Ayer hablaba de tres notas que definían la corrida de la Prensa. Hoy solo hay un calificativo que poner a la corrida de Nuñez del Cuvillo: Decepcionante. Han sido "Lenguadito", un sensacional sobrero de El Torero, magistralmente toreado por Sebastián Castella, los nombres propios de la tarde, los que la han rescatado de un abismo al que se dirigía sin remedio. Ha traído Nuñez del Cuvillo una corrida correctamente presentada, con cinco toros de hechuras en tipo a lo que es esta ganadería, baja de cuerpo, sin mucha caja, amplia y abierta por delante, y uno, el cuarto, alto, desgarbado, con la cornamenta apuntando bajo, feote, fuera de la morfología habitual de este hierro, cruce de sangres Núñez, Osborne y Domecq. Pero los seis han exhibido una alarmante falta de fuerzas, blandos, blandos, blandos, perdiendo las manos a las primeras de cambio, en cuanto se le obligara lo más mínimo. Parece mentira la deriva de este hierro, a la baja desde hace unas temporadas. La que era allá por 2005 la elegida por las figuras, sinónimo de triunfo seguro,sufre hoy en día un seria crisis. Lo cierto es que muchas veces nos hemos preguntado de dónde sacaban tantos toros para lidiar tantísimas tardes. Lo dicho, decepcionante Nuñez, o mejor dicho, petardo, sin contemplaciones.
Se devolvía a los corrales al quinto de la tarde porque la invalidez del toro era escandalosa. Magistral una vez más la labor del maestro Florito, en poco más de 2 minutos el Cuvillo había vuelto por donde había salido. Saltaba en su lugar el anunciado como primer sobrero, "Lenguadito", nombre que habrá que tener en cuenta de cara a los premios finales de los distintos jurados. Un toro protestado de salida por escasa presencia por los habituales. Demuestra movilidad, fijeza, bravura, clase y casta desde los primeros capotazos a la verónica de Sebastian Castella, ganando terreno, de dentro a fuera, ganando un paso en cada lance. Cumple en varas y recibe un buen par de banderillas de parte de Isaac Mesa. El lío se va a formar en la muleta del francés. Toda la faena en los medios, a pesar del viento que otra tarde más ha hecho acto de presencia. Desde los primeros pases, muy de Castella, con esa quietud y verticalidad pasmosa, en el centro del anillo, sobre la boca de riego, como si nada, sin inmutarse al pasar el toro rozándole la espalda con los pitones, enganchando una serie de pases en los que ha encadenado un molinete y una trinchera de extraordinaria belleza, arrancando una sonora ovación del público. A partir de ahí le ha ido cogiendo la distancia al animal, le ha enseñado la muleta, le ha toreado con la mano baja, con ligazón, con ritmo, con temple. Toreo de muchos quilates por ambos pitones, en los medios, con muletazos largos y limpios, perfectamente colocado tanto al citar para iniciar la serie como a la salida del muletazo para enlazar el siguiente. Si buenos ha sido su toreo por el derecho, no menos lo ha sido al natural, todo ello en un concepto clásico y ortodoxo, lejos de arrimones y exhibiciones entre los pitones. Y es que cuando se torea de verdad, lo demás sobra y la belleza es máxima. Se le veía relajado, disfrutando de lo que hacía. El toro no paraba de embestir, repite, repite y repite, el torero no paraba de dar pases, cada uno mejor que el anterior, y el público no paraba de vibrar y aplaudir. Por una vez todos los astros se han conjuntado, como suele decirse. Impresionante Castella, extraordinario "Lenguadito". Lástima que la espada haya caído un tanto trasera y desprendida porque, aunque ha sido fulminante, quizás haya pesado en que el premio se quedara "solo" en una oreja, merecidísima y de mucho peso por otra parte. Ojo a "Lenguadito" como firme candidato al toro de la feria, que ha recibido un grandísima ovación en el arrastre (incluidos los que le han pitado de salida).
El cuarto de la tarde ha sido quizás el único Cuvillo que podemos salvar de la quema. Un toro feote a mi gusto, un tanto alto, destartalado, abrochado y algo bajo de cuerna. No va muy sobrado de fuerzas pero se emplea en varas, empuja y mete los riñones con clase en el peto del caballo que monta Oscar Bernal. ¡Qué bien ha picado!. A la primera, sin tener que rectificar, aguantando perfectamente el choque del toro, sujetándolo, sin taparle la salida, midiendo de manera excepcional el castigo. Ojo a este tercio de varas y a Oscar Bernal también como candidatos a premio al mejor puyazo. Aprieta el toro en banderillas y pone en más de un aprieto a "El Víctor" y Juan Carlos Tirado. Brinda el riojano al maestro inmortal, al genio del toreo, al arte hecho torero, Curro Romero. Faena de muleta meritoria a un toro con movilidad y prontitud, pero que no se ha entregado en la muleta y que presentaba complicaciones, al que había mucho que hacer y torear. Firme Urdiales, trazando un par de series en redondo de mucha calidad coreadas con olés y aplaudidas con entusiasmo. Por el pitón izquierdo la embestida no era tan clara, más protestón y menos recorrido. Naturales sueltos, algunos de bellísima factura, sobre todo dos de frente a pies juntos, y una trincherilla antológica. Quizás alargara un tanto la faena lo que, junto a un a estocada defectuosa y cuatro descabellos, le haya quitado cualquier opción de oreja. Fuerte ovación al riojano y aplausos al toro en el arrastre. Personalmente, no me ha gustado la vuelta al ruedo que se ha cobrado, pienso que ha sido un tanto excesiva. Si ayer reclamaba que se recuperara la importancia de la vuelta al ruedo en Madrid, lo de hoy me parece que no hace ningún favor a la causa.
Del resto de al corrida poca historia que contar. Los dos primeros, salvo que uno se llamaba "Vinatreo" y el otro "Oropéndolo", han sido idénticos. Blandos hasta decir basta, con poquísimas condiciones que permitieran el mínimo lucimiento. Desde salida los capotes arriba, por lo que, con el viento que soplaba, parecían banderas ondeando más que telas de torear. A la mínima que se le bajara la mano, el toro se derrumbaba. Escaso juego en varas y banderillas, con puyazos que ni lo han sido, casi una farsa de tercio, señalando y levantando la vara para no castigar las escasísimas fuerzas de los Cuvillos. Banderillas que no se han clavado, se han "depositado" sobre el lomo para no hacer más daño. Lo dicho, casi una farsa de tercios por la inutilidad de los toros. La faena de muleta de Urdiales en el primero y de Castella en el segundo han sido dos fotocopias ante toros que no aguantaban más que pases a media altura, a veces ni eso, o a la altura de la estratosfera, puesto que el mínimo intento, ¡qué digo, amago!, de bajar la mano acababa con el astado por los suelos. Faenas sin nada que hacer, sosas, carentes de todo. No merecen dedicarles más espacio. El tercero, primero del lote de Alejandro Talavante ha sido un toro noble, con cierta clase, pero sin un gramo de fuerza, como todos sus hermanos. Lucidos los lances de recibo a la verónica del extremeño, muy aplaudidos. Mal, muy mal el tercio de varas a cargo de Manuel Cid, mal colocado, mal ejecutado, rectificando y no mejorando con ello. Más que justificada la bronca que recibe al retirarse por el callejón. Destaco dos muy buenos pares de banderillas de Juan José Trujillo, ovacionados y que, en mi opinión y de manera incomprensible, no han acabado con el magnífico subalterno desmonterado. Inicio de faena con estatuarios ligados a una trinchera, trincherilla y un obligado de pecho. Palmas. El Cuvillo tiene clase, pero hay que medir mucho el muletazo para que no se venga abajo. Mejor por el derecho que por el izquierdo, pero con poca continuidad, mezclando buenos redondos y naturales con otros menos limpios, con enganchones a la muleta. Poco a poco el toro se apaga y acaba rajándose. Mal con la espada. Hasta cinco veces ha tenido que entrar a matar hasta que el Cuvillo ha doblado. El sexto, segundo de Talavante, no ha tenido historia. Blando hasta decir basta, sin un átomo de energías, sin clase ni casta. Con estas cualidades es fácil resumir la faena. Nada de nada, de principio a fin. Se le ha abroncado a Talavante por machetear por bajo a "Arrojado" en cuanto ha visto que no había donde sacar ni un muletazo. No se lo reprocho, es más, lo agradezco. Cuando se ve a kilómetros que un toro no tiene ni un cuarto de pase, prefiero que se envíe al animal al otro barrio con la mayor rapidez posible. Si hay algo que no me gusta es ver pases, medios pases o amagos de pases que no llevan a ningún sitio, salvo al tedio general. Para colmo de males, tres pinchazos y descabello. Silencio en ambos para despedir al extremeño.
Decepción, por tanto, en esta tarde de "no hay billetes", en una de las corridas denominadas de claveles, antesala de lo que nos espera mañana, uno de los platos fuertes del ciclo: Padilla, Manzanares y Perera ante toros de El Pilar. Habrá que ir pronto para evitar el atasco propio de estos días a la entrada de los tendidos, donde los no habituales están más pendientes de buscar caras conocidas o de ver si les localiza alguien, que de acceder con agilidad a sus localidades para de esa forma no entorpecer el acceso y no molestar a los que ya estamos sentados en la nuestra. Pero eso será mañana.
Antonio Vallejo
No hay comentarios:
Publicar un comentario