lunes, 30 de mayo de 2016

23ª de abono: De Baltasar Ibán y la leyenda de Bastonito


Primera de las corridas de la última semana de este San Isidro, la semana denominada “torista” por el sector purista de la afición, como si el resto de la feria no fuera torista. Es un apelativo realmente curioso. Yo creo que toristas somos todos, porque ningún aficionado entiende la Fiesta sin el toro bravo y encastado como epicentro de la misma, y tan torista puede ser una corrida de procedencia Domecq, como una de Saltillo, Albaserrada o, como la de ayer, de Baltasar Ibán, pero se mide distinto según el apellido. El tiempo será quien dicte sentencia y, día a día, veremos si este “torismo” responde o no a lo que debe ser un toro en cuanto a bravura y casta o si asistimos a un desfile por el ruedo de animales enormes, con muchos, muchos kilos, terribles de pitones y, a lo mejor, una o dos arrancadas al caballo, pero nada más, en tardes aburridas, tanto como las del toro “bobalicón”, el de “las figuras”, el que tanto se critica, cuando uno y otro, al final, carecen de la  misma falta de emoción. Pero a uno se le masacra y al otro se le perdona casi todo, dependiendo de su procedencia. Repito, son ya muchos años en los que esta semana se hace realmente pesada, y no es un juego de palabras.
Se presentaban ayer los toros de D. Baltasar Ibán, ganadería y encaste míticos, marcada por una fecha, 7 de Junio de 1994, un toro, “Bastonito”, de “solo” 500 Kg de peso, y un torero, un maestro, el colombiano César Rincón. Faena mítica a un toro de leyenda que ayudó a crear y engrandecer la enorme figura del colombiano, que tarde tras tarde descerrajaba la Puerta Grande de Las Ventas.
Los toros de Baltasar Ibán lidiados ayer, por supuesto, eran impecables de presentación, toda la corrida muy seria, buenas hechuras, alguno de los que saltaron al ruedo muy bellos de lámina, si bien es cierto que un tanto desigual, basta decir que fueron de 484 kg a 606 Kg, con un par de ellos que eran más recogidos, uno incluso terciadito, pero que se salvaron por la aparatosidad de encornadura. Otros toros, auténticas fotocopias de los de ayer, han sido pitados de salida en bastantes tardes de este San Isidro. Pero ya sabemos que la permisividad de cierto sector es variable según sus gustos, apetencias, caprichos y, lo que me parece peor, fobias, que las tienen, y  muchas.
En el cartel tres toreros de los que cada año acuden a Madrid con este tipo de corridas, toreros que habitualmente no se caracterizan por la amplitud de contratos a lo largo de la temporada. Cinco tardes se vistió de luces el madrileño Iván Vicente la pasada temporada, nueve el también madrileño Alberto Aguilar y diez el segoviano Víctor Barrio. Difícil compromiso para los tres, gran responsabilidad matar en pleno San Isidro un encierro de este hierro, que no se distingue precisamente por su facilidad y su bondad. Recordemos, si no, al mítico “Bastonito”, que por el pitón derecho se las hizo pasar canutas al maestro Ricón aquella tarde de Junio de 1994. Era una fiera, terrorífico, pero al que sometió y toreó a las mil maravillas cortándole las orejas.

Precisamente el primero de la tarde llevaba por nombre “Bastonito”, 573 Kg, muy serio, buenas hechuras, con caja, engatillado. Buen tranco de salida, toma con buen ritmo el capote de Iván Vicente, verónicas pausadas, con gusto, bonita la media de remate. Se arranca de lejos al caballo, toma dos varas en las que empuja, se emplea, buena pelea en el caballo de Héctor Vicente, quien pica al aire en la primera entrada teniendo que rectificar para colocar la puya. Quita Aguilar por tafallera, chicuelina y una media, palmas para el madrileño.  Se mueve el de Baltasar en banderillas, galopa bien, buenos los dos primeros pares a cargo de Joselito Rus y Jesús Robledo “Tito”. Sensacional el tercero. Se deja ver Rus, cuadra en la misma cara y sale andando con torería, gran ovación para este buen torero de plata. Inicio de faena en los medios, directamente, sin conjeturas, con la diestra. El toro echa la cara arriba, puntea los engaños, complicado, primeras series en redondo sin demasiado lucimiento. Mismo comportamiento por el pitón izquierdo, incómodo, no termina de cogerle el ritmo, le baja la mano, mete mejor la cara pero pierde las manos. Busca el madrileño las rayas par continuar la faena. Ahí se encuentra más cómodo, muletazos más templados y bajando más la mano, el de Baltasar Ibán toma mejor el vuelo de la muleta, salen algunos muletazos sueltos de calidad, pero falta continuidad, ligazón y la faena discurre un tanto sosa, sin demasiado lucimiento. El toro se va quedando, acorta el viaje, igual que Vicente acorta la distancias. Lo lleva bien en el final de faena, templado, un derechazo es muy hondo, magnífico, pero el toro está fundido, ya no da para más. Mata de buena entera que hace doblar a “Bastonito”. Ovación para Iván Vicente, firme y bien puesto en este primero, faena de escuela, con técnica, pero falta de chispa ante este  plomizo ibán.
De imponente presencia el cuarto, “Tesugo”, 6060 Kg, magníficas hechuras, alto, muy serio, abierto de pitones, y vaya pitones, dos auténticos leños, mazorcas anchas. Se aplaude su aparición en el ruedo. No cumple en el capote, arrea más que embiste. En el caballo tampoco se emplea, empuja, sí, pero haciendo sonar el estribo. Intenta Aguilar el quite a la verónica, desiste, no colabora el de Baltasar. En banderillas corta, pone en complicaciones a José Luis López “Lipi” y Jesús Robledo “Tito”, clavan con riesgo y oficio los dos primeros pares, el tercero acaba en el suelo. Inicia la faena de muleta doblándose, por bajo, lo lleva bien, templado, pero el animal no tiene final, le falta chispa y gracia en su embestida, sin emoción. La tercera serie por el pitón derecho es la mejor, dos redondos de calidad, profundos, que arrancan los olés del público, firme y decidido el madrileño que da ese pasito para alante tan importante en el toreo. Por el pitón izquierdo presenta más dificultades, protesta, saca con paciencia y técnica algunos naturales sueltos pero el trasteo carece de emoción. Nueva muestra de firmeza y entrega de Iván Vicente, para mi por encima de sus dos toros. Una pena que empañara su digna labor con le descabello, tras haber colocado una estocada entera pero insuficiente para hacer doblar al ibán. Innumerables golpes con el verduguillo hasta llegar a escuchar dos avisos. Silencio en su despedida.

“Camarín” se llama el primero del lote del madrileño Alberto Aguilar. 560 Kg de peso, de buenas hechuras, musculado, armónico, muy serio. Precioso ejemplar, tanto como otros muchos que han saltado al ruedo con idénticas características y que fueron silbados de salida, algo que en su día no entendí, pero hay gente “pa tó”. Se desplaza bien, con brío y buen son, mete la cara en el capote de Aguilar, humilla, repite, buenas verónicas del madrileño, olés, ganando terreno en cada muletazo para rematar con una media aplaudida. Magnífico el comportamiento de este ibán en el caballo de Carlos Sánchez. Se arranca pronto, en largo, no tanto como alguno que protesta quiere, galopa bien, mete la cara abajo, empuja con los riñones, pelea de bravo acunando al caballo contra las tablas. Más castigo en el primer puyazo, más medido el segundo. Entre medias de ambos puyazos quita Aguilar de manera vistosa por tafalleras ceñidas y un farol, muy aplaudido.  Aprovecha Víctor Barrio su turno y deja un quite por chicuelinas ceñidas y una revolera de buena factura. Protestas de algunos aficionados al cambio de tercio, piden una tercera entrada al caballo. No lo sé, a lo mejor había hecho sus delicias y ahí se habría acabado el toro, que se ha empleado a fondo en el peto. O a lo mejor no, nunca lo sabremos, pero creo que el cambio de tercio es acertado, como luego se ha demostrado en la muleta. En banderillas se sigue desplazando bien, con alegría, permitiendo colocar tres buenos pares a Rafael González y Lucas Benítez, recibidos con ovación. Brinda Aguilar al público. Magnífico inicio doblándose por bajo, muy torero, muletazos templados, largos, el toro humilla con clase y repite con codicia, espléndido el cambio de mano. El de Baltasar Ibán va de dulce. Buenas series en redondo, hasta tres pega el madrileño a este toro que se arranca pronto y con bravura, muletazos largos, le baja la mano, hay emoción en cada lance y clase en el toreo, se repiten los olés, extraordinario el de pecho que remata la tercera serie. También se emplea el toro por su pitón izquierdo. Buena serie al natural, algunos hondos, pero el toro comienza a quedarse. Mide bien los tiempos Aguilar y se va a por la espada. Muletazos finales con gusto para entra a colocar una estocada entera algo desprendida volcándose que resulta fulminante. Oreja de ley para Aguilar y gran ovación para este gran toro, bravo y encastado, para el que algunos piden la vuelta al ruedo.
El quinto, segundo para Alberto Aguilar, “Clavillero”, 586 Kg, amplísimo de pitones aunque a mi modo de ver algo justo de cara, un tanto desproporcionado para su caja, algo feo de hechuras. Primeras dos verónicas de saludo lucidas, repite pero echa las manos por delante, enseguida acorta el viaje. Toma dos varas traseras arrancando algo en corto en la primera, lo que no gusta a algunos, dejándolo más largo el madrileño en la segunda. Empuja en ambos puyazos, mejor agarrado el segundo a cargo de Francisco Javier Sánchez. Quite de Víctor Barrio por tafalleras y revolera, palmas para el segoviano. En banderillas corta, muestra querencia a tablas, pares con oficio de  César del Puerto y Lucas Benítez. Inicio de faena por el pitón derecho, el toro va, trata de templarlo y someter el defecto que presenta al echar la cara arriba, el toro tiene emoción, aprieta a Aguilar, tanto que en una de esas le prende, afortunadamente por la pala del pitón sin llegar a herirle, pero los segundos en que está a merced del toro y la manera cómo literalmente lo  escupe de la cara, lanzándole al aire como si fuera un trapo, resultan angustiosos. A partir de ahí el toro desarrolla si es que no lo había hecho antes. La querencia apuntada es ahora marcadísima, no obedece a los toques y cuando hace que toma la muleta se va suelto a tablas. Imposible cualquier lucimiento, no hay nada de nada para rascar. Mata de entera y escucha ovación premio a su entrega y valor.

El tercero, “Sandonguero”, 484 Kg, primero para Víctor Barrio es un toro idéntico a muchos que han saltado en este San Isidro: Veleto, muy abierto, musculado pero un tanto escurrrido. ¿Protestas?, cero ayer, otros días…. ¡Buf!. Deslucido en el capote, no se emplea en varas, toma dos puyazos en corto dejándose pegar. También deslucido el tercio de banderillas, hasta tres veces pasan para colocar un solo palo, pero a la cuarta, sensacional par de Alberto Zayas, como sensacional es la brega de Roberto Martín “Jarocho” a este toro. Inicio de faena doblándose para someter la embestida, el ibán va, tiene movilidad, pero echa la cara arriba, punteando la muleta del segoviano. Comienza por el pitón derecho, le baja la mano pero no humilla, sigue con la cara alta, los enganchones deslucen la faena. Por el pitón izquierdo tiene más calidad, saca algunos naturales con empaque, buenos muletazos, pero sigue con la tendencia a echar la cara arriba. Firme y templado veo a Barrio ante este ejemplar, más bronco y con genio que con clase, para mi por encima el torero. Mata de pinchazo y entera. Silencio para Barrio e inexplicables palmas al toro en el arrastre, a mi modo de ver.
El sexto, “Camarito”, 599 Kg, el último para Barrio, muy grande, cornidelantero, musculado, bonitas hechuras, sale un tanto a su aire, desconcertante, como el aguacero que cae en ese momento y que provoca la estampida de los espectadores, dejando los tendidos medio vacíos. Se emplea en el caballo, con fijeza. Tiene movilidad en banderillas, buenos pares los colocados por Manuel Larios y Alberto Zayas. La faena de muleta es casi misión imposible. El toro tardea, embestida fea, descompuesta, se defiende, no tiene recorrido. Lo intenta el segoviano, se justifica, digno pero sin opción alguna. Silencio bajo el chaparrón para despedir a Víctor Barrio.

Y así acabó la tarde de ayer, en la que tan solo un toro cumplió las expectativas con las que se esperaba a los de Baltasar Ibán, bajo la inesperada lluvia, la  misma que por la mañana, a primera hora, hacía su aparición para recibir a un equipo leyenda que regresaba a Madrid con ¡la undécima Copa de Europa! para ofrecérsela a los miles de madridistas que aguardaron allí toda la noche, entre los que me incluyo junto a una de mis hijas, recibiéndoles como héroes . Sin duda, el cielo lloraba de alegría en Cibeles por la mañana ante la leyenda del Real y de cierta tristeza y melancolía en Las Ventas por la tarde al ver que la leyenda de Bastonito no tenía continuación.


Antonio Vallejo

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