jueves, 2 de mayo de 2019

¡Por fin llegó Sevilla!


Largo, muy largo, eterno se ha hecho este abril ayuno de toros. Y también muy raro. Asistir al paso los días en el calendario y no ver abiertas las puertas de la Real Maestranza sevillana a una nueva Feria de Abril es algo a lo que no estamos acostumbrados los aficionados que cada año esperamos con ansiedad, una vez clausuradas las Fallas valencianas, que el olor a azahar, los aromas a romero, los ecos de los olés y el sabor a toreo eterno inunden nuestros sentidos. En esta larga espera tan solo el Domingo de Resurrección se veía como un oasis en medio del desértico abril taurino, con Sevilla y Madrid, Madrid y Sevilla, en el punto de mira de los aficionados. No es cuestión de contar ahora lo que ocurrió en esa fecha tan emblemática del calendario taurino, pero sí que nos viene bien recordar algo de lo que ese ya lejano 21 de abril nos dejó y que puede ser un marcador de lo que personalmente creo que va a ocurrir de ahora en adelante. Sevilla y Madrid programaron sendos festejos para celebrar una de las fechas más relevantes del año, y no solo en lo taurino. El Domingo de Resurrección es un día de inmensa alegría tras el dolor y el sufrimiento de la Pasión, es la victoria de Cristo ante la muerte, la salvación del hombre y la esperanza de la Vida Eterna. Por mucho que hoy en día se pretenda negar nuestras raíces son las que son, nuestras creencias son las que son y nuestra razón de ser como nación es la que es, el catolicismo y la Fe, la Cruz como símbolo de salvación. Así es desde hace 20 siglos, desde la Hispania romana, desde que en el año 272 el emperador Constantino I legalizó la religión cristiana sacándola de las catacumbas a las que hoy algunos nos quieren volver a llevar, y desde que en el 380 el emperador Teodosio decretara la religión católica como oficial en el Imperio. Desde entonces la Cruz ha sido santo y seña de nuestra identidad, Covadonga, la Reconquista y la expulsión del Islam de nuestra patria, los Reyes Católicos, el descubrimiento de América y la formación de un Imperio que propagó la Fe por todos los rincones del globo y evangelizó Oriente y Occidente de manera ejemplar durante siglos, para llegar a nuestro tiempo en el que de nuevo la Cruz se convirtió en el más fuerte poder para derrotar al otro gran enemigo de España, el comunismo, en 1936. No es de extrañar, por tanto, que el Domingo de Resurrección tenga tanto significado y tanta tradición en nuestro pueblo, que lo conmemora y celebra como corresponde, con una tradición que también, guste o no guste a algunos, está firmemente arraigada a nuestras raíces y nuestra cultura, los toros, y así fue un año más tanto en Sevilla como en Madrid.
En Sevilla José Mari Manzanares rescató un decepcionante corrida de Victoriano Del Río gracias a su elegancia y su torería, volviendo a ver al Manzanares que deseamos, torero de pies a cabeza, firme, poderoso, desbordando arte en redondo y al natural, siempre por abajo, profundo, con unos pases de pecho monumentales, enroscándose al toro, rematando por el hombro contrario, eternos, y un trincherazo celestial con sabor a gloria para rematar con un espadazo en la suerte de recibir que pasaportó al único toro destacable de la corrida y que le sirvió para cortar una oreja de mucho peso. Nulas opciones tuvo ese día Juli con un lote imposible mientras Roca Rey demostró que está imparable y que le vale cualquier toro, porque si no embiste ya se encarga él de poner lo que haya que poner para que transmitir y emocionar, jugándose la vida de verdad. De no haber manejado mal la espada seguramente se habría llevado una oreja. En Madrid pasamos mucho frío en aquella tarde fría y ventosa y ocurrió algo similar a Sevilla, que Juan Ortega rescató del naufragio la floja corrida de el Torero gracias al buen gusto y el toreo  caro con el que nos emocionó,  mientras David Galván y Pablo Aguado tan solo pudieron dejar detalles de la inmensa calidad que llevan dentro. Pero esos resultados probablemente sean lo de menos. Lo que realmente creo que debe ser merecedor de atención es la comparativa de ambos festejos de cara a lo que nos viene. La Maestranza llena hasta la bandera, no cabía un alfiler, Las Ventas un tercio de entrada, y a lo mejor soy generoso, aunque pueda servir de atenuante la desapacible tarde que hizo, casi invernal. Pero claro, no es lo mismo anunciar a Juli, Manzanares y Roca Rey que a Galván, Ortega y Aguado, siendo este un cártel de gran atractivo para el aficionado, personalmente así me lo parece, pero quien llena las plazas es el público en general, y ese eligió Sevilla, sin dudarlo.  Y este es un detalle que se debe tener muy en cuenta y que no se debe despreciar, que no hay que mirarse al ombligo del aficionado y minusvalorar al gran público porque la Fiesta debe ser de todos y para todos. Lo dije cuando se presentó San Isidro y lo digo ahora que estamos a las puertas de Sevilla y, en menos de dos semanas, a las de Madrid. Veremos que entradas se registran en La Maestranza y cuales en Las Ventas, veremos la respuesta a unos carteles rematados y plagados de figuras en el Alberto sevillano y compararemos con la respuesta a unos carteles en los que abundan los toreros de medio escalafón, por mucho interés que tengan para los aficionados, y en los que hay que rebuscar para encontrar los nombres de las figuras. Luego es posible que el resultado final tanto artístico como de trofeos y triunfos sea apabullante en favor de Madrid, puede que sí, pero sinceramente  tengo muchas dudas. 
En cualquier caso lo vamos a ver ya mismo, tanto como que ayer ya pude seguir por Canal Toros la primera de feria, una desigual corrida en cuanto a presentación y juego de Torrestrella en la que destacaron un primero pronto, con movilidad, genio y transmisión y un quinto bravo, encastado y exigente, con calidad y que humilló en la muleta. Curiosamente estos dos toros fueron los de mejores hechuras y más bonita lámina de la corrida, dando la razón al maestro Emilio Muñoz. El peruano Joaquín Galdós cuajó una notable faena a ese quinto, temple y mando, dándole la distancia, bajando la mano, adelantando la muleta, enganchando al toro y conduciendo la embestida en largo, ligando buenas series por ambos pitones para terminar con unos doblones por bajo cargados de torería. Una pena que pinchara dos veces en la suerte contraria y no fuera hasta el tercer intento cuando pasaportara al de Torrestrella con un espolonazo fulminante porque la oreja estaba servida.  Ya con el segundo había demostrado su clase Galdós en unas tandas al natural templadas y con hondura  pero el animal se acabó ahí y no dio para más, una lástima porque nobleza y clase tenía, pero nada de motor.
José Garrido recibió al primero a la verónica, vibrantes, ganado terreno, acompasadas, jugando bien los brazos y puso en pie a la Maestranza con un preciosos quite por delantales que remató con una media ceñida de auténtico cartel. En la muleta el toro tuvo prontitud, movilidad y cierta transmisión, pero le faltó humillar y la faena no llegó a romper del todo a pesar de la magnífica labor del extremeño, por encima del toro, templado y conduciendo en largo la embestida pero sin poder rematar por abajo por la negativa del toro. Ante el cuarto, reservón y peligroso no tuvo opciones pero demostró el sitio que tiene y en ningún momento le perdió la cara, poniéndose en el sitio, tratando de emabarcarlo por ambos pitones, la muleta adelantada, pero el de Torrestrella se quedaba a medio viaje, reponía y tenía su peligro. De nuevo por encima Garrido.
Alfonso Cadaval tan solo pudo apuntar voluntad a raudales con el descastado, parado y sin recorrido tercero y dibujar detalles de calidad y gusto con el sexto, un toro que apuntaba clase y nobleza pero que entre los encontronazos con las tablas y el castigo en varas llegó a la muleta muy justo, perdiendo las manos al tercer pase de cada serie, en cuanto el sevillano le obligaba lo mínimo por bajo. 
Y con todo esto, siendo la primera de feria, pre-feria diría yo porque hasta el sábado no arranca el Real, la Real Maestranza registró más de media plaza de entrada, lo que de cara a lo que viene hace pensar en un lleno casi diario. Hoy será el primero con los toros de Garcigrande para Morante de la Puebla, Julián López "El Juli" y Miguel Ángel Perera, cartel de auténtico lujo para el gran público y para el aficionado, porque no me creo que nadie que se considere aficionado no se ilusione con esta terna. Lo demás, con perdón, me parecen extravagancias y ganas de dar la nota.

Antonio Vallejo

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