Segunda de las novilladas programadas en este San Isidro. De nuevo mucho cemento en los tendidos en una tarde perfecta en lo climatológico, buena temperatura y sin noticias del desagradable viento que durante la pasada se presentó tarde tras tarde para incordiar a los toreros y destemplar a los tendidos.
De los novillos anunciados de El Montecillo, origen Juan Pedro Domecq, sólo cuatro han pasado el reconocimiento. Los otros dos, lidiados en segundo y sexto lugar, pertenecían a la ganadería de Dolores Rufino Martín, procedencia Núñez. Seis ejemplares bien presentados, serios en general, destaca el cuarto, un novillo colorado de 530 Kg de bellísima estampa, con hechuras de toro más que de novillo. En general han tenido un pobre comportamiento, deslucido, con un punto de mansedumbre y escasos de casta, con movilidad y más genio que clase el quinto y sexto, con brusquedad en su embestida y tendencia a echar la cara arriba. Ante estos novillos se presentaban por primera vez en Las Ventas dos novilleros, el alemán Martín Escudero y el peruano Joaquín Galdós, completando la terna el fuenlabreño Francisco José Espada. Sí, han leído bien, el alemán David Tischbiereck Martín, Martín Escudero en los carteles. Nacido en Attendorn, muy pronto se trasladó a vivir a Galapagar, porque, curiosidades del destino, resulta ser sobrino-nieto de Victorino Martín y sobrino de Adolfo Martín. De ahí le viene la afición.
Me encantaría haber podido escribir de las capacidades artísticas de Escudero y Galdós, de su disposición, su valor, su manejo de las telas y los aceros. Pero todo lo previsto se lo ha llevado el viento. Bueno, mejor dicho, se lo han llevado dos novillos, “Cuartelero” y “ Perzosa”. Suele decirse que el hombre propone, Dios dispone….sale el toro y lo descompone. Así ha ocurrido esta tarde, cuando el primero de la tarde ha volteado a Martín Escudero mientras toreaba al natural en su faena de muleta y el tercero ha hecho lo mismo con Galdós en los primeros lances de saludo con el capote. Ambos novilleros han sido trasladados a un centro hospitalario con traumatismo craneoencefálico, sin que, afortunadamente, resultaran corneados, algo milagroso tras ver la aparatosidad de los percances. Poco o nada podemos decir de ambos debutantes en Las Ventas. Galdós ha quedado inédito puesto que solo ha podido recetar las primeras verónicas antes de ser llevado por los aires por el novillo, siendo llevado a la enfermería completamente inconsciente. Algo más nos ha dejado Martín Escudero, ante un novillo alto de agujas, muy serio, bizco del derecho, que muestra poca fijeza en el capote y que se va suelto. Mal en el caballo, sin emplearse, cabecea haciendo sonar el estribo. Ya apunta detalles de mansedumbre, agudizados al irse hacia la puerta de toriles tras recibir el segundo puyazo. Banderillas sin excesiva brillantez a cargo de Jesús Romero y Víctor Pérez. Faena de muleta a media altura, con el novillo echando la cara arriba, con embestida bronca e incómoda, pese a lo cual muestra el alemán firmeza y decisión. Por el derecho parece que va mejor, por el izquierdo se cuela y en la primera tanda de naturales voltea a Escudero de fea manera. Cae al suelo y es zarandeado a merced del novillo. De nuevo angustia en los tendidos porque la cogida parece seria. Es trasladado a la enfermería, quedándose Francisco José Espada encargado de estoquear al novillo, que recibe pitos en el arrastre.
Por tanto, la novillada programada se ha quedado en una encerrona de Espada, quien ha tenido que matar los seis ejemplares. Nada fácil el reto que se le ponía por delante, ante el que ha demostrado, a mi juicio, madurez, capacidad para mandar y someter a unos novillos nada fáciles, de embestida bronca, faltos de casta y clase, desacompasados y con un punto de mansedumbre, como ya he dicho anteriormente. Sobre todo el cuarto, un precioso novillo, más toro que otra cosa, al que le ha cortado una oreja, pero que ha buscado saltar las tablas en cuatro ocasiones, hasta que al final ha conseguido colarse en el callejón. Bien con el manejo del capote en los lances de saludo a la verónica, llevándose a los novillos hacia fuera, ganándoles terreno, como debe hacerse. Mal comportamiento en el caballo el segundo, tercero y cuarto, sin emplearse, comportamiento de manso, haciendo sonar el estribo, saliendo sueltos del encuentro con el picador. Mejor juego en varas quinto y sexto, empujando con más fijeza y codicia, metiendo los riñones mejor que sus hermanos. En banderillas destacar los pares colocados por Antoñares y Víctor Pérez, de la cuadrilla de Martín Escudero, al cuarto, obligados a desmonterarse y responder a la ovación, los dos sensacionales pares de “Pirri” y Raúl Adrada, de la cuadrilla de Galdós, al tercero y sexto respectivamente. Tras estoquear al primero de la tarde, no presentía Espada que iba a tener que hacerse cargo de cinco faenas de muleta. El esfuerzo ha sido grande, y así se le ha reconocido con una sonora ovación antes de salir el sexto y último de la tarde. Merecida ovación porque, para mi gusto, ha estado Francisco José Espada decidido, voluntarioso, con muchas ganas de triunfar y valiente en todas sus faenas. Además ha estado artista en cuanto los novillos le han dado la mínima oportunidad. Nos ha dejado un toreo bien ejecutado, con la mano baja, con temple y ligazón. Torero inicio de faena al cuarto, doblándose por bajo para someter la embestida del Montecillo y someterlo, ganándole un paso en cada muletazo, para llevárselo a los medios. Con los defectos lógicos de quien es novillero y de quien aún tiene cosas que pulir y aprender, pero ha realizado faenas con un buen concepto, bien ligadas, tirando de los novillos cuando había que hacerlo, corriendo la mano baja por redondos, recetando naturales templados, adornándose con unos cambios de mano de extraordinaria belleza y utilizando pases por la espalda y algunos circulares como recurso hábil cuando el novillo se paraba y no permitía la ligazón. ¿Qué más se puede pedir a un novillero que ha puesto todo esta tarde?. Quizás el manejo de los aceros haya sido una rémora para conseguir algún trofeo más. Entera y tres descabellos en el segundo, pinchazo y bajonazo horrible en le tercero, pinchazo y casi entera en el cuarto, que le ha supuesto una oreja, entera caída al quinto tras una faena de mérito y clase con petición mayoritaria y que el presidente, de forma antirreglamentaria, ha desoído y entera caída y atravesada al sexto, buen novillo, al que ha realizado una faena con emoción y calidad en la que ha perdido otro trofeo por el mal manejo de la espada.
El balance final de la actuación de Francisco José Espada puede resumirse en ovación en le segundo, tercero y sexto, oreja en el cuarto y vuelta al ruedo tras petición mayoritaria en el quinto.
Una cosa, señor Presidente. Supongo que usted conoce el reglamento y lo que dice al respecto de la concesión de orejas. La primera, señor Trinidad López-Pastor, la concede el público con los pañuelos. Si hay mayoría hay que darla, le guste o no, esté o no de acuerdo. No voy a juzgar si era justa o no la oreja pedida en el quinto. Pero si sé que la petición era mayoritaria, incluso más que en el cuarto. Por tanto, se ha pasado el reglamento por el forro, algo muy grave en su cargo. ¿Por qué?. Ni idea. Pero a un novillero que ha dado la cara ante seis novillos, como ha hecho Espada esta tarde, que ha toreado bien, muy bien a veces, no se le puede negar una oreja que ha pedido el público, aunque suponga abrir la Puerta Grande y a usted le parezca que puede hacer menos importante a la plaza de Las Ventas. Por tanto, la bronca que se ha ganado en el quinto, me parece más que justificada. Nos quejamos que los novilleros no tienen eco en la afición. Si se les trata así no me extraña. Un triunfo, una Puerta Grande de un novillero en Las Ventas es un trampolín para el resto, como antaño.
Antonio Vallejo
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