domingo, 15 de mayo de 2016

9º de abono: ¡Qué mala es la resaca!


Tarde de sábado en pleno puente de San Isidro, los ecos de la vibrante tarde vivida ayer aún en el aire, el corazón todavía encogido al recordar cómo se jugaron la vida dos pedazos de toreros, cómo hicieron realidad aquello de mandar, poder y someter a un toro. Tarde desapacible en lo climatológico, gris y fría, como ha sido la corrida. Tarde de resaca  tras la borrachera emocional de ayer con Talavante y Roca Rey en la que, o te proponen algo muy especial y motivan, o te quedas en casa a recuperarte para lo que viene mañana y en la próxima semana. Al menos esa impresión daba con algo más de dos tercios del aforo cubiertos de un público no habitual, echando en falta a los abonados de cada día en los asientos colindantes, sensaciones raras, como las que se tienen en esos días de resaca.
La corrida anunciada de Flor de Jara, procedencia Santa Coloma-Buendía, remendada por dos reses de San Martín, anteriormente Hernández-Plá, de idéntica procedencia ha resultado un fiasco, un auténtico petardo. Seis toros desiguales de presentación, con segundo, tercero y cuarto de menor presencia a mi modo de ver, incluso un par de ellos me han parecido un tanto anovillados, con independencia de su peso. Eso sí, serios en general, astifinos y bien rematados, pero muy pobres de juego, muy justos de fuerzas, descastados, quizás el segundo el de más posibilidades, y un sexto manso imposible para el torero. Malos, para qué andar con rodeos, sosos, sin chispa, aburridos, un mérito aguantar toda la corrida, la verdad. La terna de matadores la componían el madrileño Fernando Robleño, a quien le queda aún la tarde del 2 de Junio con toros de Celestino Cuadri, el sevillano Miguel Angel Delgado y el mexicano Diego Silveti, en el caso de ambos esta era su única comparecencia en el abono isidril. Complicado, mucho, lo han tenido los tres para triunfar con semejante ganado. Dignos, con decisión y firmes han estado los tres, por encima de sus respectivos lotes, a mi juicio. Pero poco o nada han podido hacer con estos santacolomas, encaste mítico en paligroso riesgo de desaparición.
Podía llenar líneas y líneas contando lo visto esta tarde en Las Ventas, pero creo que sería tan aburrido y plomizo como ha sido la corrida. Salvo primero y sexto que han permitido a Robleño y Silveti dar algunas verónicas con cierto empaque, el resto no han servido en el capote, unos por irse sueltos, sin fijeza alguna, otros por no tener fuerzas desde el principio, otro por manso... En definitiva, que no recuerdo ni un olé al saludo de capa en ninguno de los seis.
¡Y que voy a contar del tercio de varas! ¿Ha habido tercios de varas?. Es cierto que los seis toros han ido, como manda el reglamento, dos veces al caballo, pero de ahí a considerar que se ha hecho la suerte de varas como se debe y para lo que está concebida en la lidia hay un mundo. Se ha picado mal y muy medido, en la mayoría de los casos tan solo se ha señalado el puyazo, por la más que evidente y escandalosa falta de fuerzas de los toros. 
Algo más se ha visto en los quites, con los matadores poniéndolo todo y haciendo lo imposible por lucir algo a sus respectivos toros. Buen quite por chicuelinas, limpias, rematado con revolera de Miguel Angel Delgado en el primero, otro aceptable de Diego Silveti por delantales en el segundo y otro por tafalleras para probar al tercero en la salida del caballo, más uno por verónicas lentas con gusto de Robleño también al tercero de la tarde. Poco más ha dado de sí el toreo de capa en esta resacosa tarde grisácea. 
El momento más brillante de toda la corrida ha venido, sin duda alguna, en el tercio de banderillas del segundo de la tarde. Sensacionales pares a cargo de dos grandes toreros de plata, dos grandes banderilleros, que son Curro Robles y Fernando Sánchez, quienes junto a Juan José Trujillo, David Adalid y Angel Otero constituyen un quinteto de lujo, el que sería quinteto titular casi seguro si en lugar de cuadrillas de tres toreros de plata fueran un equipo de baloncesto de cinco jugadores. Es un auténtico espectáculo verles andar hacia la cara del toro, con aplomo, con torería, dejándose ver, gustándose, llegando a la cara del toro, asomándose al balcón, reuniendo con verdad y pureza, para salir airosos y con garbo del encuentro, pura torería, como acabo de decir. Ambos han correspondido saludando montera en mano a la atronadora ovación en este segundo de la tarde. En general, los tercios de banderillas han sido lo más aceptable de la tarde, con oficio, haciendo bien la suerte en la mayoría de los pares. 
A la muleta han llegado los seis toros sin un gramo de fuerza. Bueno, el sexto, manso de solemnidad, ni eso. Muy difícil el sacar algo de mérito en sus faenas para los tres matadores. Es de justicia reconocerles su profesionalidad y sus ganas, no se han escondido, intentando sacar muletazos a sus lotes, pero la falta de fuerza y casta de los astados ha hecho que las faenas  discurrieran entre el sopor general. Quizás el segundo haya sido el de más calidad mientras ha tenido reservas, que han sido pocas, dicho sea de paso, ante el que Delgado ha estado firme y muy decidido. En mi opinión los tres espadas han estado por encima de sus lotes, los tres con decisión, tratando de sacar lo que llevaban dentro los santacolomas, que era realmente poco. Bien Silveti en el tercero, templado, tratando de llevar largo y por bajo al de Flor de Jara en su muleta, pero el toro, como el resto de la corrida, carecía de recorrido, echando la cara arriba sin humillar, ni uno lo ha hecho, sin clase ni bravura. 
Poco más que añadir, creo yo. Ante esto se han topado Robleño, Delgado y Silveti, imposible a todas luces el lucimiento, imposible generar la mínima emoción y transmisión a los tendidos, sumidos en el sopor general. ¡Qué mala es la resaca!

Antonio Vallejo

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