Otra vez el numerito bochornoso de los del 7, otra vez las pancartas, ayer eran ya seis, pidiendo "echar" del palco a D. Gonzalo J. de Villa Parro, otra vez la bronca antes d ella corrida, otra. vez los gritos y el alboroto. Cansinos y aburridos estos de la manada del 7, siempre repetitivos, llevan años con las mismas cantinelas, que si "ufff, ¡petardo!", que si "toros, toros" según los hierros, claro, que si "miau", este año parece que aún no lo han desempolvado que si "crúzate" que si "hay que torear", que si "picador ¡que malo eres!", y a sí un año y otro, muy pesados. Hasta ahora también nos tenían acostumbrados a los pañuelos verdes que agitaban con desesperación, luego fueron ganando tamaño y llegaron a ser auténticas sábanas verdes, pero este año la manera de dar la nota y llamar la atención es lo de las pancartas. ¡Qué cruz!, si cada 5 días, como según el turno rotatorio del palco correspondería a D. Gonzalo, vamos a tener que soportar el esperpéntico, ridículo, patético y vergonzante numerito de la manada del 7, que van a los toros cargados de prejuicios y juicios premeditados, que quieren dominar a la plaza e imponer sus caprichos, maleducados y malos aficionados, que se autoproclaman como los valedores y únicos poseedores de la verdad del toreo, cuando luego, en la mayoría de las ocasiones, quedan en evidencia y con las vergüenzas al aire con sus protestas injustificadas, un auténtico cáncer para la Fiesta. Es gracioso que esta manada del 7 también se autoproclame defensora de la seriedad de la plaza y que monte este numerito porque a Miguel Ángel Perera, si hubiera tenido el nombre de los que ellos consideran en cada momento "su" torero otro gallo hubiera cantado, se le concedieron dos orejas el 15 de mayo, algo que según ellos resta seriedad a Madrid. Más seriedad resta el numerito circense que están montando, más propio de verbena de pueblo que de la primera plaza del mundo. Sobran de Las Ventas, que se vayan de una vez o que alguien les invite a irse, por favor, y que vuelva la cordura y el orden de una vez, por favor.
Más allá de las algaradas callejeras de la manada del 7 lo importante es que ayer se lidió una corrida de Pedraza de Yeltes en la que hubo bravura, raza y sangre.... por parte de los matadores, porque los toros tuvieron justo lo contrario, una profunda falta de bravura, sin recorrido, quedándose en los vuelos, rebañando a medio viaje, además de una justeza de fuerzas que limitó aún más su juego y acrecentó sus defectos, sin que tampoco fuera una corrida especialmente dura y peligrosa, es más, podría calificarse como noblota y manejable en general, pero carente de emoción y transmisión. Tan solo el tercero y el segundo en los primeros tercios permitieron cierto lucimiento. Un encierro de este hierro salmantino de procedencia Domecq por vía de El Pilar que para mi gusto estuvo correcto de presentación, toros altos, serios y en el tipo de la casa, astifinos, bien armados pero sin exageración de pitones, protestados primero y segundo por los inconformistas habituales al parecer por supuesta falta de presencia, quizás porque eran estrechos de sienes aunque tuvieran dos puntas desafiantes, o porque fueran ligeramente estrechos de culata, puede ser, con esta gente nunca se sabe.
Una corrida en la que, a mi modo de ver, estuvieron muy por encima Octavio Chacón, Javier Cortés y Juan Leal, valientes y comprometidos, firmes y tratando de hacer las cosas bien siempre, sin perderles la cara e intentando en todo momento el toreo por bajo. Pero por más que lo intentaron resultó casi imposible que llegaran a los tendidos ante la nulidad general de sus oponentes.
Octavio Chacón demostró su dotes en el toreo de capa con las templadas verónicas al primero, con gusto pero carentes de emoción, y en el quite por chicuelinas con el que replicó al de Cortés por suaves delantales. Muy poco tuvo este primero en la muleta, con poco recorrido y mucha sosería, a media altura porque si le obligaba lo mínimo se venía abajo, suave, tratando de llevarlo conducido a media altura con enorme técnica, pulcro el gaditano, muletazos limpios pero carente de emoción a pesar del buen trato que le dio. Poco más o menos el cuarto, un toro que pasó con pena y sin gloria por lo primeros tercios, sin decir nada en el capote, sin emplearse en varas y con poca movilidad en banderillas. Gazapón en la muleta, haciendo hilo sin salirse de los vuelos, Chacón trata de someterlo pro bajo, perdiendo uno o dos pasos en cada muletazo, quedando bien colocado pero restando emoción al trasteo, técnica y mando en las series en redondo, toro con cierto fondo e nobleza e incluso algo de clase por ese pitón derecho, manejable pero sin gracia, escasa emoción y transmisión. Más valor y firmeza por el pitón izquierdo, naturales con menor recorrido, con el toro quedándose debajo y revolviéndose, rebañando los tobillos, muy seguro y poderoso Chacón, sin renunciar al toreo por bajo a pesar de las dificultades y el riesgo. Bravura y raza de torero, no se puede decir lo mismo del de Pedraza de Yeltes, al que exprimió y sacó lo poco que tenía dentro por el pitón derecho. Un estoconazo arriba fulminante le vale una merecida ovación. Por la cornada sufrida por Leal en el tercero tuvo que matar Octavio Chacón el sexto, un toro precioso, de una belleza superlativa, de magníficas hechuras, con dos velas por pitones, mucho trapío. Se frena en los lances de saludo, mete el hocico pero no pasa, lo lidia por bajo, echando le capote al suelo, andándole hacia atrás para sacarlo a los medios, con mucha torería. En varas protagoniza Daniel López cande un sensacional tercio, dos puyazos agarrados arriba con el toro arrancándose en largo por la excelente lidia del gaditano que con dos garbosos recortes con el capote repletos de torería lo dejó en suerte a la perfección. Gran ovación para el picador. También muy bueno el tercio de banderillas protagonizado por Agustín de Espartinas y Manuel de los Reyes, que clavaron de poder a poder, en la misma cara, saliendo del encuentro con torería, sobre todo Manuel, llegando a la cara al más puro estilo Fernando Sánchez y saliendo andando hacia atrás, dando la cara al toro, sensacional. Gran ovación para los dos banderilleros de la cuadrilla del herido Juan Leal y que no respondieron desmonterados por respeto hacia su matador, según me apuntó mi gran amigo y mejor aficionado Raúl, atento siempre a cada detalle, un maestro. No sé si fue un guiño al maestro Esplá o lo hace habitualmente, pero Octavio Chacón toreó de muleta con la montera puesta, algo que el alicantino hacía con cierta frecuencia, rescatando imágenes de antaño. Toro sin fijeza y falto de recorrido por ambos pitones, justo fuerzas, al que tuvo que llevar siempre a media altura, mimándolo para que no se derrumbara con estrépito, que además repone al quedarse a medio pase, ante el que una vez más el gaditano demostró su facilidad técnica y su mando, pero resultó imposible todas luces cualquier lucimiento. Faena carente de ritmo y transmisión en la que el toro fue apagándose a cada serie y que acabó en un arrimón de verdad que no tuvo eco en los tendidos, poco reconocido y valorado por un público que miraba el reloj y solo quería irse ya. Este miércoles 29 podremos volver a ver al gaditano con los victorinos, seguro que con mejor suerte que ayer.
Javier Cortés tuvo en el segundo uno de los toros que permitieron algo en la tarde de ayer, al menos en los primero tercios apuntaba buenas cosas. Con bríos de salida, buen tranco, repite y humilla en el capote del madrileño, buenas verónicas de saludo, con gusto. Toma dos varas arrancándose en largo, galope ágil y alegre, metiendo la cara abajo, empuja con codicia, dos puyazos extraordinarios de Juan Francisco Peña, agarrados arriba, delanteros, que arrancan una sonora ovación para despedir a este buen picador. ¡Qué bonito es el tercio d varas cuando se ejecuta bien!, ¡y que importante para la lidia!. Buen quite por chiquilinas de Juan Leal y sensacional tercio de banderillas a cargo de Antonio Molina y José Antonio Prestel con este segundo que parecía más de lo que luego fue. Porque a la muleta llegó con el depósito en reserva, con la fuerzas muy justas. Por el pitón derecho no llegó a entregarse, pasaba con la cara a media altura, algo descompuesto, sin poder obligarle porque en cuanto le bajaba la mano se iba al suelo, además saliendo desentendido del muletazo, deslucido. Lo probó y lo intentó Cortés siempre con la muleta plana y adelantada, pero no había manera, pasaba pero no tenía la mínima chispa para encender la mecha de la emoción. Por pitón izquierdo se entregó más, naturales con hondura, por bajo, ligados, con empaque, pero en una única tanda, porque a la siguiente el de Pedraza de Yeltes volvió por sus fueros, quedándose corto y revolviéndose como sus hermanos. Voluntarioso y por encima Javier Cortés, para mi sin duda. Ante el quinto se la jugó el madrileño con mucha verdad con poco reconocimiento de un público indiferente y como ausente a lo que estaba haciendo el torero, sin darle la importancia que tuvo su faena a ese toro. Un ejemplar de Pedraza de Yeltes deslucido y sin juego en el capote, sin entrega en varas y con poca movilidad en banderillas, espera y corta en un tercio resuelto con oficio por Abraham Neiro "El Algabeño" y José Antonio Prestel. Llega muy corto de recorrido a la muleta, repone y rebaña, inicia el trasteo genuflexo, con gusto, trata de someterlo por bajo, buenas serie en redondo, con cierta profundidad, obligándole, con temple y autoridad, muy firme y valiente, aguantando los derrotes que suelta el animal, que embiste como por oleadas, lo que le da cierta emoción, la emoción del riesgo, tanto que en uno de ellos, un pase de pecho, logra engancharle afortunadamente sin consecuencias. Por el pitón izquierdo aún peor, mucho peligro, aguantando y tragando barones y arreones, firmeza y valor, siempre poniéndole la muleta alante, siempre tratando de llevarlo toreado con temple, siempre por bajo, sensacional Cortés, jugándosela de verdad en cada muletazo por querer torear con la verdad por delante. Faena de bravo y enrazado...el torero. Faena que para mi debió recibir más reconocimiento y valoración precisamente por eso, el valor, pero que transcurrió entre cierta indiferencia general a juzgar por el silencio con el que se despidió su actuación, algo poco comprensible, la verdad que creo que merecía más premio, que menos que una ovación por el compromiso y su arrojo.
Juan Leal tan solo pudo matar al primero de su lote, a la postre el mejor de la tarde. Un toro más bajo que sus hermanos, hondo, muy serio y más abierto de cara que sus hermanos, al que el francés recibió con suavidad en el capote, sin demasiada entrega pero con buen sabor en los primeros lances. Se entrega más en le segundo puyazo, empujando con más codicia y en banderillas muestra movilidad, permitiendo a Marc Leal y Manuel de los Reyes cuajar un extraordinario tercio de banderillas, com Marc reuniendo y clavando en la cara con potencia, saltando entre lo pitones, espectacular, y Manuel como ya he dicho, al más puro estilo Fernando Sánchez, andando hacia la cara con los brazos bajos, los palos escondidos, para arrancarse en las cercanías y dejar el par perfectamente reunido, saliendo de la suerte andando hacia atrás, mirando al toro, dejando claro quien manda. No sé si era la mejor manera de iniciar la faena pero así lo hizo el francés, de rodillas, en los medios, intenso y emocionante comienzo, en largo, tirando del toro, redondos profundos y con la mano muy baja, metiendo los riñones, pleno de entrega. Ya en pie sigue toreando por el pitón derecho, series en redondo con temple y mano baja, el toro humilla y repite con clase y nobleza, derechazos ligados cargados de emoción y que despiertan los pocos olés que ayer se escucharon. Lo lleva muy tapado, cosido a la muleta, ligando en una baldosa, redondos lentos y cada vez más bajos. Cambia al pitón izquierdo, series comprometidas por cuanto el toro por ahí no se desplazaba igual, más corto, reponiendo y rebañando. En una de estas series el toro se va por dentro y desarma a Leal, avisa, y al siguiente muletazo le empitona por el glúteo - después supimos de la cornada de 25 cm que afectaba al recto - al quedarse a medio viaje y soltar la cara con violencia. El gesto de dolor del matador, la mancha de sangre en su taleguilla que iba en aumento y la notoria dificultad para caminar hacían presagiar que la cornada era fuerte, como se demostró, pero a estos superhombres poco les frena. Yo no sé como pudo mantenerse en pie y aún menos seguir toreando, con le dolor que tenía que tener. Pues se pegó un arrimón de aúpa ante un toro ya muy parado y a la defensiva, soltando tornillazos, exponiendo una barbaridad el francés, al que aún le quedaron arrestos para pegar un circular y unos últimos pases por le pitón derecho cargados de torería y valor para entra a matar por derecho y dejar un espadazo en todo lo alto que pasaportó al mejor toro de la corrida. Una mar de pañuelos blancos, a excepción del 7 donde reina la manada, y el presidente que no se decidía a sacar el pañuelo blanco, seguramente influido por esa minoría insignificante pero amedrentadora. Cuando ya estaba el tiro de mulillas a punto de enganchar al de Pedraza de Yeltes por fin sacó el pañuelo, otra cosa hubiera sido un despropósito. Oreja a la bravura y la raza de un torero, que pagó su entrega, sinceridad y verdad con la sangre del valor.
Antonio Vallejo
No hay comentarios:
Publicar un comentario