnífico sabor de boca porque ha habido lo que tenía que haber, todo con sus matices: novillos y novilleros.

Antonio Vallejo

No hay comentarios:

Publicar un comentario