viernes, 20 de mayo de 2016
13ª de abono: Ponce, eterno Ponce
La de ayer era, al menos en mi caso, una tarde especial, de las que espero con tremendas ganas e ilusión desde que se hacen oficiales los carteles de San Isidro. ¿Por qué?. Por un argumento muy sencillo que tiene nombre y apellido: Enrique Ponce. Siempre he reconocido mis gustos en esto del toreo, me parece absurdo esconderlos. Respeto y admiro a todos, absolutamente todos, cuantos se visten de luces, por su valor, por elegir una profesión donde salir adelante está realmente complicado, porque con su disposición y exposición hacen que disfrute de un arte único la Tauromaquia. Algunos amigos me dicen que soy tremendamente indulgente con los toreros, y seguramente sea así, siempre intento ver en ellos la botella medio llena y no medio vacía. Pero dentro de este reconocimiento general hay toreros por los que tengo auténtica debilidad. En este arte, como en todos, hay diferentes estilos, y no son, en mi opinión, ni mejores ni peores, a cada uno le llega más uno que otro y le impresiona o emociona de una u otra manera. No escondo, en este aspecto, mi devoción por Morante de la Puebla, que genera ese pellizco inxplcable solo con pisar el ruedo, por José María Manzanares, admiración que me viene de su padre, por José Tomás, ¡cómo no!, por el gran Curro Romero, que siempre seguirá toreando con su capotito al menos en mis sueños, y por Enrique Ponce, torero al que me rendí hace ya 25 años cuando lo vi por vez primera a través de la televisión, en aquellos locos años 90 en los que día sí y día también se retransmitían innumerables corrida de toros, y la primera vez que le vi torear en vivo, en la plaza de Vistalegre de Bilbao, en el mes de agosto de 1991, en plenas Corridas Generales, día en el que cortó dos orejas y salí o a hombros. Su estilo, su capacidad lidiadora, su conocimiento del toro y de los terrenos me llenó. Y ayer jueves, veinticinco años después, le he visto como siempre, con la sensación de que no habían pasado los años, la misma figura, la misma elegancia, eso sí, con el empaque que da la experiencia de los años, ese poso de madurez plena que hace que disfrute como lo hace delante de los toros y que, de paso, me haga seguir disfrutando de la belleza de su arte. Y no era fácil su reto de ayer. Única tarde en este San Isidro, en esta plaza de Madrid que tanto le ha criticado, mejor dicho, un tendido, que jamás le ha pasado ni una y que le ha tratado en ocasiones con una injusticia y una crueldad inexplicable, desconozco el porqué de la inquina del 7 contra él y su toreo, pero siempre lo ha tenido a la contra, daba igual lo que hiciera, como a tantos otros grandes del toreo les ha ocurrido, para matar una corrida de Puerto de San Lorenzo, ganadería salmantina de origen Atanasio-Lisardo a la que el valenciano conoce a la perfección. Muchos son los toros de este hierro que ha estoqueado a lo largo de su carrera, y con varios de ellos ha logrado sonoros triunfos. Como decía antes, un gran reto. Corrida seria, buena de presentación, muy en tipo Atanasio, bastante pareja de hechuras, cornamentas desarrolladas como corresponde a la sangre Lisardo, con cierta nobleza pero muy blanda de manos, tanto que tres toros se han lesionado en los primeros compases de la lidia. Probablemente el mejor toro ha sido "Malaguito", corrido en segundo lugar y cuya lidia y muerte, como se decía tradicionalmente, ha correspondido a Enrique Ponce. Ya desde el saludo con el capote ha dejado sobre la arena venteña la esencia de su toreo, verónicas templadas, bellísimas a compás, ganando terreno al atanasio, rematadas con una media y una revolera que han despertado los olés del público. nada en comparación con lo que ha venido en la muleta. Ya los primeros muletazos, con la rodilla flexionada, doblones por bajo, templados, largos, con una cambio de mano excelso, eterno, todo con una torería suprema. Los olés han sonado como hacía tiempo que no los escuchaba. ¡Cómo suena esta plaza de Madrid cuando se entrega, es única!. El eterno debate de la música acompañando a la faena. La música de un olé sentido y profundo me parece algo maravilloso y me emociona aún más. Pero eso es otro tema, porque lo importante es la lección que ha impartido Ponce con su muleta. ¡Cómo habrá sido que desde el 7 no se ha escuchado ni un solo reproche!. Es más, creo que se han rendido a la evidencia y han apreciado que Ponce sabe colocarse, que se cruza, como lo ha hecho hoy por ambos pitones, que compone el toreo como nadie, con ese aire desmayado que impregna cada redondo, cosido el toro a su muleta, con la mano baja, el compás abierto, enroscando el toro a su cintura. Series en redondo de une belleza suprema, cambios de mano eternos, temple y pureza en sus manos. Los olés retumbaban, las ovaciones al final del remate de pecho de cada serie hacían temblar el ánimo. Y eso que el viento le ha molestado durante unos minutos, pero no se ha descompuesto el maestro, ha sabido esperar, buscar el sitio y la distancia en la que Eolo no se entrometiera en la composición de su obra de arte, todo con un respeto tremendo de todo el público, hoy ejemplar, sin duda, un respeto que se ha ganado Ponce con su toreo, que ha conquistado Las Ventas. No se cansa de torear a este bueno del Puerto, que mete la cara con clase y nobleza. Molinete y cambio de mano para colocarse al natural, por ese pitón protesta y los primeros naturales salen sueltos, sin la ligazón de los derechazos, pero con ciencia y paciencia termina por embarcar al toro en dos naturales preciosos. El final de faena lo realiza con la diestra, redondos bajos, ligados, sin quitarle la muleta de la cara al noble atanasio, lentísimos, relajado Ponce, a los que siguen unos ayudados por bajo flexionando la rodilla con su particular sello, más y más olés, para concluir con una cambio de mano infinito, con el tiempo parado, una eternidad en la muleta de Ponce, que pone a la plaza en pie. Una auténtica lástima que haya fallado con la espada, la oreja era segura y creo que unánime. Pero la suerte suprema es la que dicta sentencia y todo ha quedado en una tremenda ovación correspondida por el maestro saludando desde la segunda raya. No ha cortado oreja, pero ha ganado algo aún más grande, el reconocimiento y la entrega de la primera plaza del mundo. Una deuda que, a mi modo de ver y desde mi "poncismo" (si el palabro existe y es admisible), le debía Madrid.
El cuarto tris que le quedaba a Ponce, por delante se devolvieron el cuarto y el primer sobrero, permitió ver a un Enrique Ponce en otra versión. Decía antes que si por su figura parecía que no habían pasado años, estilizado y ágil como cuando comenzaba su carrera, con este sobrero de Valdefresno ha estado con las ganas y la disposición del que tiene que hacerse un hueco en este mundo del toreo. Toro complicado, gazapón, reservón, que cortaba la embestida y arreaba arriba. Lo fácil hubiera sido cortar rápido, cualquier atisbo de lucimiento parecía lejano. Al contrario, se ha puesto y ha estado más que dispuesto, con tesón, con paciencia, poniéndole la muleta, molestado por el viento, daba igual, seguía tratando de llevar al toro, y al final hasta ha conseguido sacar un par de naturales de mucho mérito. Toro para pocas florituras ante el cual ha mostrado Ponce su faceta más profesional, mostrando lo que había, sin taparse, para acabar macheteando por bajo para someter al atanasio. Prueba de su dignidad y vergüenza torera ha sido el respeto a su labor durante el trasteo, nuevamente ejemplar el público. Mata esta vez a la primera, aunque cayera trasera. ¡Ay si esta estocada la hubiera colocado al toro anterior!. Ovación para Ponce premio a su entrega.
Confirmaba Román, joven torero valenciano que nada pudo hacer, salvo matarlo, en el toro de su confirmación, ya que se rompió una pata en los estatuarios con los que incoaba la faena. Auténtica mala suerte para él, que tuvo que esperar, como está reglamentado en las confirmaciones de alternativa, hasta el sexto, toro en le que dio una lección de valor y entrega ante un toro exigente y con emoción, si bien le faltaba clase en su embestida. Muy sincero, poniéndose por ambos pitones, pasándose al toro por la cintura despreciando al miedo, sin dejarse nada escondido. Faena que ha transmitido, que ha demostrado que tiene dentro madera para salir adelante. Le faltó rematar con la estocada, no habría sido extraño que se hubiera llevado una de las orejas del atanasio en caso de matar bien. Ovación merecida para Román.
Y quedaba Daniel Luque, el sevillano, extraordinario capotero y que conoce lo que es triunfar en Madrid y abrir la Puerta Grande en 2014 al cortar dos orejas a un toro de Puerto de San Lorenzo. Magníifcas verónicas, lentas, jugando las manos en una línea muy de la escuela sevillana, recordando en algunos lances a Morante, una de sus referencias. Sin opciones frente al tercero, ante el que ha estado digno, intentándolo pero sin sacar nada en claro, técnicamente bien , pero era un toro que no transmitía nada. Mejor en el quinto, toreando bien con la diestra, llevando al toro en su muleta, templado, con gusto, pero sin emoción ni transmisión, un toro soso, sin gracia, al que ha tenido que hacérselo todo el sevillano. Destacar dos muy buenos redondos que ha ligado a mitad de faena, pero poco más, y no habrá sido por falta de ganas, despidiéndose de la tarde con silencio en ambos toros.
Mención aparte voy a hacer a los tercios de banderillas, algo destacable en la tarde de ayer. Prácticamente todos los pares colocados con limpieza, reuniendo y clavando como mandan los cánones. En el tercero han brillado los dos "Algabeños" de la cuadrilla de Daniel Luque, excelentes pares, fuertemente ovacionados, así como en el quinto a cargo de Raúl Caricol y José Luis Neiro, sensacionales pares. En este quinto ha brillado sobremanera el otro Neiro, Abraham, en la brega, llevando al toro a punta de capote, ni un pase de más, colocándolo para banderillear a la perfección. Sensacional este toreo de plata. Y para culminar Raúl Martí y Hazem "El Sirio" en ele sexto, pares inmensos, de poder a poder, llegando hasta la cara del toro, cuadrando entre los pitones, con mucho riesgo y verdad, para salir andando con una torería infinita. Ambos han tenido que saludar montera en mano la fortísima ovación recibida.
Ayer por la noche salí de Las Ventas pleno de satisfacción. Ponce el Victorioso, esta tarde dueño y señor de Madrid. Siempre Ponce, eterno Ponce.
Antonio Vallejo
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