Contrario a mi costumbre de escribir sobre lo que veo en la plaza el mismo día, he preferido esperar y dejar reposar el caudal de emociones que ayer vivimos en Las Ventas. Porque fue precisamente eso, una tarde llena de emociones, de sentimientos, de pasión taurina. Fue, en definitiva, la fiesta de la Fiesta. Y no me apetece escribir hoy sobre, podíamos llamarlo, aspectos técnicos. A pesar de las horas transcurridas me sigue apeteciendo contar lo que vi como lo vi, mejor dicho, como lo sentí, porque, repito, aunque pueda resultar cansino, que la de ayer fue tarde de sentimientos y emociones.
Lo primero que emociona en estas tardes de sábado en las que se anuncian festejos de rejones es contemplar la plaza, llena a reventar, con un ambiente alegre, festivo, lleno de familias con niños, muchos niños en los tendidos. ¡Qué gozada!. Si no introducimos a los niños en nuestra Fiesta, si no les enseñamos a disfrutarla, a amarla, a querer y a valorar ese animal tan especial que es el toro bravo, el futuro de nuestra Fiesta es negro, negrísimo. Ellos son el futuro y los que mantendrán la afición. Y estas corridas de rejones son un punto perfecto para iniciar a los pequeños en la afición a los toros. Yo era un niño de 4 años cuando, según me contaban mis padres, empezé a ir a los toros de la mano de mi abuelo materno. Entonces pasaba temporadas largas, durante los meses de primavera y parte del verano, con ellos en la playa. Concretamente en Torremolinos, en La Carihuela. Era mi abuelo un grandísimo aficionado, y se dio cuenta que a uno de sus nietos le hacía gracia acompañarle a ver toros. No solo le hacía gracia, le gustaba. Lógicamente no recuerdo aquella época, lo que me quedan son imágenes difusas en la memoria, pero mi madre me contaba que íbamos a todas las plazas de la Costa del Sol: Torremolinos, Benalmádena, Mijas, Marbella, Málaga... a ver festejos de todo tipo; becerradas, novilladas, corridas de toros, rejones, hasta las de "guiris". Y así fue naciendo mi afición, que ha ido creciendo desde aquellos 4 años hasta los casi 48 que voy a cumplir, 44 años en los que los toros me han dado muchas alegrías. Por eso me parece precioso y emocionante ver tantos niños ayer en la plaza, me veo reflejado en más de uno. A esta emoción añado el plus de que ayer iba acompañado de una de mis hijas, en la que la afición va calando poco a poco, y que debutó con una corrida de rejones, siendo Diego Ventura el primero que vio actuar y que le dejó maravillada. Tanto es así que lo tiene como ídolo, junto a Jose Mari Manzanares en el toreo a pie. ¡No va mal encaminada mi hija!
Se anunciaban tres toros de Carmen Lorenzo y tres de El Capea, todos Murubes, como corresponde a estos festejos, ya que este es el encaste que más juego da ante los caballos. La terna anunciada reunía tres nombres de gran tirón para el público: el madrileño Sergio Galán, el lisboeta Diego Ventura y el extremeño Leonardo Hernández. No es raro, por tanto, el llenazo de la plaza. Al terminar el paseíllo se guardó un respetuosísimo minuto de silencio, como cada 16 de mayo, en memoria de José Gómez Ortega "Joselito", muerto en la plaza de Talavera de la Reina tal día como ayer de 1920. Otra emoción más que sumar a la tarde.
No puedo juzgar, por desconocimiento absoluto, las cualidades de los caballos que presentaron los tres rejoneadores. No entiendo de caballos, no sé montar, es más, me da pánico subirme a uno. Seguro que alguno de los grandes entendidos que hay en este mundo del toreo a caballo me rectificaría muchas cosas, pero hoy hablo como espectador encadilado y emocionado por lo que vi ayer. Lo figura de estos equinos es una preciosidad, una delicia para los sentidos. La forma de moverse, de enfrentarse al toro, su caminar, su bailar delante de la cara del toro, como lo llevan a escasos milímetros de su cuerpo, toreándolo, que es lo que realmente hacen, torear, usando su cuerpo como si fuera la muleta. Un auténtico espectáculo. No quiero pensar el tiempo, la cantidad de horas necesaria para conseguir esa conjunción perfecta entre caballo y caballero. La doma y cómo montan los rejoneadores es impresionante, al menos para mi. Todos han sido unos animales impresionantemente bellos, pero se me han quedado unos nombres grabados, que me han impactado por lo que les he visto hacer: "Ben-Hur", "Apolo" y "Artista" de la cuadra de Sergio Galán. ""Suspiro", "Milagro", "Sueño" y "Nazarí" de la de Diego Ventura. "Titán" y "Despacio" de Leonardo Hernández. Que me corrijan los entendidos en caballos y monta, se lo agradeceré, así voy aprendiendo de este mundo del toreo a caballo.
Respecto a la labor de los rejoneadores no puedo tampoco juzgarla con criterio. No sé si las suertes las han realizado con corrección, con pulcritud, si han sido perfectas o no, si han jugado con ventaja o no, si el rejón de muerte estaba colocado en sus sitio o un centímetro bajo, si las orejas han sido justas o generosas. Me da igual. Sólo sé que lo que he visto junto a mi hija me ha llegado y me ha llenado, me ha emocionado, por momentos me ha puesto los pelos de punta y la carne de gallina. La figura de Diego Ventura y Sergio Galán esperando a recibir al toro en el mismo callejón de salida de toriles, para llevárselo toreado desde ahí, cosido a los cuartos traseros de sus cabalgaduras, ha sido sublime. En el caso de Ventura con el añadido del empleo de la garrocha, dejándonos en la memoria unas estampas camperas de una belleza inigualable. Los tres caballeros han estado, a mi modo de ver, muy bien. Cada uno en su estilo y sus escuela, como es lógico. Han puesto la plaza en pie con su toreo para recibir al toro y fijarlo (realmente complicado en el primero y quinto, dos mansos de solemnidad que solo quería huir, saltar las tablas, escapar por la puerta de chiqueros), con los rejones de castigo, con las banderillas largas y cortas, las rosetas y con el rejón de muerte. Han sido seis rejonazos que han hecho rodar a los toros sin puntilla al primer encuentro, gran mérito. Es cierto que el rejón de muerte de Ventura a su primero ha sido horrible, un bajonazo trasero que le ha hecho perder dos orejas que tenía en su mano por una faena perfecta. Del resto de rejones de muerte solo puedo rendir mi admiración por ver ejecutar una suerte tan difícil en el toreo a pie, con la precisión que lo han hecho desde un caballo y a la velocidad que van. Secillamente admirable. Como resultado final basta decir que Sergio Galán y Leonardo Hernández han cortado una oreja a cada uno de sus toros y Diego Ventura ha cortado las dos orejas al segundo suyo, que hubieran sido cuatro, seguro, si no mata a su primero de forma defectuosa. ¿Justas? Pues para mi sí. De hecho, la fea muerte del segundo de la tarde ha dejado a Ventura sin trofeos. Luego creo que el público, si bien estaba disfrutando de lo que veía, también tenía criterio para saber lo que está bien y mal hecho. Igual que se ha puesto en pie toda la plaza, rompiéndose las manos a aplaudir como lo ha hecho mi hija (¡había que verle la cara de emoción con la faenas del portugués Diego Ventura!), ha sabido valorar en su justa medida la petición de trofeos.
Par terminar con el relato de esta tarde cargada de emociones, solo un punto de pena. Hoy domingo, si mis cálculos no fallan, habrá telediarios. En Telemadrid tendremos cumplida y amplia crónica de lo vivido ayer. En la cadena privadas me da igual, cada uno hace con su dinero lo que considera mejor, programa e informa como quiere y de lo que quiere. Pero hay un caso especial, el de TVE, actualmente en manos del PP, de aquellos que en su día, en tiempos de campaña electoral prometían defender y difundir nuestra Fiesta. ¡Qué lejos quedan aquellos tiempos y aquellas palabras!. Estoy casi seguro que hoy no va a haber referencias, no digo ya dar la noticia y poner imágenes de las tres Puertas Grandes de ayer en Las Ventas. Me conformaría con que solo lo nombren. Pero no ha habido cogidas, no ha habido sangre, no ha habido carnaza. Si así hubiera sido las imágenes ya estaban ahí, seguro, siempre pasa. Pero ayer hubo arte, hubo emociones, hubo pasión, hubo la fiesta de la Fiesta, y eso parece no interesar por políticamente incorrecto. Ojalá tenga que comerme estas líneas, nada me haría más feliz.
Antonio Vallejo
No hay comentarios:
Publicar un comentario