La tarde iba camino del naufragio, los toros de El Tajo y La Reina, descastados, un punto mansos y justos de fuerzas ofrecían escasa opciones de lucimiento y triunfo a la terna. De no haber sido por un encastado sobrero de Torrealta que en su movilidad y agresividad generó trasmisión y un sexto que por le pitón derecho tuvo clase y entrega en el primer tramo de faena pero al que le faltó duración, a estas horas estaríamos hablando de una nueva desilusión en Las Ventas, de otra tarde plana y deslucida, fría en lo climatológico y en la respuesta de los tendidos a lo poco que sucedía en el ruedo, con una entrada algo mejor que ayer, dos tercios de plaza, pero camino del mismo resultado, la nada. Dos toros que no es que hayan sido precisamente para volverse locos, ni el ejemplo de bravura y entrega, pero que, visto lo visto en lo que llevamos de feria, al menos han tenido algo y han aportado emoción, cada uno de una manera diferente. ¡Con qué poco nos conformamos!, pero es lo que hay y lo que va a haber muchas tardes, triste pero mucho me temo que cierto. Frente a esos animales deslucidos y faltos de fondo un Joselito Adame que ha estado por encima de un lote sin opción alguna, un Román que ha derrochado entrega y verdad por toneladas y un Álvaro Lorenzo que ha aportado el temple, la clase y el gusto mientras le ha durado el toro.
Joselito Adame recibió al alto, largo y ofensivo primero por verónicas templadas, abierto el compás, acariciando la embestida, ganado pasos, rematando en los medios con una media plena de gusto. Toro que en el capote ha tenido movilidad y repetición pero que en el caballo se ha dejado pegar sin entregarse, blandeó de salida y ha esperado en un tercio de banderillas en el que han rayado a gran altura Miguel Martín, con enorme facilidad y capacidad, y Fernando Sánchez, magistral, en su línea, torería y pureza, una maravilla verle andar hacia la cara, arrancarse y asomarse al balcón para dejar perfectamente reunidos los rehiletes, saliendo del embroque con elegancia y suficiencia. En la muleta no hubo historia, toro parado, sin recorrido, mirón, probando, reponiendo, a la defensiva por su falta de fuerzas. Lo intentó el hidrocálido por ambos pitones, porfió y tiró de recursos técnicos, pero nada, que no hay tu tía, imposible sacarle un pase mínimamente lucido a ese primero. Mató mal, muy mal, mejor dejarlo así. El cuarto, de buenas hechuras, muy serio y abierto de cuna, se movió en el capote con nobleza pero sin excesiva clase. Lo recibió Adame con lances suaves, sin obligarle, acompañando las embestidas, bien, con el oficio que da la veteranía, pero sin demasiada emoción. Toro que tampoco se empleó en el caballo y que en banderillas esperó, agarrado al piso, y de nuevo emergió la descomunal torería de Fernando Sánchez en este tercio, haciéndolo todo él, las manos abajo, los palos balanceando bajo la cadera, andando hacia la cara del toro despacio, dejándose ver, aguantando hasta muy cerca, y ahí se arranca, y ahí cuadra, entre los pitones, y ahí deja el par, monumental par, y de ahí sale andando con la misma despaciosidad y torería. Un par para apuntar de cara a los premios de final de temporada. Comenzó la faena con ayudados por alto, con gusto, aprovechando la nobleza del animal y cierto punto de calidad. Dos series en redondo templadas, bajando la mano y ligadas en las que humilló son lo mejor del trasteo, porque al cambiar de pitón el de El Tajo dijo que no, echó la cara arriba y no hubo ni claridad ni acople. El resto de la faena fue un intentarlo todo por parte del mexicano pero sin llegar a los tendidos, fríos como la tarde, pases sin continuidad ni emoción por la falta de condiciones del toro, tan solo uno o dos derechazos muy lentos y con profundidad, a la mexicana, pero que no despertaron la mínima pasión. De nuevo atascado con la espada para pasar por Madrid en silencio.
Román ha derrochado ganas, voluntad y entrega hasta decir basta durante toda la tarde. Ha visto como el segundo se devolvía por inválido y en su lugar saltaba un sobrero de Torrealta alto zancudo, de feas hechuras, sin fijeza de salida, que no se entregó en el capote, iba y venía con brusquedad, la cara alta, acometidas violentas más que embestidas, viniéndose por dentro, especialmente por el pitón izquierdo. Por cierto, que muestra de esas ganas de Román que he comentado son los dos quites en su turno al primero, por tafalleras, y al cuarto, por gaoneras ajustadas, sin guardarse nada, sabedor de la responsabilidad de estar en Madrid. Se arranca como un tren al caballo de César Fernández, derriba aparatosamente más por la inercia de sus 595 Kg que por empujar abajo, por meter la cara con clase o los riñones con bravura. Buen tercio de banderillas a cargo de Raúl Martí y "El Sirio" aguantando los derrotes a gran altura de ese sobrero para colocar los palos con mucha verdad, en la cara, exponiendo, ¡y casi sin respuesta por parte de los tendidos!. De verdad que hay cosas que no entiendo, quiero pensar que la anestesia de la tarde venía de ayer y por el viento frío de hoy. Con la muleta estuvo bravo Román, aprovechó la movilidad y la inercia a arreones del Torrealta concediéndole todo, la distancia y la altura que pedía, lo enganchó alante y lo llevó en largo en dos series poderosas, ligadas con mucho mérito por el pitón derecho cargadas de emoción por la violencia del toro, no por su clase ni su humillación, cualidades ausentes en el toro. Por el pitón izquierdo corroboró lo que anuncia de salida, una colada tremenda y un susto mayúsculo que no le quitó la eterna sonrisa al valenciano. Ni eso ni los tornillazos que soltaba buscando las telas y lo que había detrás. Firme y sincero Román, máxima verdad y entrega, vuelve al pitón derecho, se la mete abajo y teje un par de tandas en redondo que el toro toma bien de principio, pero al tercer muletazo protesta y repone, no se amilana el valenciano, traga y arranca pases de calidad, embrageutado, muy seguro, tanto como para concluir el trasteo con unas manoletinas de infarto, un "¡ay!" sin pausa, y matar de entera posiblemente un poquito desprendida en la suerte de recibir, aunque yo, sentado en el 1, no he sido capaz de apreciar tan sutil matiz pues que ha matado en terrenos del 6. Petición de oreja que ha debido ser minoritaria, aunque tampoco he sido capaz de apreciar el sutil matiz que ha debido ser que hubiera tres o cuatro pañuelos menos de la mayoría para no conceder una oreja a Román, que se la merecía, porque ha estado hecho un jabato con este sobrero complicado y áspero, ha dejado muletazos de clase y calidad y su entrega y verdad han sido innegables, además de matar espectacularmente a la primera y recibiendo. Si unos milímetros a un lado u otro en la colocación de la espada vale más para el palco que los pañuelos que me han parecido mayoría, escasa pero mayoría, allá cada cual, aunque también entiendo que tras la absurda bronca que montó el 7 con Perera el miércoles en le palco estén acongojaditos. Pero así es Madrid y así lo sufrimos bajo la imposición caprichosa de unos pocos pero muy ruidosos y groseros. El quinto, exageradamente abierto de cara, salió con movilidad y tomó con alegría el capote de Román, si bien echaba las manos por delante. Buena lidia del valenciano, bajando las manos, arrastrando el capote para hacerle humillar. Se le mima en el caballo, tan solo en el primer puyazo metió la cara y empujó finque se le castigara, el segundo fue poco más que señalado. Pronto y con cierta movilidad en los primeros muletazos, trata de embarcarlo en redondo, toma bien los vuelos, con nobleza, pero al final del muletazo echa la cara arriba. Tira de técnica Román, adelanta la muleta y trata de bajar la mano, pero a la faena le falta ritmo y continuidad por la sosa y deslucida embestida del animal, que no se entrega. Lo intentó por ambos pitones, robó muletazos sueltos con hondura y profundidad, pero al conjunto le faltó ese punto de emoción que el toro no aportó para llegar arriba. Una merecida vuelta al ruedo en el segundo y silencio en le quinto despiden la actuación de Román en esta tarde.
Álvaro Lorenzo también vio como el tercero tenía que ser devuelto tras lastimarse en un costalazo durante el quite de Joselito Adame. En su lugar salió un sobrero de Montealto muy entorilado, tremendamente abierto de cara y con unas puntas afiladísimas, astifino es poco, con movilidad de salida pero con las manos por delante, justo de fuerzas, incluso blandea, no permite lucimiento con el capote. Cabecea en el peto, fea pelea, la cara muy arriba. De nuevo un muy buen tercio de banderillas, facilidad y pulcritud de Rafael González y un extraordinario par de Alberto Zayas de poder a poder. Protetstón y a la defensiva en la muleta, soltando derrotes secos al final del viaje, sin clase ni entrega. Enormemente voluntarioso el toledano, probándole por ambos pitones, adelantando la muleta, poniéndosela en la cara, pero no va, pasa con embestidas descompuestas sin nada de emoción. Por encima Lorenzo. El que cerraba plaza, único cinqueño de la corrida, me gustó por hechuras, armónico y proporcionado, muy serio, ofensivo, acapachado, ligeramente engatillado y abrochadito, y también me gustó por comportamiento, al menos en el ramillete de verónicas templadas y acompasadas de Lorenzo, suaves, ganando pasos, para rematar con una media cargada de sabor. Casi no se le picó para cuidarlo y llevarlo con las mayores posibilidades a la muleta, ni se le obligó en banderillas, donde siguió demostrando su buen tranco. Inicia la faena en terrenos del 10, estatuarios templados, muy relajado, un trincherazo levanta un olé rotundo. La primeras series en redondo surgen magistrales, con largura y recorrido, temple y profundidad, ligazón por bajo, el torero asentado, acoplado y encajado, el toro pronto, con movilidad, repetición y humillación. Gran toreo de Lorenzo, con gusto y mando, rematando con buenos de pecho. Cambia al pitón izquierdo y todo cambió, protesta, mide, prueba, echa la cara arriba, punta las telas, menos limpieza. Pese todo consigue sacar un natural suelto de enorme hondura que vale por mucho. Al volver al pitón bueno el toro ya no es el que era, acorta el viaje y pasa con menos claridad. Sigue firme Álvaro Lorenzo, le pone la muleta en la cara y aún le da para un par de series más, cortitas, sin quitarle la muleta del hocico que liga en un palmo de terreno. Toro a menos para concluir el trasteo con unas bernardinas de cortar la respiración que precedieron a un pinchazo y una entera arriba al segundo intento que echaron por tierra una más que posible oreja a este buen toro, con clase pero que adoleció de escasa duración.
Mejor que lo de ayer sí que fue, pero aún estamos a años luz de lo que deseamos ver, sobre todo si echamos la vista atrás, tan solo 7 días, a la corrida de Jandilla en Sevilla con Morante, Roca Rey y Pablo Aguado. Sobran comentarios y mejor no hacer comparaciones. Mañana viene Aguado, Pablo, a Las Ventas, con todo el papel vendido el sábado por la mañana. Pero los toros no serán los jandillas de Sevilla....
Antonio Vallejo
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