Primera de las corridas de
la última semana de este San Isidro, la semana denominada “torista” por el
sector purista de la afición, como si el resto de la feria no fuera torista. Es
un apelativo realmente curioso. Yo creo que toristas somos todos, porque ningún
aficionado entiende la Fiesta sin el toro bravo y encastado como epicentro de
la misma, y tan torista puede ser una corrida de procedencia Domecq, como una
de Saltillo, Albaserrada o, como la de ayer, de Baltasar Ibán, pero se mide
distinto según el apellido. El tiempo será quien dicte sentencia y, día a día,
veremos si este “torismo” responde o no a lo que debe ser un toro en cuanto a
bravura y casta o si asistimos a un desfile por el ruedo de animales enormes,
con muchos, muchos kilos, terribles de pitones y, a lo mejor, una o dos
arrancadas al caballo, pero nada más, en tardes aburridas, tanto como las del
toro “bobalicón”, el de “las figuras”, el que tanto se critica, cuando uno y
otro, al final, carecen de la misma
falta de emoción. Pero a uno se le masacra y al otro se le perdona casi todo,
dependiendo de su procedencia. Repito, son ya muchos años en los que esta
semana se hace realmente pesada, y no es un juego de palabras.
Se presentaban ayer los
toros de D. Baltasar Ibán, ganadería y encaste míticos, marcada por una fecha,
7 de Junio de 1994, un toro, “Bastonito”, de “solo” 500 Kg de peso, y un torero,
un maestro, el colombiano César Rincón. Faena mítica a un toro de leyenda que
ayudó a crear y engrandecer la enorme figura del colombiano, que tarde tras
tarde descerrajaba la Puerta Grande de Las Ventas.
Los toros de Baltasar Ibán
lidiados ayer, por supuesto, eran impecables de presentación, toda la corrida
muy seria, buenas hechuras, alguno de los que saltaron al ruedo muy bellos de
lámina, si bien es cierto que un tanto desigual, basta decir que fueron de 484
kg a 606 Kg, con un par de ellos que eran más recogidos, uno incluso
terciadito, pero que se salvaron por la aparatosidad de encornadura. Otros
toros, auténticas fotocopias de los de ayer, han sido pitados de salida en
bastantes tardes de este San Isidro. Pero ya sabemos que la permisividad de
cierto sector es variable según sus gustos, apetencias, caprichos y, lo que me
parece peor, fobias, que las tienen, y
muchas.
En el cartel tres toreros de
los que cada año acuden a Madrid con este tipo de corridas, toreros que
habitualmente no se caracterizan por la amplitud de contratos a lo largo de la
temporada. Cinco tardes se vistió de luces el madrileño Iván Vicente la pasada
temporada, nueve el también madrileño Alberto Aguilar y diez el segoviano
Víctor Barrio. Difícil compromiso para los tres, gran responsabilidad matar en
pleno San Isidro un encierro de este hierro, que no se distingue precisamente
por su facilidad y su bondad. Recordemos, si no, al mítico “Bastonito”, que por
el pitón derecho se las hizo pasar canutas al maestro Ricón aquella tarde de
Junio de 1994. Era una fiera, terrorífico, pero al que sometió y toreó a las
mil maravillas cortándole las orejas.
Precisamente el primero de
la tarde llevaba por nombre “Bastonito”, 573 Kg, muy serio, buenas hechuras,
con caja, engatillado. Buen tranco de salida, toma con buen ritmo el capote de
Iván Vicente, verónicas pausadas, con gusto, bonita la media de remate. Se arranca
de lejos al caballo, toma dos varas en las que empuja, se emplea, buena pelea
en el caballo de Héctor Vicente, quien pica al aire en la primera entrada
teniendo que rectificar para colocar la puya. Quita Aguilar por tafallera,
chicuelina y una media, palmas para el madrileño. Se mueve el de Baltasar en banderillas,
galopa bien, buenos los dos primeros pares a cargo de Joselito Rus y Jesús
Robledo “Tito”. Sensacional el tercero. Se deja ver Rus, cuadra en la misma
cara y sale andando con torería, gran ovación para este buen torero de plata.
Inicio de faena en los medios, directamente, sin conjeturas, con la diestra. El
toro echa la cara arriba, puntea los engaños, complicado, primeras series en
redondo sin demasiado lucimiento. Mismo comportamiento por el pitón izquierdo,
incómodo, no termina de cogerle el ritmo, le baja la mano, mete mejor la cara
pero pierde las manos. Busca el madrileño las rayas par continuar la faena. Ahí
se encuentra más cómodo, muletazos más templados y bajando más la mano, el de
Baltasar Ibán toma mejor el vuelo de la muleta, salen algunos muletazos sueltos
de calidad, pero falta continuidad, ligazón y la faena discurre un tanto sosa,
sin demasiado lucimiento. El toro se va quedando, acorta el viaje, igual que
Vicente acorta la distancias. Lo lleva bien en el final de faena, templado, un
derechazo es muy hondo, magnífico, pero el toro está fundido, ya no da para
más. Mata de buena entera que hace doblar a “Bastonito”. Ovación para Iván
Vicente, firme y bien puesto en este primero, faena de escuela, con técnica,
pero falta de chispa ante este plomizo
ibán.
De imponente presencia el
cuarto, “Tesugo”, 6060 Kg, magníficas hechuras, alto, muy serio, abierto de
pitones, y vaya pitones, dos auténticos leños, mazorcas anchas. Se aplaude su
aparición en el ruedo. No cumple en el capote, arrea más que embiste. En el
caballo tampoco se emplea, empuja, sí, pero haciendo sonar el estribo. Intenta
Aguilar el quite a la verónica, desiste, no colabora el de Baltasar. En
banderillas corta, pone en complicaciones a José Luis López “Lipi” y Jesús
Robledo “Tito”, clavan con riesgo y oficio los dos primeros pares, el tercero
acaba en el suelo. Inicia la faena de muleta doblándose, por bajo, lo lleva
bien, templado, pero el animal no tiene final, le falta chispa y gracia en su
embestida, sin emoción. La tercera serie por el pitón derecho es la mejor, dos
redondos de calidad, profundos, que arrancan los olés del público, firme y
decidido el madrileño que da ese pasito para alante tan importante en el toreo.
Por el pitón izquierdo presenta más dificultades, protesta, saca con paciencia
y técnica algunos naturales sueltos pero el trasteo carece de emoción. Nueva
muestra de firmeza y entrega de Iván Vicente, para mi por encima de sus dos
toros. Una pena que empañara su digna labor con le descabello, tras haber
colocado una estocada entera pero insuficiente para hacer doblar al ibán.
Innumerables golpes con el verduguillo hasta llegar a escuchar dos avisos.
Silencio en su despedida.
“Camarín” se llama el primero
del lote del madrileño Alberto Aguilar. 560 Kg de peso, de buenas hechuras,
musculado, armónico, muy serio. Precioso ejemplar, tanto como otros muchos que
han saltado al ruedo con idénticas características y que fueron silbados de
salida, algo que en su día no entendí, pero hay gente “pa tó”. Se desplaza
bien, con brío y buen son, mete la cara en el capote de Aguilar, humilla,
repite, buenas verónicas del madrileño, olés, ganando terreno en cada muletazo para
rematar con una media aplaudida. Magnífico el comportamiento de este ibán en el
caballo de Carlos Sánchez. Se arranca pronto, en largo, no tanto como alguno
que protesta quiere, galopa bien, mete la cara abajo, empuja con los riñones,
pelea de bravo acunando al caballo contra las tablas. Más castigo en el primer
puyazo, más medido el segundo. Entre medias de ambos puyazos quita Aguilar de
manera vistosa por tafalleras ceñidas y un farol, muy aplaudido. Aprovecha Víctor Barrio su turno y deja un
quite por chicuelinas ceñidas y una revolera de buena factura. Protestas de
algunos aficionados al cambio de tercio, piden una tercera entrada al caballo.
No lo sé, a lo mejor había hecho sus delicias y ahí se habría acabado el toro,
que se ha empleado a fondo en el peto. O a lo mejor no, nunca lo sabremos, pero
creo que el cambio de tercio es acertado, como luego se ha demostrado en la
muleta. En banderillas se sigue desplazando bien, con alegría, permitiendo
colocar tres buenos pares a Rafael González y Lucas Benítez, recibidos con
ovación. Brinda Aguilar al público. Magnífico inicio doblándose por bajo, muy
torero, muletazos templados, largos, el toro humilla con clase y repite con
codicia, espléndido el cambio de mano. El de Baltasar Ibán va de dulce. Buenas
series en redondo, hasta tres pega el madrileño a este toro que se arranca
pronto y con bravura, muletazos largos, le baja la mano, hay emoción en cada
lance y clase en el toreo, se repiten los olés, extraordinario el de pecho que
remata la tercera serie. También se emplea el toro por su pitón izquierdo. Buena
serie al natural, algunos hondos, pero el toro comienza a quedarse. Mide bien
los tiempos Aguilar y se va a por la espada. Muletazos finales con gusto para
entra a colocar una estocada entera algo desprendida volcándose que resulta
fulminante. Oreja de ley para Aguilar y gran ovación para este gran toro, bravo
y encastado, para el que algunos piden la vuelta al ruedo.
El quinto, segundo para
Alberto Aguilar, “Clavillero”, 586 Kg, amplísimo de pitones aunque a mi modo de
ver algo justo de cara, un tanto desproporcionado para su caja, algo feo de
hechuras. Primeras dos verónicas de saludo lucidas, repite pero echa las manos
por delante, enseguida acorta el viaje. Toma dos varas traseras arrancando algo
en corto en la primera, lo que no gusta a algunos, dejándolo más largo el
madrileño en la segunda. Empuja en ambos puyazos, mejor agarrado el segundo a
cargo de Francisco Javier Sánchez. Quite de Víctor Barrio por tafalleras y
revolera, palmas para el segoviano. En banderillas corta, muestra querencia a
tablas, pares con oficio de César del
Puerto y Lucas Benítez. Inicio de faena por el pitón derecho, el toro va, trata
de templarlo y someter el defecto que presenta al echar la cara arriba, el toro
tiene emoción, aprieta a Aguilar, tanto que en una de esas le prende,
afortunadamente por la pala del pitón sin llegar a herirle, pero los segundos
en que está a merced del toro y la manera cómo literalmente lo escupe de la cara, lanzándole al aire como si
fuera un trapo, resultan angustiosos. A partir de ahí el toro desarrolla si es
que no lo había hecho antes. La querencia apuntada es ahora marcadísima, no
obedece a los toques y cuando hace que toma la muleta se va suelto a tablas.
Imposible cualquier lucimiento, no hay nada de nada para rascar. Mata de entera
y escucha ovación premio a su entrega y valor.
El tercero, “Sandonguero”,
484 Kg, primero para Víctor Barrio es un toro idéntico a muchos que han saltado
en este San Isidro: Veleto, muy abierto, musculado pero un tanto escurrrido.
¿Protestas?, cero ayer, otros días…. ¡Buf!. Deslucido en el capote, no se
emplea en varas, toma dos puyazos en corto dejándose pegar. También deslucido el
tercio de banderillas, hasta tres veces pasan para colocar un solo palo, pero a
la cuarta, sensacional par de Alberto Zayas, como sensacional es la brega de
Roberto Martín “Jarocho” a este toro. Inicio de faena doblándose para someter
la embestida, el ibán va, tiene movilidad, pero echa la cara arriba, punteando
la muleta del segoviano. Comienza por el pitón derecho, le baja la mano pero no
humilla, sigue con la cara alta, los enganchones deslucen la faena. Por el
pitón izquierdo tiene más calidad, saca algunos naturales con empaque, buenos
muletazos, pero sigue con la tendencia a echar la cara arriba. Firme y templado
veo a Barrio ante este ejemplar, más bronco y con genio que con clase, para mi
por encima el torero. Mata de pinchazo y entera. Silencio para Barrio e
inexplicables palmas al toro en el arrastre, a mi modo de ver.
El sexto, “Camarito”, 599
Kg, el último para Barrio, muy grande, cornidelantero, musculado, bonitas
hechuras, sale un tanto a su aire, desconcertante, como el aguacero que cae en
ese momento y que provoca la estampida de los espectadores, dejando los
tendidos medio vacíos. Se emplea en el caballo, con fijeza. Tiene movilidad en
banderillas, buenos pares los colocados por Manuel Larios y Alberto Zayas. La
faena de muleta es casi misión imposible. El toro tardea, embestida fea,
descompuesta, se defiende, no tiene recorrido. Lo intenta el segoviano, se
justifica, digno pero sin opción alguna. Silencio bajo el chaparrón para
despedir a Víctor Barrio.
Y así acabó la tarde de
ayer, en la que tan solo un toro cumplió las expectativas con las que se
esperaba a los de Baltasar Ibán, bajo la inesperada lluvia, la misma que por la mañana, a primera hora,
hacía su aparición para recibir a un equipo leyenda que regresaba a Madrid con
¡la undécima Copa de Europa! para ofrecérsela a los miles de madridistas que
aguardaron allí toda la noche, entre los que me incluyo junto a una de mis
hijas, recibiéndoles como héroes . Sin duda, el cielo lloraba de alegría en
Cibeles por la mañana ante la leyenda del Real y de cierta tristeza y
melancolía en Las Ventas por la tarde al ver que la leyenda de Bastonito no
tenía continuación.
Antonio Vallejo
No hay comentarios:
Publicar un comentario